65. EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS
Fátima embaló con sumo cuidado la última de las piezas que partirían esa misma mañana rumbo al norte, a un lugar alejado de conflictos y miserias, donde las personas conviven como hormigas laboriosas, sin molestarse, siguiendo su rumbo, sin reparar en lo que hace la vecina, porque saben que todas trabajan por igual, todas deben cumplir su misión, de la misma manera que su aburrida existencia garantiza el futuro para toda la comunidad, independientemente de su raza, sexo, religión o color de antenas.
Observó con horror la destrucción del museo de Nínive, pero luego siguió durmiendo, porque le pillaba muy lejos; lamentó con angustia la masacre del museo del Bardo, en Túnez, pero esa noche nada le quitó el sueño; recibió con estupefacción la noticia de la toma de Palmira, aunque decidió que –cambiando de canal de televisión– caería antes en brazos de Morfeo.
Con lágrimas de rabia y desesperación, cerró las puertas del museo. El burka la ayudó a ocultar su desconsuelo y a recibir la nueva era sumida en un anonimato salvador.
¡¡¡ Cuántos, pero cuántos monstruos crea la humanidad… con lo difícil que es destruirlos !!! Lloré con la destrucción de los Budas, con la de Nínive y sus relieves asirios, con el asalto a Palmira… pero lloro aún más con la destrucción injusta de aquellas vidas humanas entre las que podrían hallarse aquellos destinados a reconstruir esos tesoros.
Y ojalá ardan en el infierno los malditos hombres que ha inventado ese maldito ropaje, y que obligan a las mujeres a usarlo.
Los siento, Fernando, pero tú me has provocado. Gracias, porque necesitaba decirlo.
Tienes toda la razón, Bego, comparto tu opinión al cien por cien.
Aprovecho para recomendarte (si es que no lo has leído ya, que me consta que eres la gallega devoralibros «number one») la impactante novela «Mil soles espléndidos», del afgano Khaled Hosseini. Impresionante.
Muy detallado repaso a las «Monstruosidades», del ser humano.
Es un objetivo. Construir un negocio para destruir ciudades, culturas vidas humanas y libertades.
¡Es la vida!
Saludos
Cierto, María Jesús. ¿Y te has parado a pensar en qué museo trabajaría Fátima? Podría situarse en Jordania, por ejemplo, pero también en Sevilla, o en Granada…
Tiempo al tiempo (o quizás no tanto… tiempo).
Saludos
También desde aquí resulta encomiable la denuncia de todas estas monstruosidades que jamás debieron existir.
Enhorabuena.
Muchas gracias, Ton, aunque esto no pasa de ser un ejercicio literario. Ojalá ( لو شاء الله, «in sha’a Allah») quienes pueden poner fin a estas monstruosidades tomen cartas en el asunto. Y pronto.
Estos monstruos con sus mentes enfermas pretenden borrar historias y culturas, para imponer la de ellos. Tengo la esperanza de que no trasciendan. Un microrrelato de denuncia muy bien contado, ojalá que al igual que las piezas de museo que Fátima salva, también ella pueda liberarse de la barbarie. Me gusta.
Saludos.
muchas gracias por tu análisis, Beto. Me entusiasma que te guste.
Un abrazo.
Me ha gustado el título, pero solo por lo que me gusta el Prado y Goya. Por lo demás qué decir, como a tu protagonista (pero sin burka) también se me han escapado lágrimas pensando en la monstruosidad de la destrucción gratuita de tanta historia.
Un saludo.
Coincidimos en gustos, Asunción. Goya es mi pintor favorito, y la serie de grabados de los horrores, la que más me gusta.
Si levantara la cabeza, comprobaría con tristeza que la humanidad no ha aprendido nada desde su época.
La cortedad de miras sólo puede conducir a que se produzcan salvajadas irreparables, a olvidar la historia y sus errores, con el riesgo de no aprender nunca de ellos y volver a repetirlos.
Un relato valiente y actual
Suerte y un abrazo, Fernando
Qué razón tienes, Ángel. Por desgracia, estas cosas nunca dejan de ser actuales.
Un abrazo.
Fernando, qué relato tan bueno. Nombras muy bien las monstruosidades que se han hecho y se siguen haciendo en nombre del fanatismo y por desgracia las lágrimas de la mayoría son cubiertas como las de Fátima, aunque no vistan burka.
Un abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras, Blanca.
Solo por eso te debo una visita a Vitoria, ya lo sabes.
Un abrazo.
No se porque extraña razón al empezar a leer esperaba encontar ciencia ficción, inexplicable y erronea percepción (las piezas, las antenas…) Pero me he dado de bruces con la realidad.
He leído algo de esos mundos que relatas, y si, son tal cual lo has contado. O peor.
Un saludo y suerte.
Es una pena, Reve, que ambos tengamos razón. Encima, estos días horribles siguen confirmando la monstruosidad intrínseca de esta gente.
Un abrazo.
Fernando, me sumo a los comentarios, Cuantas monstruosidades comentemos los hombres. Suerte y saludos
Calamanda, creo que es algo innato al ser humano. De joven era más «rousseauniano», pero a medida que cumplo años me veo más «hobbesiano».
Un abrazo.
Un micro denuncia muy bien narrado. Una destrucción absurda y gratuita cometida por ideales locos. Rabia contenida y lágrimas en tu texto.
Un abrazo Fernando.
Gracias por tus palabras, Mª Belén. Creo que este mes, tal y como decís muchos, me ha salido un relato-denuncia donde la literatura es lo de menos, desgraciadamente.
No entiendo cómo puede haber gente que almacene tanto odio, ni siquiera entiendo cómo puede haber gente que haga chistes (le llaman humor negro…) con este tipo de hechos.
Un abrazo.
Me gusta mucho el peculiar punto de vista que le has dado a la temática, narrando desde primera persona y denunciando desde la primera frase. Me parece un relato muy bueno. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias, maestro, ¡cualquier halago que venga de ti vale doble!
Un abrazo a los dos.
Hola, amigo Fernando, primero tengo que felicitarte por tus últimos triunfos. El relato refleja la realidad de nuestra época. Escondidos y con pretextos que todo lo hacen por Dios cometen monstruosidades. Después de los Nazis jamás podríamos imaginar que íbamos a ver algo peor, pero por desgracia esta gente los está superando. Un fuerte abrazo, Sotirios.
Amigo Sotirios, es todo un placer recibirte por aquí. Ya te avisaré cuando salga mi primera novela, «La Gioconda es falsa». ¡¡Queda muy poco!!
Es una lástima que este relato esté tan en boga ahora mismo. Mi solidaridad con el pueblo de Túnez, de Siria, de Irak, de Turquía, de Kuwait, de Pakistán, de Francia, de Somalia, de Kenya, de Chad, de Libia, de Argelia, de Nigeria, de Indonesia, de…
¿Nos llegará a nosotros? Me temo que sí, tarde o temprano. Esto tiene muy mala pinta.
Un abrazo.
Amigo Juan,
Qué ilusión me hace que sigas visitando este trocito de ENTC que alquilo como si fuera mi casa.
Un abrazo muy grande y -de nuevo- enhorabuena por tus merecidísimos premios.