67. Triángulo rectángulo (Esther Cuesta)
La primera vez que me miré, vi un cuerpo cosido a trozos. Piernas torcidas, brazos apenas y un botón negro de único ojo, aunque nunca me importó porque me decía “mi bebé” cuando me acunaba. Mi niña estaba sucia como el sótano en el que vivíamos y era tan fea como yo, pero me hablaba mucho. Una noche conocí, en una nana apenas susurrada, cómo rompió la vieja sábana y fue sacando guata del colchón para rellenarme, cómo se arrancó el botón de su camisola para ponérmelo en la frente. Otro día muy triste, me explicó que nació distinta y que durante algún tiempo vivió con sus padres en la parte de arriba. Pero a veces, ni siquiera yo la consolaba y entonces se golpeaba contra la pared —bum, bum, bum—y lloraba gritando; su cabeza estaba siempre llena de chichones.
Ella me escondía al sentir el sonido de la llave girar, pero aquella tarde me asomé a mirar. “Bastante con un monstruo”, fue lo último que oí antes del crepitar de la tela.
Esther voy a ser la primera en comentar, el relato es duro y a la vez tierno en esa niña encerrada que cuenta con una muñeca hecha por ella misma como único apoyo. Como en tanta ocasiones la realidad supera a la ficción y ya sabemos que hay monstruos que encierran en ocasiones a sus propias hijas.
Del relato la frase final que escucha la muñeca es lo que no termino de entender, supongo que de alguna manera prende fuego y acaba con todo.
Eso he entendido yo.
Un abrazo.
Esther, he visto, he sentido tu relato con horror, pero me ha encantado.
Creo que lo que pasa es que le quitan la muñeca y se la queman. Da igual, unos monstruos son y tu una monstrua del micro.
Un besazo
Efectivamente, hay monstruos disimulados y sí, le arrebatan la muñeca y la queman. Gracias a los dos por vuestros comentarios. Un abrazo
Es un relato precioso, pero también triste de principio a fin. Tu protagonista de nuevo se queda sola, sin esa compañía que iba creando poco a poco. Pobrecita.
Enhorabuena y mucha suerte.
Dos muñecas «diferentes», pero iguales, una de carne y otra de trapo. afrontan su destino.
Solo hay sitio para una. Inquietante, muy inquietante.
Suerte con el relato, Esther
Esther ahora en una nueva lectura lo he entendido, efectivamente la que arde es la muñeca la que arde. Triste y sigo diciendo que ha sido real en alguna ocasión.
Besos
Esther, estos son los relatos que termino rumiando una y otra vez y siempre me queda esa sensación de amargura, de desazón por el mensaje que guarda. No contentos esos padres o tutores con encerarla por sus deformidades físicas o faltantes cognitivos, le queman su único consuelo, la maltrecha muñeca, con la excusa de que dos monstruos son demasiado.
Un abrazo.
Frente a un relato tan bien llevado, contado con esa ternura al principio y que termina con tal crudeza, sólo puedo tragar en seco. Buen microrrelato, suerte.
Saludos.
Creo que el verdadero monstruo vive arriba.
En tiempos pasados a las o los niños con anomalías los tenían encerrados para que nadie los viera, ya que creían que era un castigo del cielo tener un hijo así.
Los sentimientos de estos niños están por encima de sus deformidades.
Habría que saber si sus carceleros tienen sentimientos.
Un saludo.
Guauuuuu…me has arrastrado hasta ese sótano con tu prosa precisa y perfecta. No se que más decirte, un relato redondo. Mi enhorabuena Esther.
Pobre el jurado del mes…se lo estáis poniendo difícil.
Ya me gustaría que al jurado le gustara tanto a vosotros, pero aún no siendo así, me siento muy recompensada con vuestras opiniones y el cariño con que lo transmitís. Muchísimas gracias,
Un relato tristísimo, muy bien llevado.
Un abrazo fuerte.
Un relato que combina ternura y dolor, y que no deja indiferente. Una apuesta de altura. Felicidades.
Esther, duro y tierno tu relato, muy ambientado y bien escrito para mi gusto. Suerte y saludos
Hola, Esther.
Un relato que te hace volver la vista atrás cuando se encerraba a los niños que nacían diferentes. Bueno, y quizá no haya que mirar tan lejos, porque hay referencias bastante cercanas en prensa.
Qué triste y qué micro tan bueno.
Felicidades, me has sobrecogido.
Mucha suerte y muchos abrazos.
Cuánta crueldad se esconde en ese sótano, y a la vez, esa inocencia de la niña, que confecciona una muñeca a su imagen y semejanza, es de una ternura que estremece. Es un relato magnífico, Esther. Yo también opino que el jurado lo tiene muy difícil este mes.He leído cosas buenísimas estos días y este relato tuyo es muy bueno y conmovedor. Mucha suerte y un abrazo.
Mezcla de realidad, dulzura y crueldad.
Los monstruos viven arriba y no solo encierran a su hija diferente, además le arrebatan su única compañía y consuelo, esa muñeca de trapo a la que mima y cuida como a ella le hubiera gustado ser tratada.
Me gusta, un beso Esther.
En la primera lectura no he entendido el cuento. Veamos en la segunda, parece que sí, se trata de un peluche deformado que nos habla de él y de la niña que debe ser algo deforme. El crepitar final supongo que hace referencia a un fuego que no ha aparecido en la escena. No sé. Desde luego nos dice mucho de los padres. Conocí casos así cuando estos niños distintos eran considerados castigo del Dios de los cristianos.
Una vez más el peor monstruo somos nosotros mismos. La crueldad aumenta cuando son unos padres los que se ceban en su propia hija, que no tiene culpa ninguna de ser como es. Besos y suerte, Esther.
Desgarrador. Has conseguido una mezcla de sentimientos a los que les gobierna esa sensación de desazón tan bien inoculada que desprende tu historia. No siempre los monstruos causan terror, pero desde luego, este no es el caso. Enhorabuena. Mucha suerte 🙂
Hola a todos,
Os pido disculpas por no contestar a cada uno, pero saco el tiempo justo para leer y no todo lo que quisiera. Os agradezco los comentarios y estoy de acuerdo con que los monstruos han dado mucho juego, y hay relatos buenísimos, como siempre.
Un abrazote de monstrua buena, eso sí, a todos
Esther, me ha gustado mucho tu relato aunque no entiendo bien la relación que tiene con el título, debo estar espesa jjj. Un saludo.
El triángulo rectángulo tiene dos lados que comparten ángulo, los catetos, y un tercero, la hipotenusa que los encierra sin alternativa.
Ahora sí que me parece estupendo el título, Esther. Gracias por la aclaración, nunca se me dieron bien las matemáticas y todo lo que tiene que ver con ellas lo dejé arrinconado en un pliegue de mi cerebro jjj. Gracias de nuevo, un abrazo.