78. CON LOS CINCO SENTIDOS (Yolanda Nava)
Nadie sabe quererla como yo que paso horas escuchando su respiración mientras duerme y me deleito olfateando su ropa interior, tan llena de ella. Sólo faltan dos noches para el estúpido viaje de sus padres, me la confiarán y será entonces cuando podré, por fin, quererla del todo; estrenaré las correas y la contemplaré desnuda, sin sobresaltos, y podré hacerla mía, mía, saboreando hasta el desmayo su piel sonrosada, sellando con mis manos todo su cuerpo.
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Vale Yolanda, parece que tenemos una sombra más del Grey por estos lares (jeje) Abrazos y suerte
Historias que no por conocidas dejan de sacudirte hasta los cimientos. Y la frase final ahonda en el espanto. Esa piel sonrosada y sobre todo ese sellar «con mis manos todo su cuerpo» hacen pensar en un bebé. Besazos y suerte, Yolanda.
Hola, Yolanda.
Sin palabras!, monstruosos de principio a fin.
La piel rosada me hace pensar en alguien muy pequeñito, pero lo de las correas me lleva a creer que, aún siendo pequeña, no lo es tanto.
Felicidades, bonita.
Un micrazo!!
A este tipo de monstruos, ni agua.
Bien contado.
Suerte.
Qué bien has reflejado esa locura y vileza de ese auténtico monstruo. Me puso los pelos de punta, buenísimo.
A veces somos tan monstruosos que aprobamos esas monstruosidades.
Suerte, Yolanda
Inquietante y estremecedor de principio a fin. Demasiados monstruos a nuestro alrededor. Muy bien narrado.
Yolanda, vaya elemento. Pone enfermo solo imaginarlo. Buen tono y ambientacion. Suerte y saludos
Un perversión intolerable que precisa de un espacio íntimo para desarrollarse. Lo peor de todo es que si le confían a esa criatura es porque pertenece al círculo cercano de la familia y tienen confianza en esa persona, lo que multiplica esa monstruosidad.
Un relato que sobrecoge.
Un abrazo, Yolanda. Suerte
Me aterra ese viaje de los padres y la confianza que depositan en esa “aberración”, para dejarle al hijo/a. Un microrrelato con una historia terrible, difícil de asimilar, suerte.
Saludos.
Este monstruo tuyo, es de los más peligrosos que existen. En estos casos, debemos dejar a un lado la ficción, pues todo, por desgracia, acaba resultando cierto.
Un saludo y mucha suerte.
Jo, Yolanda. ¡Qué barbaridad! Que asco dan estos actos. Relatas el monólogo de un pederasta. De alguien próximo a la víctima. Y nos dejas con un ¡Ay! terrible, impotente, sordo.
Un tema actual, monstruoso, pero muy bien construido.
Un abrazooo grande
Como lector trato de identificar al narrador y no lo logro. No es un hermano, por eso de «sus padres»; lo de las correas me lleva a un perro o un masoquista. En fin, está abierto en ese sentido, y sí has sabido hilvanar los cinco sentidos y presentarnos al monstruo. Buen trabajo. Suerte.
Gracias por comentar amig@s.
Ximens: me encantan tus comentarios y siempre aprendo algo de ellos. Creo que he cometido un error al no mostrar más claramente al narrador, quise centrarme en mostrar cómo utiliza en su monstruosidad los cinco sentidos en una locura que confunde con amor.
En mi cabeza era un adulto cercano a la familia, que por su cercanía tienen la confianza de la niña-adolescente; respecto a las correas, él entiende que va a sufrir algún tipo de rechazo por parte de ella y las lleva para afrentarlo.
En cualquier caso, gracias por vuestro tiempo e interés.
Un abrazo.
Terrible destino el que le espera a esa criatura sonrosada, no quiero ni imaginármelo.
Has mostrado muy bien los sentimientos del protagonista, sus pensamientos y los cinco sentidos que pone en ellos. Genial.
Un beso grande guapa.
Un relato durísimo, bien logrado. Te deja una repulsión odiosa a ese monstruo, que por desgracia es real.
Abrazos.
Hay cosas que por mucho que las oigas y las veas siempre te remueven. Este mes nos has dejado muchos monstruos, y casi todos acaban confluyendo en la misma figura: nosotros mismos. Por algo será. Muy bien contado, como siempre. Mucha suerte 🙂
Sí definitivamente Gray es un monstruo… para algunas del sexo qué raro.
Qué raro, eso es. Mujeres cultas, feministas recalcitrantes que consumen Gray y se jactan de ello. Incomprensible.
En este relato no vi a un hombre sino a una mujer cuidadora de una cría. Cadenas y pensamientos, ambos aterradores. Suerte y felicidad.