ABR135. SUEÑOS Y DULCINEAS, de Conrado Santurino
Por las cosas del mucho leer, Alonso había aprendido a confiar en sí mismo. Su experiencia se resumía en libros y en horas de biblioteca… y de estudio. Llegó un día en que tuvo que buscar trabajo y comenzó a enviar currículos a las empresas de toda la ciudad, a los comercios, a todo aquel que estuviera dispuesto a recibir una propuesta. Su novia Dulcinea le apoyaba incondicionalmente porque en los libros de autoayuda ponía que había que intentarlo y que no había que perder la esperanza de traer un sueldo a casa, que era posible. Un día Alonso tuvo una idea. Debido al mucho leer decidió montar un negocio con préstamos y socio capitalista. Decidió hacerse emprendedor. Dulcinea dudó que Alonso estuviera en sus cabales, que los dichosos libros de autoayuda le hubiera comido el seso. Pero Alonso era de firmes convicciones y respondió a su amada Dulcinea, – No son molinos querida mía, son los gigantes de la miseria que amenazan.
Está muy bien, Conrado, todo el entresijo y la relación entre los dos, el final demasiado abierto como un pero.
Un abrazo