28. PLUS DE PENOSIDAD
Era un joven alto, moreno, de profunda mirada verde y seductor porte, que alegraba la vida de cuantas personas respondían a su llamada. Cada mañana, elevado en su bicicleta, se dejaba ver por las poblaciones de aquella sosegada comarca, confiando en que alguna insatisfecha ama de casa, despojada de marido en esas horas, contratara sus servicios.Se recreaba en su quehacer, exhibiendo un potente aparato que complacía a señoras y señoritas, sin declinar atenciones a ciertos hombres.
Aquella encendida mañana, dejó su bicicleta a la sombra de las arquivoltas biseladas de la iglesia, abriendo la puerta sin desearlo.El párroco, brotando de la nada, le invitó a entrar en su casa, adherida a la Sacristía, para aliviar su calor.Ya en la cocina, el religioso le mostró insinuante un dilatado instrumento en claro desuso. Con el semblante matizado de rojo, el joven lo observó entre sus manos con cierta aversión, pues jamás había visto algo tan pringoso y envejecido.Finalmente, decidió realizar aquella impúdica labor. Y es que el oficio de afilador contempla un plus de penosidad.
El relato es muy bueno, pero tú eres mala malota, ¡cómo engañas al personal…! 🙂
Patricia, bella historia muy habilmente contada. Suerte y saludos
Jajaja, esta bicicleta me gusta, es fresca como las noches de verano a la orilla del mar, fresca y un poco pícara como esos cuentecillos de abuela que van conduciendo tu imaginación hacia un lugar al que luego te riñen por haber ido. Suerte y muy buenas noches.
No era un monstruo estaba trabajando. Qué final más camaleónico. Jeje me ha gustado muchooo.
Jaja como nos engañaste hasta el final!! Muy bueno Patricia.
Buen giro al final. Y es que los afiladores eran muy requeridos antes. Aún oigo y veo alguno cuando voy al pueblo, la verdad es que no son como tu protagonista..Ojalá..jajajja.
buen relato y bien llevado.
Suerte. Un abrazo Patricia.
Enseguida descibrí a tu protagonista. Aquí en mi tierra, cuando era chaval, Dimas, el afilador, pasaba cada semana por el barrio. Aunque aquel no era tan apuesto como al que describes a la perfección.
Suerte Patricia.
Muy bien, tramposa.
Abrazos
Al finalizar la primera lectura lo que pensé que era dador de placeres se transforma en afilador. ¿Donde me he perdido? Je je, de eso va, que el lector decida. Me ha gustado.
¡Jajaja! Plus de penosidad, ya el título promete.
¡Muy bueno, felicidades!
¡Qué bueno, enhorabuena! Has sabido tratar el doble sentido con mucha habilidad y humor.
Suerte