86. EL TENOR
El día en que aprendimos a volar, mi padre nos compró en el mercado un hombrecillo tenor, con su traje negro, camisa, sombrero y hasta pajarita.
–¡Qué preciosidad!– trinó mi hermana al verlo.
Le preparamos una jaula estupenda con escaleras, columpio y hasta una bicicleta estática para que se mantuviese en forma y lo instalamos en una esquina del nido, junto al ventanuco. Cada mañana, mi madre le llenaba una escudilla de alpiste y otras dos con miel y claras de huevo. Pero el hombrecillo tenor se pasaba las horas sentado tristemente en el columpio, mirando a través de los barrotes.
–¿Por qué estará así? –pregunté decepcionado al cabo de cuatro días–. ¿Por qué no hace nada?
–No lo entiendo –gruñó mi padre rascándose el ala con su pico–. Me dijeron que cuando están en libertad estos bichos cantan de maravilla.
Ignacio, nos llevas con habilidad por el cuento hasta ese final tan inesperado, bella y original historia. Suerte y saludos
Menuda vuelta, Nacho.
Un Brazo acumulado.
El Brazo va con A, claro.
Hay cosas que no cambian y otras que cambian a mejor aún. Me alegro mucho de leerte por aquí otra vez, Nacho. Un abrazo.
Nunca he sentido la tentación de tener un pájaro enjaulado. No podría. Me asombra que puedan cantar aunque la jaula sea tan sofisticada como la del hombrecillo tenor.
Muy bien contado este cuento sobre la libertad y que puede cuestionar a los amigos de los animales. Te deseo mucha suerte.
Llevaba demasiado tiempo apartado de este maravilloso rincón. Muchas gracias a todos y todas por el caluroso recibimiento. Besos para los amantes de la libertad. Para todos los que huyen de las jaulas. Para los NACIDOS PARA VOLAR 🙂
¡Me gusta el punto de vista que adoptas! ¡Una jaula estupenda, precioso oxímoron!
Suerte y saludos.
Qué bonito relato, me ha encantado. Me ha parecido muy original. Cuando veo animales en jaulas siempre me he preguntado lo mismo que lo que nos narras.
Bonito y surrealista relato, aunque, por más que lo intento, no logro encontrar la relación con el tema del mes.
Un saludo y suerte.
Culpa mía sin duda…
Qué bueno leerte de nuevo Nacho, me alegra además que sea con un relato tan potente.
Un abrazo.
Gracias de nuevo por los comentarios!!!
en cuanto a la relación con el tema del mes, bueno, no sabía que tuviese que versar exactamente sobre bicicletas, sino APARECER algo relacionado con una bicicleta. Y ahí está, estática (es un símbolo, je je)de algo que corre y aquí no puede hacerlo, pq también está enjaulada… 🙂
Genial, y qué bien hilados los diálogos. Un relatazo que me ha hecho disfrutar mucho. Un saludo.
Bella historia para un microrrelato y muy bien contada -independientemente del tema mensual-
Hace poco, mi hija que es muy amante de los animales, me decía que los pájaros enjaulados cuando cantan, no es por alegría sino por todo lo contrario. Quieren salir de sus jaulas.
– … ¡Y lo he leído! -me dijo-
-Pues será verdad -le dije-
Enhorabuena por tan precioso relato. Un abrazo.
Buen relato,buen final. Felicidades.
Nachoooo!!!
Qué alegría volver a leerte!!! Yo también he vuelto por aquí después de nosecuantotiempo sin escribir ná de ná.
Veo que sigues tan ocurrente, ágil y sorprendente como siempre!!!
Me ha gustado mucho, juegas con símiles, contradicciones… muy bien!
Bienvenido y seguimos leyéndonos, eh?
Un fuerte abrazo
Marta
Me gusta. Una visión de la realidad desde otro ángulo. Y la bicicleta estática, toda una metáfora.
Muy original.
Con el paralelismo aquí mostrado, no nos ha de extrañar si los pájaros no cantan!
Saludos,
Carme.
Pues este mundo al revés es maravilloso. Con compromiso, magia y giro.
Me ha encantado ese cambio de lugar tan bien llevado.
Enhorabuena y abrazos
Un cambio de papeles bien llevado. Donde la libertad vuela y el canto está encerrado en una jaula de miel y claras.
Suerte Nacho.