106. BABEL IV (La leyenda del mensajero)
¡Era ridículo! ¡Era una burla a su trabajo! En el Departamento de Sistemas se llevaban las manos a la cabeza. Pero el resto apostamos y ese día estuvimos todos expectantes. Incluso el director estaba en el ajo.
Apareció Alberto en recepción. Alto y delgado con su maillot verde y una nariz como la proa de un barco. Llevaba su bicicleta de carreras sin pintura y una gran bandolera de lona. Ana le entregó el paquete y firmó el albarán. Mientras salía por la puerta se envió un correo electrónico.
Y así comenzó la carrera.
El ciclista tenía que atravesar la ciudad y cruzar la avenida de la Castellana cerrada ese día al tráfico. Una línea de comunicación por webcam serviría de árbitro.
Pasaron los minutos.
La tensión era máxima. El mensajero apareció en su destino. Entregó el documento y en ese instante sonó el tono que anunciaba la llegada del email. Fue un segundo. Suficiente.
El gabinete estalló en aplausos y risas. El desconcierto de los técnicos era patente. Al rato, en los monitores de Análisis Audiovisual se veían las imágenes de la llegada de la vuelta ciclista, y en la línea de meta estaba Alberto jaleando a los corredores.
Sugerente texto reivindicativo -o no- de las tecnologías a pedales.
Me pierdo un poco en el desarrollo de la historia (monitores de Análisis audiovisuales, árbitro por la línea de comunicación webcam) pero lo principal lo capto y me gusta mucho.
La verdad es que una vez que tengo el esquema me cuesta decidir qué dejo sólo insinuado y qué doy por sentado. Es lo bueno de este ejercicio de 200 palabras.
Te agradezco mucho tu comentario, me hace pensar. Un saludo.