7. El té de las cinco (Susana Revuelta)
A Frida le tiembla la jarrita de leche y derrama unas gotas sobre el azucarero. Le desagrada muchísimo que el nuevo pasatiempo de Otto, su marido, coincida con la hora del té. A su lado, la pequeña Ingrid golpea con sus dedotes las teclas del piano. ¿Wagner?
Entre ofendido y asqueado, Otto pega un ojo a la mira del fusil, apoya la culata en el hombro… y vuelve a errar el tiro. El cabrón de rayas ha desaparecido del objetivo. Irritado, lanza el cenicero contra la pared de la terraza. Vaya, otro desconchón, reniega Frida mientras barre los añicos.
Impaciente, mira el reloj; casi las cinco y media. No hay nada que le disguste más que el té frío. Cruzada de brazos espera a Otto, que escupe el cigarrillo antes de apuntar de nuevo. Afortunadamente esta vez, la bala revienta la cabeza del prisionero, que cae desplomado salpicando de sesos la alambrada del patio.
Otto entra relamiéndose al salón, directo a la bandeja de pastelillos; por fin Frida puede echar las cortinas. Antes, contempla con orgullo el letrero herrumbroso que preside la verja de la entrada, «ARBEIT MACHT FREI».
Y duda entre una galleta de jengibre y otra de anís.
Polémico será tu relato Susana, ese final es terrible, más aun con las pistas que das a través de la trama.
Muy creativo.
Un abrazo y suerte.
Crueldad e indiferencia de la mano. He visto vídeos sobre el holocausto más atroces. Y sin llegar a estos extremos del relato la maldad subyace siempre en el ser humano.
Abrazo, Moli.
Uf, Susana. Espeluznante relato. A remarcar la indiferencia de la niña ante la escena y la mujer impaciente por el té (¿sólo disgustada por la hora?… lo de temblar la leche me hace dudar).
Lo peor de todo es que puede haber pasado en la vida real casi tal y como lo cuentas.
Un saludo.
Carme.
Hola, Carme. En cuanto a lo de temblar: puede uno temblar de gusto, de frío, de miedo, de ansiedad, de rabia… En este caso, tal y como avanza la trama, creo que no caben dudas en cuanto a la impaciencia y desesperación del personaje Frida. No por los disparos, no. Por el té.
Un abrazo.
Susana, cuentas de forma detallada otra forma de vivir, bastante espeluznante, con rutina la cotidianidad. Suerte y saludos
Así es, Calamanda. Y en otras circunstancias menos extremas y más habituales sigue ocurriendo lo mismo.
Un beso.
Gracias, Anita. Somos tan imperfectos, y algunos tan salvajes, que la ficción da para mucho.
Un beso, guapa.
Dicen que el ser humano es un animal de costumbres, capaz de adaptarse a todo, tal es así que puede aceptar como parte normal de su vida poner fin a otras, al tiempo que cultiva la sensibilidad gastronómica de un té con pastelillos y disfruta de la música. Nazis como los que has descrito han sido los ejemplos más claros de ello, pero seguro que otros también lo han hecho con menos publicidad y mala fama, lo peor de todo es que ese mal absoluto que produce indiferencia lo tenemos todos dentro, sólo hay que pedir, aunque sea una utopía, que nunca nadie más vuelva a alimentarlo.
Un abrazo, Susana, suerte
Susana, aclaro que el comentario anterior es mío, (Ángel Saiz Mora). No entiendo porqué no ha salido el nombre y sí el correo electrónico. En fin, es lo que tienen las cosas modernas.
Ángel, lo has explicado muy bien. No puedo añadir nada más. Y lo de pedir que no vuelva a pasar es eso, como tú dices, una utopía. Porque está pasando.
Un abrazo.
Coincido con Calamanda, lo verdaderamente terrible de tu relato es ver cómo la barbarie se apodera de lo cotidiano, para convivir con ello de la forma más natural. Enhorabuena y mucha suerte. Besosss!
La crueldad desde niños es algo que está ahí. Quizá por morder la manzana del Paraíso y entonces ya viene del pecado original; o no sé por qué. Pero está ahí.
Un abrazo.
«La puntería de Otto os hará libres» también podria ser otro epitafio para los hombres de rayas. Muy bueno, Susana. Suerte.
Un «muy bueno» de Rafa es una satisfacción para mí. Gracias, majo. Tuve el relato varios días en reposo y dos tardes modelando las escenas y los detalles. Quedé contenta, aunque todo es un avance hacia adelante y siempre me exijo más.
Un abrazo.
Cóctel de sensaciones, Susana, es lo que ofreces al lector con este té tan fuerte. Es cierto que el ser humano lleva implícita la crueldad…y el morbo que la alimenta; también los sueños, que a veces nos salvan. Enhorabuena por el relato. Un saludo.
Un té fuerte, tú lo has dicho muy bien Manoli. Pese a todo, yo sigo creyendo (no siempre) en el ser humano.
Un abrazo.
Empecemos por el principio: Magnífico relato, Susana. La narración, el desarrollo de la trama, las microhistorias de cada personaje…
En cuanto al tema de la capacidad del ser humano de convivir con la crueldad, incluso a edades tempranas, desgraciadamente, hoy continua siendo vigente, como demuestra esos niños de ISIS que degüellan muñecos vestidos de naranja.
Saludos cordiales.
Gracias, Carles. Quise desarrollar el tema de esa crueldad tan vigente (hoy y siempre, no nos engañemos) en un contexto tan inofensivo y cotidiano como puede ser la hora del té en familia. Con esta premisa, el texto mismo fue tomando forma.
Un abrazo.
Espeluznante ese desprecio por la vida que junto al desinterés de la mujer hace que nos avergoncemos de nuestra naturaleza humana. La historia está para no olvidarla. Muy bueno, Susana. Abrazos.
Sí, da para mucho más el tema de mantener los modales y la etiqueta mientras el de al lado se cae muerto de hambre, miseria, abandono. Lo vemos a diario. Y no solo en la tele.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho. La manera como has planteado la escena, con ese contraste entre horror y cotidianidad, los detalles, los personajes… ni sobra ni falta, está todo tan en su sitio que el relato te deja un estupendo sabor de boca. Enhorabuena y suerte 🙂
¡Gracias, Juan Antonio! Uno da por finalizado un relato en un momento dado, si no sería el cuento de nunca acabar. Aunque como bien sabéis todos los que escribís ficción, la trama podría haber evolucionado de mil y una maneras distintas. Este micro quedó así.
Un abrazo.
La familia de tu relato podríamos ser cualquiera de nosotros a la hora de las noticias mientras comemos o cenamos. Vale, por aquí ninguno anda con un fusil metiéndole balas en la cabeza a nadie, pero que levante la mano el que no ha dudado entre una galletita y otra mientras por los ojos le entraban tiroteos, decapitaciones, cadáveres ahogados y demás. La indiferencia hacia el horror siempre desemboca en el»arbeit macht frei», en cualquier época y cualquier idioma. Y tú nos lo has puesto en las narices para que no se nos olvide. Enhorabuena y suerte.
Tienes tanta razón, Ana… Así es, nos acostumbramos al horror con una facilidad de pasmo. Una cosa es clara: algo, alguna cosa por pequeña que sea podemos hacer cada uno en el día a día por los que lo necesitan. Fijo que muy cerquita de nosotros hay alguno que lo agradecerá.
Un beso grande y ENHORABUENA sincera por ese premio manchego.
Los protagonistas de tu historia rezuman una frialdad que da escalofríos. Mucha música clásica, mucho té y galletas de jengibre, mucha tontería pero muy poca calidad humana.
El entretenimiento de él es nauseabundo y la impaciencia de ella, cómplice de la actividad de Otto, también.
Muy bien narrado.
Suerte y saludos.
Personajes despreciables, Mercedes, pero no tan lejanos. Ni en época ni en actitud.
Un saludo, graciaas por parar por aquí.
Estoy de acuerdo con Ana absolutamente. Lo terrible es cómo nos hacemos absolutamente insensibles a base de ver y mirar desde lejos, desde nuestras verdades, desde nuestros sofás, desde nuestra comodidad y por pura repetición de imágenes y noticias que ya ni os conmueven. Perfectamente relatado, Susana. Suerte y un beso.
Un relato repelente, Eva, se mire por donde se mire.
La insensibilidad de la mano del esperpento.
Espero que no se repita.
Vaya, qué historia. Repeluzno y sacudida…
Qué relato más crudo, y qué bueno. Me ha gustado como enfocas la historia y como, con tu ficción cotidiana, repasas las funestas consecuencias de la condición humana en los campos de exterminio.
Enhorabuena. Genial.
La Historia y el epitafio más macabros juntos.
La verdad, me gustaría más otra propuesta que no fuera de muertos. ¿Algo más ñoño no tienes, Jams?
Un desarrollo muy bueno de la historia. Con las pistas justas, en su momento idóneo para saber de qué y quién estamos hablando. Piano, Wagner, el compositor favorito del régimen. El cabrón de rayas, la alambrada y el epitafio horroroso.
Felicidades. Tendrás mucha suerte
Se agradece siempre, Elena, que el texto llegue a los lectores como una lo había concebido. Y más que lo transmitáis.
Un abrazo.
Susana, relato frío y duro de una época no tan pasada. Todo lo contrario. Me ha parecido una escena muy cinematográfica. Me alegra volver a leerte después de tanto tiempo sin pasar por aquí.
Suerte y un saludo.
Si te ha parecido cinematográfica me doy por contenta. Un relato, cuente lo que cuente, es bueno si avanza con el que lo lee.
Un abrazo,
Muy bien llevada la información, las pistas, la narración, los personajes, la atmósfera, el cuento, el micro hecho literatura.
Para no extenderme, MUY BUENO, Susana.
Un abrazoooo
Gracias, Petra, por tus generosas palabras.
La literatura ufff. Soy mala lectora, no discrimino, leo todo lo que veo por ahí: en paredes, formularios, recetas… Y en libros también. Pero escribir no es más que un entretenimiento. Al que dedico tiempo y cuido mucho.
Un abrazo.
Un gran micro. Toda una arquitectura perfecta por detrás que solo se nota en la calidad del resultado. Me gusta mucho también cómo lo rematas, para mí es la parte más difícil de un micro y lo bordas. ¡Enhorabuena! Mucha suerte
¡Gracias, Nieves! Un juego de contrastes, entre un psicópata y una tarde normal.
Un abrazo.
Buffff….lapidario. Revuelves (¿en honor a tu apellido?) el estómago a cualquiera. Bueno, a cualquiera no, a Frida no parece afectarle.
Claro que nosotros convivimos con horrores semejantes y tampoco perdemos apetito.
La narración muy bien llevada, vas metiendo en el tema poco a poco, soltando pistas sin revelar del todo. Rematas (lo siento, no elijo las palabras, me vienen solas) con ese final.
Las palabras en sí mismas son el cauce muchas veces de nuestras historias, Reve Lyn.
Un abrazo.
Uf, qué duro Susana. Y qué bien narrado. Esa naturalidad frente a la barbarie, esa indiferencia de la madre y la hija…qué duro y qué cruel. Pero también un recuerdo necesario para que no vuelva a ocurrir jamás.
Con los pelos de punta me has dejado, hija.
Suerte y miles de besos.
Personajes que me utilizan para salir al exterior. Y yo que les dejo…
Un abrazo, izaskun.
Buenísimo, Susana. El modo tan sutil como vas introduciéndonos en la escena, ampliando el encuadre hasta que descubrimos el horror. Un plano secuencia genial.
Felicidades.
En exagerar y transmitir escenas andamos, Anna.
Un abrazo,
¡Enhorabuena, Susana! Lo presentía y me alegro muchísimo. Un beso.
Sí, María José, me lo dijiste hace un mes en la puerta del baño del teatro… Pues muy contenta de compartir libro contigo, reina. Espero verte por Sol.
Un beso.
¡Brutal! lo que cuentas y cómo lo cuentas. Enhorabuena por este ENTC y por el Rec.
Ximens, doblemente gracias. Lo que más ilusión me hace es estar en este libro, esa es la verdad. Lo de rec, ufff, no sabría explicarte las sensaciones que tuve durante seis horas desde que me llamaron.
Un beso grande y hasta pronto.