24. SUS MIEDOS
Estaba solo en casa pero detrás suya notaba su presencia queriéndole abrazar con fuerza. Como diciéndole. ¡Tranquilo, no te angusties, sigo aquí contigo, protegiéndote hasta que aprendas a vivir con mi ausencia! Pero no, aquella presión en su espalda no podía ser un abrazo suyo, aquello solo le producía terror. Había tocado con temblor su cuerpo envuelto en la mortaja, tan rígido y frio como el mármol que cerraría su nicho, recordaba como quedó dentro de aquella oscuridad para siempre a la sombra de dos pinos que hacían de guardianes en aquel paraje solitario y triste. Desde ese instante y por mucho tiempo le acompaño ese dolor de vacío que le desgarraba el alma, sin encontrar una razón que pudiera secar sus lágrimas.
Nadie le podía engañar, no volvería y lo sabía. La presencia que notaba tras él, tenía que ser un fantasma fruto de su imaginación que un día tras otro le seguía y le acompañaba creándole ese temblor que se acentuaba en la noche, cuando tenía que dormir solo en la cama de aquella habitación y el balcón donde seguían volviendo las golondrinas.
Rafaela.
http://juidiabadia.blogspot.com.es/2015/09/carta-mi-hermana.html
Me hace ilusión ver que alguien leyó mi relato.
Muchas gracias.
Rafaela, cuentas con detalle uno de esos momentos que a veces nos agobia y hace temblar. Suerte y saludos
Me ha gustado mucho como de esa manera pausada has tratado esa ausencia, y la lucha tan cabal del personaje que se obliga a aceptar algo tan terrible como esa última despedida. Mucha suerte 🙂
Tenebrosas sensaciones me ha dado ese cuerpo rígido. Relato sensorial bien elaborado.