28. Día de limpieza
Una magnífica luz de otoño ilumina la mañana. En el pasaje entre Santa Córdula y Santa Cándida todo son flores y trajines. Cubos de agua jabonosa y estropajos en mano, las mujeres frotan a fondo la fachada familiar, barren las repisas y arreglan las flores. Los hombres miran y a veces ayudan con desgana, yendo a buscar una escalera pero sin entender a qué obedece tanto énfasis.
Antes de llegar a lo de los nuestros, mi padre me explica a quienes vamos a encontrar y cómo hemos de proceder cuando se abra la puerta. Él entrará el primero, cuando llegue el momento. Lo más importante es aprovechar su ingreso para renovar la placa antes de que se caiga a pedazos. Por fin llegamos. Antes siquiera de poder abrir la bolsa con los trapos y las flores ya ha desplegado el folio ante mis ojos: “Granito negro-sudáfrica de 2 cm, visera, tornillos de anclaje y pomos”, reza el presupuesto más barato que ha encontrado. Me lo da para que tenga una copia y me encargue yo del asunto de la lápida. Yo miro el papel fijamente. A él no sé cómo mirarle.
Al fondo, los cipreses recortan un cielo color esmeralda.
Aplausoooooooooooooooooooooooooo. Este mes promete mucho. Quiero volver a ser jurado. Demoledor y exquisito como solo tú sabes. Reverencias galaicas.
Lugares para el reposo definitivo, de los que nos acordamos cuando llega esa época de caducidad que llamamos otoño, que también sirven para que no olvidemos que tenemos plaza en ellos. Una narración que nos traslada a un escenario rural y habla del final previsible de todo lo que nace.
Un abrazo, Paz. Suerte
Paz, sencillo y cotidiano en lo que cuenta, y muy ambientado. ESa mirava esquiva al padre es tan real que pone la carne de gallina. Suerte y saludos
A mi me alivia un poco que a Ximens le pase lo mismo que me pasa a mi, y he vuelto a releerlo tres o cuatro veces. No termino de pillarlo, Paz. No sé si es que sabe la fecha de su muerte, que se va a inmolar para que cobren un seguro…o lo que dice Ana. Será que estoy espesa. En cualquier caso, un beso.
Quien nace ya sabe que va muriendo cada día.
Un padre que deja en manos de su hija las instrucciones para cuando a él le llegue el momento. Todo medido, todo preparado de manera meticulosa. La hija mira ese papel con temor y tristeza, al padre no se atreve a mirarlo por qué quizás vea en su mirada la llamada de la muerte temprana.
Un relato bien llevado.
Suerte paz. Abrazos.
Pues la explicación de Belén se acerca mucho a lo que quería expresar.Excepto en lo de muerte fuera a ser prematura. El padre podría ser muy mayor y muy consciente de su siguiente paso. ¡Muchas gracias por los comentarios!
Eva, Javier, estoy como ustedes, comprendo la postura de Ma Belén, me parece buena, pero alguna neurona me está fallando.
Felicitaciones Paz, un relato muy trabajado.
Un abrazo mucha suerte.
En este caso, me ha ocurrido como a Ximens. He tenido que leerlo varias veces para encontrarle la explicación. Después de leer varios comentarios, llego a la conclusión. El padre se prepara ya su lápida.
Mucha suerte Paz. Un abrazo
Si.La puerta es la del nicho y la placa es la lápida.Si no se ha entendido debe de ser porque no me he explicado bien. Gracias de todas formas por pedir aclaración.Abrazos
Hola Paz. El relato me ha gustado mucho. Tienes una manera de escribir que llega. Con una segunda relectura me han encajado mucho más las cosas, y lo he vuelto a disfrutar. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio , no hay mayor alegría que saber que lo que escribes «llega».
Lo he tenido que leer un par de veces, Paz, y con la segunda lectura ha llegado el entendimiento. Mucha suerte.
Fabuloso, Paz. La escena de la limpieza de nichos me ha traído a la memoria una de Almodovar (de «Volver» si no recuerdo mal) dónde tambiés se retrata esa costumbre. La previsión del padre (con su presupuesto preparado y todo) va mucho más allá, si no lo he entendido mal. Parece que él es el primero en ingresar en lo que será el nicho familiar, pero detrás van el resto (¿o no?)
Las miradas de la hija me han despistado un poco.
Suerte y abrazos