125. Volver
En el silencio de la noche siento sus manos tibias sobre mis pómulos agotados, y aunque su padre detesta despertarse y descubrirlo entre las sábanas, lo he dejado hacer. Sólo es una pequeña concesión, me digo. Guillermo me aprieta la cara y respira sus dudas a escasos centímetros de mi boca. «Mamá, quiero volver ahí dentro». Le ocurre desde aquella tarde en la que descubrió de dónde vienen los niños. Le llueven desde entonces los recuerdos de una cuna cálida y suspendida, comenzando a detestar las horas de guardería o las prisas en el coche. Me sonríe con una mueca de fingido agradecimiento, al tiempo que me entreabre la boca. «Guillermo», le susurro. «¿Qué haces, Guillermo?», «Mamá, quiero volver a tu barriga».
Y me abre la boca deslizándose dentro.
Cuando despierto tengo un regusto ácido y una sensación de pesadez en el estómago. Mi tripa ha recuperado sus redondeces y siento pánico. Pero mi marido me lleva al doctor para que me tranquilice, extendiéndome un puñado de píldoras azules. La primera de ellas me provoca náuseas. Y aunque me tapo la boca y aprieto los dientes, aquella marea verdosa me excede, mientras siento a Guillermo buceando en su propio epitafio.
Impresionante relato de la muerte que vuelve a la vida, y la vida que vuelve a su génesis. Felicidades Xenia!
¡Muchas gracias por comentar, Ernesto! Saludos
Escalofriante manera de narrar, mezclas la belleza del amor maternal con la sinrazón de no querer vivir. Xenia, felicitaciones, te ha salido un relato surrealista y fantástico.
Un abrazo y suerte.