ABR51. LA BODA, de Isabel Sánchez Puga (Penelope G.)
Laura estaba frente al espejo, observaba el resultado del esmerado trabajo realizado por los miembros femeninos de su familia, pero no se reconocía.
Durante su adolescencia había soñado muchas veces con un esplendido vestido, con una iglesia llena de flores y ventanales que iluminaran su paso y sobre todo con el radiante marido que la desposaría. Sería un hombre apuesto y valiente como los caballeros de las novelas que tanto le gustaban, luciría un bigote fino y perilla y un cuerpo fuerte y torneado por mil batallas ganadas. Pero lo más importante sería su pasión por la vida y por ella, su amante compañera, por la que siempre lucharía y daría la vida si fuera necesario, lo haría todo por su amor.
-¡Así sería el hombre con el que se casara!
Le pusieron la tiara y el velo, mientras las damas sonreían bobaliconamente, orgullosas de su obra. Nadie notó su semblante ausente, ni la determinación en su mirada.
Los concurrentes sentados, admiraban la decoración de la sala, la música sonaba y un padre se encontraba frente la puerta esperando a la hija que debía acompañar.
Una novia marchaba en un taxi sin rumbo, en su bolso: novelas de caballería.
Isabel, me encanta tu relato, sobre todo el final. No hay nada peor que creer y enamorarse de un príncipe azul porque los hombres de verdad ni son príncipes, ni azules, ni perfectos. Son como nosotras: únicos. Un abrazo.