17. UNA VIDA PLENA
Apenas quince minutos después de aquella llamada telefónica, las ruedas de dos sedanes negros chirriaron en la explanada del matadero municipal. Sus ocupantes bajaron apresurados y, en silencio, siguieron al nuevo capataz por el pasillo central de la nave vieja. Al llegar frente a una de las últimas cámaras frigoríficas, el empleado abrió el portón, una nube gélida escapó como despavorida, y luego, cuando entraron, otro helor más afilado les sobrecogió. De las paredes colgaban, meticulosamente ordenados: un niño vestido de primera comunión, quince alumnos con su maestro, una bicicleta, dos lebreles, Kubala, el valle del Jerte, un zagal entre ovejas, una muchacha de ojos claros, un San Pancracio, una jura de bandera, un beso en un andén, Frank Sinatra, una pareja de recién casados, un motocarro, un taller mecánico, una peluquera de ojos celestes, un bebé, un piso en la ciudad, un seiscientos, unas vacaciones en Benidorm, una graduación de abogados, la boda de un hijo…
«Dios, papá, tú y esa manía de coleccionar recuerdos a tu manera para congelar el tiempo», musitó el juez, arrodillado junto al hombre recién jubilado que yacía en el suelo sonriendo, la frente en alto, y abrazado al bautizo de su primer nieto.
VICTOR, esta macabra coleccion de recuerdos sobrecoge, con esos tintes de relato negro que has dado a tu cuento nos haces pensar en las distintas clases de seres que poblamos la tierra. Suerte y saludos
Hola, Calamanda. Gracias por tu comentario, aunque estoy seguro de que, si relees el microrrelato, verás cómo esa “colección de recuerdos” no es en absoluto macabra.
Un saludo.
Me ha gustado esa idea de congelar el tiempo de forma literal y la ternura del relato con el abuelo abrazando el bautizo de su nieto antes de morir. Sin duda un bonito recuerdo para finalizar una vida.
Hola, Paloma, es importante para mí comprobar que algunas de mis intenciones al escribir este micro me las haces llegar implícitas en tu comentario. Muchas gracias.
Un saludo.
Lo que en principio parece algo macabro, termina de forma tierna, justo al contrario de lo que suele ser habitual.
Efecto conseguido.
Un saludo, Víctor.
Muchas gracias, Margarita, me alegra que te haya gustado. Eso me da ánimos.
Un saludo.
Al juez le pone en un brete, pero este coleccionista de recuerdos es tan tierno que me pongo de su parte.La ternura va a ser la clave. Mucha suerte.
La verdad, María José, es que no se me había ocurrido pensar en “esa otra mirada con respecto al juez” ante tal situación, y tu aporte me parece interesante como análisis.
Gracias por tu comentario. Un saludo
Me ha gustado mucho, Víctor, es un relato muy original y grato de leer. Hasta me he sentido identificada…Mucha suerte.
Hola, Eva.
Que te haya gustado mucho el micro, y que además te haya resultado grato de leer, colma con creces mis expectativas de aspirante a escritor. Que me digas que hasta te has sentido identificada, ha hecho que un temblorcillo recorriera mi fibra sensible y me costase volver a encontrar palabras.
(¡Glup…!).
Muchas gracias, y un cordial saludo.
Congelar recuerdos de esa manera puede ser morbosa pero es casi como verlo vivos, abrazarse al último he irse con el es una manera de llevarse consigo parte de lo que fue su vida.
Muy original.
Un abrazo y suerte.
Hola, Moli.
Hay ocasiones (ésta ha sido una de ellas) en las que me apetece darme un garbeo por los límites de la ficción, y probar a ver qué pasa por allí.
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo.
Una vida en imágenes, y esa necesidad tan humana de aferrarse a ella, cada uno a su manera. Un triste final, pero la ternura que despierta el texto, como ya se apunta en algunos comentarios, lo convierte en bello.
Suerte y un abrazo.
Muchísimas gracias, Cristina, por tus palabras. Qué bonita reseña has hecho de mi relato.
Otro abrazo para ti.
Me gusta este relato por la manera tan original de abordar el tema propuesto.
Felicidades.
Hola, María.
Fíjate que, al escribir el relato, en ningún momento pensé en la cuestión de la «originalidad» a la que tú y otras personas que me han enviado sus comentarios habéis ido haciendo referencia. Aprecio muy de veras este aporte que generosamente me transmitís y, en este caso en particular, quiero darte las gracias por ello y también por hacerme saber que te ha gustado el «micro». Eso me anima a seguir.
Un cordial saludo.
Oriiginal planteamiento el tuyo, Víctor J., para trasladarnos la importancia de resguardar o salvaguardar los recuerdos del peligro del olvido, su principal enemigo.
El desglose de recuerdos que nos ofreces me parece simplemente magnífico y aunque podría parecer que no tiene sentido y que es casi surrealista, tras una relectura meticulosa, se ve que todo encaja, que forman parte de una larga vida (una vida plena, en tus palabras) de experiencias personales con seres queridos. Así al menos lo he sentido yo.
Enhorabuena porque el microrrelato me parece muy bueno.
Mucha suerte y mis saludos más cordiales.
Muchas gracias, José Antonio, por la disección que has hecho de mi microrrelato, y por tu amable opinión, que me da ánimo para seguir escribiendo. Esas tres palabras (“UNA VIDA PLENA”), que dan título al micro, están extraídas precisamente del texto de la canción de Sinatra en la que hemos tenido que inspirarnos los participantes.
Un saludo afectuoso.
Con un deje macabro, pero a mí me ha parecido divertido y muy original. La vida es efímera, el momento preciso en el que estás… lo demás son todo recuerdos. Has barajado esa idea de una manera muy simpática e impactante. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias, Juan Antonio, por aportarme un nuevo ángulo de visión en cuanto a la lectura de mi microrrelato, y por hacerme saber que te ha gustado.
Un cordial saludo.
Me parece ver al abuelo, acostado en ese helado cuarto en el que ha colgado los retratos que reflejan los momentos más amados de su vida. ¿Qué mejor forma de verlos que acostado, abrazando el que más quiere en ese momento? Qué ternura y qué lindo homenaje al amor filial. ¡Muchas felicidades!