ABR47. LO QUE CERVANTES NUNCA CONTÓ, de María Elena Sánchez Álvarez
Emprendieron camino Don Quijote y su fiel escudero hacia tierras de la Villa y Corte. Exhaustos por el viaje buscaron posada. Hechas las diligencias y acomodados señor y siervo, se prestaron a un pequeño almuerzo. No resistiéndose el ingenioso hidalgo a los guiños de la exuberante manceba, se dejó llevar hasta su alcoba. Despojóse de su armadura y sus ropajes, tumbóse en la yacija donde sus famélicas piernas se perdían, desenvainó su arma y acometió la embestidura comenzando a cabalgar. Pisó el cielo, tocó la gloria. Aquel molino molturaba trigo de otro costal. Allí no había enemigo, la conquista estaba asegurada.
Transcurrieron los días y al ingenioso caballero le “picaba” la curiosidad por falta de conocimiento. Mandó a Sancho a buscar remedio. Tras días de infierno, le llegó la calma.
Fue en el lecho de la muerte cuando Don Alonso en estado febril, farfullaba entre dientes la letanía de su pasada gallardía y las palabras que aquel matasanos esgrimió cuando contemplando sus partes bajas nobles, vislumbró la invasión. Entonces ladillado y amancillado, que no vencido, dispusose a liberar la batalla. Con el recuerdo de la conquista el hidalgo acarició el firmamento.
Menuda batalla la de Don Quijote, que pena que también en esta ocasión la perdiera, aunque los enemigos sean muy diminutos no cabe duda que deben ser terriblemente molestos. Gloria Arcos
Si eso creo Gloria que son bastante «picaruelos», pero que si se tratan rápido desaparecen pronto. Eso dicen al menos.
Un saludo
Elena Sánchez
A veces muchos diminutos, bien pertrechados pueden desarmar a un grande.
Buen relato, divertido, ocurrente y con fundamento. Excelente capítulo. Suerte.Abrazo.
Efectvamente Antonia nunca hay que subestimar al adversario.
Me alegro que te haya parecido divertido.
Un abrazo
Elena Sánchez
Ya ves, que golfo!! Mucho amor platónico, mucha Dulcinea, mucho morro, el «caballero», …. pues toma permetrina, y si no quieres taza ¡dos litros!
Para que te fies Aurora, tanta caballerosidad para acabar con el fufú.
Un saludo
Elena Sánchez
Amojke…¡Vaya chasco me he llevao con Don Alonso! Ja,ja,ja.
Pero bueno, que le quitaran lo bailao (o lo cabalgao)y siguieran pensando que estaba loco por completo…
Me ha gustado, Elena. Suerte.
Ya ves Eva hay locuras que se pagan, pero mientras han durado como dices tu que le quiten lo cabalgao, que sin caballo ya tiene mérito.
Un saludo.
Elena Sánchez
muy divertido y muy moralista…
me encanto el giro inesperado…
Muchas gracias Kistila, me alegra que te haya gustado
Un saludo
Elena Sánchez
Pisó el cielo y tocó la gloria. Qué redonda te ha quedado esa nueva aventura del Hidalgo en lances de amor. Y como dicen por ahí: «No hay enemigo pequeño»
Si Paloma muchas cosas le pasaron, primero pisó el cielo, luego la gloria y más tarde el infierno y todo por una noche de «amor»
Un saludo.
Elena Sánchez
María Elena, Lo que hubiera remediado un buen antibiótico, pero no lo había Otros tiempos otros problemas. Fluido y original, tu relato atrapa desde el principio. Suerte y saludos..
Muchas gracias Calamanda, me agrada que te haya atrapado.
Mucha suerte también para ti.
Saludos.
Elena Sánchez
Pues para mí es un relato ganador. Tanto por el ritmo como por el tono conseguido y el lenguaje. Además, es gracioso y divertido. Felicidades.
Muchas gracias Ximens. Me alegro que te haya gustado y resultado divertido.
Un saludo.
Elena Sánchez
Hola Elena, nuy bueno tu relato, divertido y tan bien escrito y contado como si lo hubiera hecho el mismo Cervantes.
Sinceramente te felicito.
Asunción Buendía.
Asunción, muchas gracias por tus palabras y me alegro que te haya gustado.
Un saludo.
Elena Sánchez
Estupendo paralelismo, Elena, me ha gustado mucho lo de Aquel molino molturaba trigo de otro costal, vaya con la manceba. Lo único que no entiendo es que entrecomilles «picaba», no lo veo necesario en el texto.
Un abrazo.
Muchas gracias Susana por tu comentario. Ya ves la manceba, que placeres le proporcionó a la vez que otros malestares.
Las comillas las utilicé para añadir una cierta ironía al contexto.
Un abrazo.
Elena Sánchez