30. No muy lejos de aquí
Bebo despacio. La música de Sinatra se diluye a medida que avanzo hacia el balcón. La vista es preciosa: el río Hudson duplica las luces de Manhattan, y dudo entre qué es reflejo de qué. Pero no me sorprende, todo aquí parece trastocado, irreal. Y observo la luna de Octubre mientras considero las palabras de la canción que llegan suaves, oportunas, dolorosas. ¿Cómo será eso de jugar entre las estrellas? Pero sé que sin haber visitado los astros terminaré mi trago, terminará la melodía y querré sentir que me hundo en ese falso azogue que tirita no muy lejos de aquí, donde tu cuerpo lacio y hermoso no yazca atravesado sobre el diván.
Ahora tomo la pistola con desamparo, pero con la esperanza de que al menos tenga un tiro más.
Bueno, pues parece que el señor Sinatra y su canción están evocando más episodios tristes de lo que nunca hubiera imaginado. Entiendo en este relato violencia de género pero tampoco estoy segura, porque, Héctor, lo dejas ahí, en suspenso.
Mucha suerte y buen día.
Hola Mercedes. Hay violencia, sí. Casi siempre que se mencione un arma la habrá. Me parece que más que violencia de género existe algo más de trasfondo, algo que quizá ni el mismo protagonista llega a conocer.
Muchas gracias por tu comentario y un que tengas un excelente día.
Hola Ana, me alegro que te haya gustado el texto. Creo que tu primera apreciación es correcta. En cuanto al porqué, bueno, esa cuestión sí que es más difícil responder. A veces no todas las preguntas tienen respuesta.
Un saludo para ti también y gracias por pasarte por aquí.