ABR37. CONTRA LA CORRIENTE, de Hector Marcelo Romero
Son caballeros distinguidos, educados en quién sabe qué colegios y entre ellos se ensalzan y se tiran flores unos con otros. De las damas,¡Qué decir!, por ser cortés, tratándose de mujeres diré que, las alabanzas y loas que entre ellas se prodigan a veces chocan contra mis creencias religiosas, pero como soy, estoy y vivo en un mundo moderno, cierro los ojos,…( y como ya lo dice el dicho, ¨ojos que no ven, corazón que no siente¨)…como decía, cierro los ojos y hago de tripas corazón y,…le doy para adelante, y sigo a pesar de los desplantes,a pesar de la ignorancia, a pesar de la brutal indiferencia y pongo la otra mejilla, sin compararme con nadie porque soy único, como mis huellas, las mismas que dejaré en este espacio, cuando de aquí me haya ido,…un espacio que nadie puede ocupar, en esta cofradía, en esta hermandad, en esta sociedad no tán secreta, donde son como ¨los tres mosqueteros¨,uno para todos y todos para uno.Y yo,… aún sigo aquí, luchando contra la corriente, contra los molinos de viento o contra los fantasmas de mi fértil imaginación.-
Inconformista, amigo Hector, pero no por ello menos caballero…
Pareces dolido, Hector. En todo caso, un disgusto muy bien redactado.
Un saludo y ¡ánimo!
Es genial, una estupenda manera de mostrar que algunas veces donde vemos gigantes sólo hay molinos, o al revés.