62. RECUENTOS POPULARES VOL. II: RETORNO (C. Quílez)
Cuando la comadrona le informó de que su esposa no había superado el séptimo alumbramiento, se había imaginado que el recién nacido sería enorme, pero resultó que era ridículamente pequeño, apenas más grande que su dedo pulgar.
Luego, sin nadie ya que le ayudara a salirse de los baches en los que la vida y su manía de hacer las cosas a su manera le metían, vinieron los años del alcohol y la niebla, las deudas y el hambre.
Cada una de aquellas siete bocas que le imploraban comida terminaron por convertirse en otros tantos jodidos y estridentes problemas para sus resacas. Bien, –se dijo un día–, él los resolvería; y lo haría a su manera, vaya si lo haría.
Pidió prestada una furgoneta y les dijo a sus hijos que le había salido una mudanza y que necesitaba que le echaran una mano. Condujo hasta una ciudad desconocida y dejó a los niños adormilados en el interior de un bosque de callejuelas.
Una noche, mientras orinaba en el baño y canturreaba una canción de Frank Sinatra, se le aparecieron siete espectros. El menor de ellos sostenía un mendrugo de pan desmigado. El espejo sólo reflejaba un borracho balbuceante.
Huele a mugre tu historia. Y a humedad.
La desesperanza tiene mirada legañosa y los mocos resecos dificultan la respiración.
Sobrecogedor el final.
Vamos, que no tiene desperdicio.
Un beso
Me gusta esa analogía que planteas entre la podredumbre humana y el olor a humedad, Margarita.
Gracias por comentar y otro beso para ti.
¡Espeluznante!
Logradísima la imagen de los niños adormilados en el interior del bosque de callejuelas.
Terrible imaginar qué pensarían en el momento de despertarse, solos y en un lugar desconocido.
Gracias por comentar, Edita.
Saludos cordiales.
Es un relato terrorífico de niños abandonados, que parte de las tradiciones cuentistas populares. Me ha encantado, sobre todo el final.
En realidad, es una revisión de Pulgarcito, sólo que poniendo el foco en el padre que abandona a los hijos y sin final feliz, me temo.
Saludos cordiales, Paloma.
Pienso igual que Paloma, en la mejor línea de los cuentos populares has creado unos personajes peculiares y un mundo propio, aunque debidamente actualizado, al que es imposible no transportarse en la lectura. Tu protagonista, insconsciente y odioso, capaz de la mayor vileza, nada tiene que envidiar a los malos más malos creados por la mente del hombre, Darth Vader es un angelito al lado de éste.
Muy buen relato. Tú sigue contando, recontando y compartiendo, para que te leamos.
Un abrazo y suerte
En este caso, el malo -el leñador que abandona a sus siete hijos en el bosque- ya estaba inventado por Perrault, yo sólo lo he actualizado, como bien dices.
Gracias por tus palabras, Ángel y no temas, que bajo mi chistera siguen escondiéndose conejos y culebras.
Abrazo.
Durísimo relato. escalofriante, de los que pone el vello de punta. Atrapaste mi atención desde el comienzo.
Abrazo virtual.
Vaya, por los adjetivos que me dedicáis (sobrecogedor, espeluznante, terrorífico, escalofriante) bien puedo decir que me ha salido un relato de miedo.
Gracias por comentar, María Jesús y otro abrazo para ti.
Una terrible historia que envuelve desde el principio. la pérdida de su esposa, la angustia bañada en alcohol, la algarabía inocente de sus hijos, la impotencia, la resaca… Un instante de dudosa lucidez y la tragedia. Fantástica imagen la de esos niños adormilados, parece que les ves igual que en el reflejo del espejo.
Un relato duro, espeluznante y genial.
Un abrazo enorme Carles.
Y, añado, una condena eterna en forma de aparecidos y remordimientos.
Beso grande para ti, Mª Belén.
Durísimo, tan duro como la realidad de padres alcoholizados e hijos maltratados. Esa realidad convierte tu cuento en una crónica amarga.
Por desgracia, este tipo de cosas pasan, sí, y en esta ocasión he apostado por mostrarlas en toda su crudeza.
Saludos cordiales, Ezequiel.
Ya te han dicho todo, que más podría agregar?
El relato es fantástico además de duro. Ese final pone a tu protagonista en su real dimensión, la bajeza humana en su peor momento.
Excelente.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Moli. En esta ocasión el espejo sirve para mostrar el personaje sin contemplaciones.
Saludos cordiales.
Uf, Carles. Menudas «maneras» las de ese tipo. Espero que los pequeños espectros le amarguen unas cuantas noches. Enhorabuena, gran relato.
Yo creo que entre los espectros que regresan de la calle y los que habitan en su cabeza, va a pasar unas terribles navidades. Todito lo contrario de lo que te deseo a ti. Que pases unas felices fiestas, Belén y enhorabuena también por tus últimos éxitos.
Besos
Buen relato, Carles; el ser humano puede llegar a ser un monstruo. Tú nos has mostrado una de sus más terribles caras, y lo has hecho con maestría.
Suerte y abrazo.
Recojo tus buenas palabras y te las devuelvo convertidas en mis mejores deseos para estas fiestas.
Abrazos, Cristina.
Relato trágico muy bien contado. Me ha encantado la imagen de los niños abandonados en un bosque de callejuelas.
Un abrazo
Como siempre, agradecido por tu constancia, Blanca.
Un beso y felices fiestas.
Pues otro relato que me encanta. Consigues una imagen muy nítida de una idea que puede atesorar muchos matices, y creo que el mérito corresponde sin duda a como has ido expresando. Felicidades y mucha suerte !! 🙂
Juan Antonio, agradezco de veras tu perseverancia y ese punto analítico pero al mismo tiempo animoso de tus comentarios.
Eres siempre una buena noticia.
Saludos cordiales y que acabes de pasar unas felices fiestas.
Terrorífico y genial, me ha encantado. Uno puede vivir a su manera, pero acciones tan miserables, no se me ocurre otro adjetivo, retratan su inmundicia moral. Solo espero que por lo menos, en ese vivir a su manera, aparezca otro actor y que sea el principal, la conciencia. Abrazos, Carles, y felices fiestas.