66. Paquito, el crooner
El pobre Fran me llamó el otro día. Quería quedar conmigo para contarme algo y desahogarse; me pareció que estaba muy tristón y no me pude negar, aunque no me apetecía nada porque siempre está quejándose de Sammy y esos, pero luego bien que se va de juerga con ellos. A mi solo me llama para penas.
Fran tiene los ojos azules, pero cuando entré en el bar y le vi, me pegué un susto de muerte; morados los tenía. Al principio pensé que eran hematomas y como me había advertido de algo terrible, pensé en una pelea; claro, como anda por ahí de madrugada, por esos garitos, con esa cuadrilla… Pero no, el pobre Fran se había hartado de llorar, porque su mujer, Ava, le había engañado.
Ahí, ahí —pensé yo— donde las dan, las toman. Pero no me pareció prudente decírselo al pobre. Bastante disgusto tenía. Me dio un poco de penita, la verdad; que te pongan los cuernos pase, pero que sea con un torero y a ritmo de pasodoble… ¿qué maneras son esas?
Al final a ese cantante melódico y vividor le pagaron con la misma moneda, la de la infidelidad, pero además con agravante musical. Dicen que la vida termina por poner a cada uno en su sitio, pero también es cierto aquello de «Dios aprieta pero no ahoga», pue al menos parece que tiene amistades que pueden consolarle.
Un saludo, Aurora. Suerte
Seguro que es la ley del Talión, si te toca, te toca. Pero a ritmo de pasodoble?…
En fin.
Me agrada tu humor.
Un abrazo y suerte.
Aurora, muy divertido.
Al final, donde las dan las toman.
Un abrazo
Pobreeeeee…menos mal que le quedan buenos amigos…jajajajaa
Ojo por ojo, y como bien claro dejas, donde las dan las toman. Curiosa y divertida visión en la que envuelves a tu protagonista. Mucha suerte 🙂