75. OMNES UNA MANET NOX (Ignacio J. Borraz)
El abuelo Claudio era un hombre singular. Por sus pómulos discurrían hondas y serpenteantes las cicatrices y arrugas de dos guerras, mezcladas entre sí, definiendo la topografía vital que rodeaba unos ojos de almendra, profundos y serenos.
Los últimos años lo habíamos visto, poco a poco, marchitarse: dejar de dar sus grandes paseos y volverse más callado, como si sus palabras certeras se apagaran al mismo tiempo que su mirada. Puede que pensara que ya lo sabíamos todo, puede que ya no tuviese la necesidad de explicarse. Todavía, algunas tardes de tedio y frío en que iba a visitarle, le pedía que me volviese a contar alguna de sus aventuras.
Cuando aquella tarde me pidió que le lleváramos a la casa de la playa, empecé a llorarle en el silencio de su ruego. Llamé a toda la familia y nos reunimos allí, al calor de la chimenea de la pequeña construcción blanca. Después de cenar, desempolvamos sus gastados utensilios de pesca y su chubasquero recio. Nos dio un último beso y se subió a su barca para ir al encuentro de la muerte entre el salitre y las olas. Como siempre había querido, a su manera.
Conmovedor, Ignacio. Me has hecho moquear un poco. Y te lo perdono porque eres tú.
¡Mucha suerte!
Muchas gracias, Patricia 🙂 Me alegro de que te haya gustado y de que me perdones ese moqueo 😛
Excelente, me recuerda al: «Viejo y el mar» . Muy sentido.
Un abrazo y suerte.
Gracias, El Moli! Me alegra que te evoque a una obra tan estupenda 🙂
Alguien que comprende que su ciclo vital se agota y decide terminarlo con dignidad y a su manera. Le aguardarán nuevos mares en otra dimensión, donde volverá a ser singular y auténtico.
Un saludo y suerte, Ignacio
Gracias por tu comentario, Ángel.
Seguro que sí, siempre aguardan nuevos mares.
Maravilloso que el abuelo Claudio defendiera su manera de vivir y ahora lo haga también con la de morir, y también maravilloso que la familia la respete.
Muy buen texto Ignacio.
Gracias, Reve!
Me alegro de que te parezca un buen texto 🙂
Me ha encantado la descripción física del abuelo. Y me ha emocionado mucho el micro por cuestiones personales. Yo creo que la vejez es una larga, larga despedida. Un abrazo.
Muchas gracias, Mar!
Me gusta esa consideración de la vejez. Ojalá poder llegar y ojalá poder despedirnos con pausa y sosiego.
Un abrazo!
Qué grande relato y qué gran personaje ese abuelo que has pintado a tu manera, y qué manera. Felicidades Ignacio, todo un relatazo.
Muchas gracias, Belén!
Celebro que te gusten tanto mis relatos :), hace poco también me dejaste una pedazo de opinión así a otro texto, creo que en cincuenta palabras. Gracias de nuevo!
Hay muchas maneras de afrontar el final de un camino. Tu relato nos va anticipando esa marcha y la va cubriendo de buenas letras y sentimiento. Mucha suerte 🙂
Genial retrato/relato, Ignacio. Encierra toda una filosofía de vida.
Suerte y abrazos