ABR23. CABALLERO DE CLASE, de Miguel Ángel Cejudo López
Sé, tal y como he leído en los cómics, que debo defender a mi Señora de toda afrenta o ataque, y juro que aquel día lo intenté:
Ella, mi Señora, estaba en el rincón del patio donde suele ponerse con sus amigas a la hora del recreo cuando se acercó el malvado bravucón de la clase, junto a sus lacayos babosos. No se muy bien que es lo que pretendía pero estaba convencido de que algo malo tramaba, tratándose de la alimaña que es, pues a mí nunca se me acercó para nada bueno. Fiel a mi obligación y honor de Caballero acudí raudo para proteger a mi Señora e interceder por ella ante el bravucón. No llevo espada, todavía, pero se que mis palabras y mis razones son en exceso afiladas y pueden herir más que cualquier tizona. Poco más recuerdo, pues el trompazo del bravucón fue tremendo y debido a la caída me golpee la cabeza, perdiendo el conocimiento.
Me consta que mi Señora está orgullosa de mí, pues siempre que la veo junto a sus amigas y se percatan de mi presencia, se ríen y me señalan. Es evidente que mi hidalguía la hace feliz.
El recurso de poner en labios de un niño la forma de hablar culta y anticuada de un adulto del s. XVII produce un efecto cómico, pero has conseguido además,para este pequeño e inocente «gafapasta», nuestra ternura.
Simpático, el niño. Menos simpático, el bravucón. Y la Señora… un poco menos señora. Me gusta como has utilizado el lenguaje. Muy buen relato.
Un abrazo sonriente.
Una muy original versión del caballero andante. Felicidades.
Nuria
Gracias!!! Es un temas «demasiado» fantasioso … Recuerdo mi época de cómics!! 🙂
Un saludo!
El recurso de poner en voz de un niño el lenguaje medieval me pareció una idea muy chula. Buena suerte.
Gracias tocayo!!! Intentaré pasarme más por aquí, leer, comentar y aprender… Soy un advenedizo!
Un saludo!