Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ABR13. LOS ANTEULTIMOS, de Ricardo Ramón González Ramos

Chirriaron sus frenos y el retrovisor que le quedó pequeño.
Acabo de sacar el coche del chapista por otro siniestro similar.
¿Estás ciego? ¿Eres tonto?
Hacia tanto frío que no me apetecía estar fuera del coche oyendo eso.
-Creo no ser tonto, contesté con desgana. Hoy recibo mi titulación cum laude y tengo carnet de conducir, pero no si se tú lo tienes.
¡Oh! Con esto se enfadó. ¡¡Se quitó el guante y me abofeteó con el!!
-Mañana de madrugada en las campas tras la plaza de San Cipriano y elige arma-.
Yo no entendía nada.
Elegí arcabuz corto de avancarga. Saqué dos de la oploteca de mi suegro.
Ni en Yecla se oyó tal estruendo. Se me olvidó limpiarlos y reventaron.
Lo recordamos en la cena anual con nuestros padrinos.
Pedro, el suyo, fue mi compa de pupitre en Claretianos en nuestra infancia. En todas las cenas rememora cuando el 6 de agosto de 1952 en Chile, Raúl Rettig y Salvador Allende se batieran en duelo por una disputa en el senado. Probablemente el anteúltimo de la historia y que también resultó ser el comienzo de una gran amistad.
Todos fallamos en el momento crucial.
¡Aleluya!.

5 Responses

  1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

    Estamos muy madrugadores esta vez, ¿verdad Ricardo?
    Pues tendré que tener cuidado contigo. En mi oploteca, (del griego hóplon (arma) y théke (depósito), de paso, gracias por aumentar mis conocimientos), tengo algunas pistolas de avancarga de duelo y un revolver Remington calibre 44 de tambor de seis alvéolos de avancarga, como los utilizados en la guerra de secesión americana. Nunca los he utilizado, aunque paso la revista ante la guardia civil cuando toca, y no me gustaría verme obligado a hacerlo. Tambien tengo varias armas blancas de época. Ya estás avisado. No juegues conmigo.
    Un abrazo.

  2. Nieves Mtz. Menaya

    Por qué he de recordarte: por tus recetas, por tu sonrisa o por tus relatos, hombre-orquesta? Grande grande grande.
    Un abrazo

    1. Ricardo

      Con que me recuerdes es más que suficiente.
      Ah! Mi señora también me llama grande, grande, grande, aunque, pensándolo un poco creo que en otro sentido.
      Un beso.

  3. Un tal Miguel

    No entiendo ni admito que tu relato sea parte de vivencias personales o de tu biografía escondida. Sabemos que no eres capaz de hacer daño a nadie ni de poner una mala cara (tu sonrisa casi perenne, la tienes en el ADN), por eso lo del reto, las armas y la bronca lo has soñado en una mala noche. Menos mal que has metido algo de una cena, y ahí, con la comida, sí te identifico. Te has salvado por los pelos.

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