06. La familia y uno más (Susana Revuelta)
―Papá, papaaá… ¿Falta mucho? ―repite aburrido Álex mientras golpea con un muñeco articulado la cabeza de su hermana, que no para de gimotear y quejarse a su madre. Pero esta no le hace el menor caso porque va parloteando de esto y aquello sin dejar de mover el dial de la radio hasta detenerlo en una emisora donde esa mañana, vaya por Dios, dedican el programa a repasar los éxitos musicales del cantante Joselito, El pequeño ruiseñor.
Al intentar aplastar una mosca, la mujer da un manotazo al mando del limpiaparabrisas que se pone a girar frenéticamente de un lado para otro embadurnando con cagadas de paloma y barro la luna delantera justo en el preciso momento en que están adelantando a dos ciclistas.
Veinte interminables minutos después, el GPS anuncia el final del trayecto. Con las piernas temblorosas y la camisa empapada en sudor, Ramón se apea del coche. El examinador abre una de las puertas traseras y se baja también.
—Enhorabuena, Ramón ―le felicita dándole unas palmaditas en la espalda―, ha aprobado usted el carné de conducir. Algunos días nadie consigue superar la prueba práctica. Por curiosidad, dígame, ¿tiene usted hijos?
Con todos mis respetos al Pequeño Ruiseñor y sus fans, no es muy extraño que desde que aparece dentro de un coche, por aquello de la magia de las ondas, todo parezca alterarse. Hasta entonces, el aburrimiento del niño, verbalizado en la eterna pregunta en ruta, entra dentro de la normalidad; sin embargo, justo después, el limpiaparabrisas embadurnado y el peligroso adelantamiento a los ciclistas no auguran nada bueno. El final, aunque pueda parecer a primera vista un retazo diferente, enlaza con el principio, así como con el título.
Seguro que se me han escapado detalles, aunque espero haberme acercado a interpretar tu relato como tú mereces.
Un abrazo, Susana. Suerte y feliz año
Susana, no se si he interpretado tu relato como merece, pero si me ha gustado el pandemoniun que relatas, me quedé pensando en los ciclistas, ¡sobrevivieron? Pero el final nos pone en orden y al fin se devela la trama. Me gusto el humor con que le pusiste.
Un abrazo y suerte.
Un examen exhaustivo con todas las variables de distracción de una familia tipo camino de Benidorm, jajaja. Muy divertido, Susana. Abrazos.
Solo quería dar ideas para el examen del carné de conducir. Para hacerlo más jodido, jeje.
Abrazos.
Da gusto empezar el año con una sonrisa como la que nos deja tu cuento. Me recuerda los viajes con mis hijos pequeños, pero yo no tenía tanta paciencia
Yo en esas circunstancias y bajo esa presión que describes no aprobó seguro. Abrazos maestra
¡DGT! ¡Toma nota, que de aquí sale una fuente de ingresos!
Susana, a ver ti te lo pilla la DGT y lo dramatiza para alguna campaña veraniega. Genial esa vuelta que le has dado con ese simulacro de viaje tartanero y que resultó ser un examen para obtener el permiso de conducir. Más real no se puede. Mucha suerte 🙂
Sí, tú dale ideas… 🙂 Muy original y puñetero.
Pero…
¿Qué demoníacas autoescuelas existen en Cantabria?
Joselito, cagadas de palomas, niños carne de sopapo King Size…
Susana, espero que tras aprobar el carnet de conducir, el pobre desgraciado se compre un coche, le dé gas y no frene hasta llegar a Benidorm.
Y si en la carretera se lleva por delante al psicópata que ideó su examen… Pues oye, un bonus extra pal zurrón.
Original y, sin duda, muy diferente relato de los que, intuyo, leeremos este mes.
Enhorabuena por salirte de la autovía y llevarnos por carreteras secundarias.
Ay, Susana, ¡pobre Ramón! De seguro que no más por llegar a salvo le dieron la licencia y sacó un diez. Felicidades y gracias por recordarme a Joselito. Ahorita lo pongo, en la radio de ahora que se llama Youtube!
Cuando hace… mmm… cuando a los dieciocho me saqué el carné, se me quedó por ahí esta idea transformada en micro. Un examen práctico es práctico si añades a los niños insoportables, el veoveoquéves, contar tiburones que nos adelantaban (vehículo francés de no sé qué marca), pitar a los camioneros con placa española, la luna trasera tapada por las bolsas del maletero (teníamos un R 12 familiar), las paraditas para comer y mear al lado de la carretera, junto a unos chopos y unas mesas de madera. Ah y el olor de las gasolineras.
Santander Málaga, en dos etapas, por Saltacaballos. Hoy con el AVE y la autovía este cuento no habría ocurrido.
Por cierto ahora que leo tu comentario, te animaría a que pruebes con la versión larga y saques un cuento muy divertido de aquí.
Me encantan tus relatos, entre otras cosas, porque apuestas muchas veces por el humor, y ya eso es de valientes. Y si supieras cuánto echo de menos tu blog de dinosuarios jeje. Mucha suerte, Susana, con tu novato.
Vaya Susana, cómo te las gastas. Menos mal que no es así el examen, porque desde luego, no aprobaba ni la mitad. Idea original y ladina, pero muy divertida. Gracias y felicidades.
Original y divertido relato. Una manera de examinarse que desde luego no contaría con muchos aprobados y si con algún frenazo en seco para apearse a respirar, gritar y desahogarse. Tu protagonista creo que se pensará y mucho tener hijos o casarse. Apuesto que se comprará un deportivo bien pequeño. Lo de Joselito un puntazo.
Suerte y un beso Susana.
Susana, ese giro final me ha descolocado, luego, me ha dibujado una sonrisa. Qué puñetera eres 🙂 . Solo faltaba que añadieran pruebas así en el examen del carné de conducir!!!
Buen relato, con sorpresa final.
Un abrazooo
Susana, en tu cuento juegas con nosotros, los lectores, hasta el final. Original propuesta. Suerte y saludos
Hola Susana.
Mientras leía tu relato, sospechaba que la autora estaba rescatando a la luz una parte de su vida. De esa vida que muchos también hemos vivido hace ya algún tiempo, pero que nos encanta recordar.
Por cierto ese «tiburón», del que hablas en uno de los comentarios, lo fabricaba Citröen.
Me encantó,
Ton.
¡Aprobada!
Saludos cordiales
Jajaja, sólo faltaría eso en el examen de conducir! Afortunadamente la mayoría nos lo sacamos cuando todavía no hay niños de pasajeros y podemos elegir si poner música o no, así ya tenemos práctica cuando llegan todos los ingredientes 🙂
Divertida y sorprendente historia.
Un saludo
Bien, bien, un aprobado pero alto, ¡eh! Que vaya volantazo he tenido que dar al final, jeje.
Gracias a todos por dedicar un rato a mi cuento.
Abrazos.
Susana, debo reconocer que he tenido que releer tu relato porque la primera vez no había entendido nada.
Pero una vez comprendido, me parece original y desde luego que el examen bien podría realizarse así, porque cambia mucho conducir solo que en familia.
Un saludo
¡Qué bueeeeeno, Susana! Así seguro que no aprobábamos a la primera y las autoescuelas se iban a forrar jaajaj. Qué original. Mucha suerte
Besazos
Jajajaja…si a mi me hubieran hecho, tan solo encender la radio, mientras me examinaba, hoy todavía no tenía el carnet de conducir. Y si, que buen lugar para escucharla, si vas sola y no tienes que andar cambiando de emisora (que carnet tengo pero sigo siendo torpe).
Todo dicho. Admirada quedo con la excelente utilización de las rayas de diálogos, a mi me cuestan un montón.
Felicidades