30. LUCES Y SOMBRAS DE LA MEMORIA (Elena Casero)
Franco, que era un señor con bigote que tenía un doble en mi calle, aunque él no lo sabía porque cuando venía a Valencia no se mezclaba con los pobres por si acaso le contagiaban alguna penalidad o un retortijón de hambre, siempre hablaba por la radio. Lo escuchábamos en la Telefunken que tenía luces intermitentes de colores y botones redondos.
Pero de todo eso, de lo del doble de mi calle, de escuchar la radio y de que teníamos goteras en casa, nunca se enteró porque mi padre y él no eran amigos. Cuando tuvimos televisión Franco llevaba el mismo bigotillo que en las fotografías, aunque tan ralo que parecía un batallón de hormigas viejas. Pero seguía yendo bajo palio, construyendo casas mal hechas para los pobres o firmando sentencias de muerte. Y salía en el NO-DO junto a la señora sarmentosa que lucía collares que le estrangulaban los sentimientos.
Por las mañanas el sol, la música clásica y la voz canora de mi madre llenaban los resquicios de las paredes, las costuras de su delantal o las hojas de los libros de cuentas de mi padre. Y, por unas horas, olvidábamos que Franco seguía inaugurando pantanos.
Elena, me gusta la ambientacion de tu historia y su desarrollo tan minucioso. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda.
Ya veremos. Abrazos
Más allá de que relatas hechos desconocidos para mi por vivir del otro lado del charco, me gusta tu historia por lo amena e ilustrativa.
Un abrazo y suerte.
El mOli, fueron tiempos duros en España. Recuerdos en blanco y negro. Gracias por el comentario.
Un abrazo para ti también
La frase de la sarmentosa de los collares qu le estrangulaban los sentimientos ya vale por si misma un Potosí, aunque ella no valiera nada. Mi aplauso y admiración, Elena, por tus letras. Beso y suerte.
Gracias Eva. La imagen me vino a la memoria enseguida. Ella, desde luego, valía poco.
Un beso y gracias de nuevo
«le estrangulaban los sentimientos» qué bien has reflejado con esta imagen aquella situación. Muy bien radiada.
Besicos, Elena.
Gracias Cabopá. no sé si se los estrangulaban o si es que carecía de ellos.
Besicos para ti
Has hecho un uso del lenguaje y de las imágenes exquisito. Además lo has dotado de una gran historia de fondo que no le es ajena a nadie. Me ha gustado mucho el relato. Felicidades y mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio. Una historia que sigue permanente en la memoria de muchos de nosotros.
Un abrazo
Reflejas muy bien las luces y las sombras de aquellos años.
Un relato bien ambientado y con unas frases finales que dejan un buen sabor de hogar.
un beso Elena, suerte.
Muchas gracias MºBelén. Con los años recordamos lo más antiguo, lo que se ha quedado grabado a fuego. Es un relato absolutamente real.
Un beso y suerte para ti también,
El último párrafo me parece precioso. Tu relato es memoria histórica hecha literatura, y me ha dado un poco de susto darme cuenta de lo bien que recuerdo lo que cuentas en el segundo párrafo… Parece que mi memoria va convirtiéndose en histórica también. Besos y suerte.
Gracias Ana.
Yo ya tengo memoria histórica desde hace tiempo. Cada vez recuerdo mejor el pasado.
Besos y suerte también para ti
Gracias por el magnífico relato Elena. Con esta historia nos recuerdas aquello que nunca debió acontecer.
Un abrazo y suerte,
Ton.
Gracias Ton
El caso es que sucedió. Lo que no debe, es repetirse-.
Un abrazo y gracias
Muy bien ambientado el relato. La verdad es que no me ha llevado a la España de blanco y negro, sino a esa de mi infancia, con colores fuertes y rancios que nuestra mente conserva.
Un abrazo.
Gracias Isidro,
es un relato real como la vida misma. Mi infancia no tuvo blancos y negros tampoco, fue muy colorida.
Un abrazo para ti
El lenguaje y las imágenes son exquisitos. Me gusta mucho el punto de vista desde el que está contada la historia. Una mirada que parece infantil y por eso no contaminada por la realidad.
Me ha gustado mucho, Elena. Suerte!!
Muchas gracias Patricia. Una mirada infantil, de hace muchos años.
Te deseo toda la suerte a ti también
Me han encantado las expresiones «tan ralo que parecía un batallón de hormigas viejas» y «la señora sarmentosa que lucía collares que le estrangulaban los sentimientos». Me parecen muy acertadas y visuales. ¡Suerte y enhorabuena por el micro!
Gracias Izaskun me alegra que te hayan gustado las expresiones que he utilizado.
Espero tener suerte esta vez
Buen relato, Elena, y muy acertado rememorar cómo eran las cosas y que el señor del bigote, efectivamente, hasta el 27 de septiembre de 1975, firmó sentencias de muerte. Que a más de uno se le está olvidando (o hace como si nada hubiera ocurrido)y también hay otros muchos que lo ignoran.
Saludos cordiales
Muchas gracias Carles. Tienes razón en lo de la memoria, parece que se nos han olvidado muchas cosas de aquellos años grises.
Saludos
Qué tiempos aquellos. Tal y como lo cuentas, así era nuestra vida. Aunque en mi casa se le quería mucho a Franco tampoco paró en ella, pasaba a toda velocidad por la puerta donde vivíamos, camino de Extremadura, de caza. Siempre lo sabíamos porque se apostaba un guardia civil cada 50 metros. Y la radio, como dices, la gran compañera. Suerte a fin de mes.
Así era,Javier, así, más o menos. Y la radio como compañía indispensable día y noche.
Suerte para ti también
Un relato tan bien contado que te parece vivirlo. Aunque no seas de estas tierras, la historia como dice Juna Antonio, la conocemos todos.
Abrazos y suerte
Gracias Maria. Los dictadores y la vida que nos hacen llevar son iguales en todas partes.
Un abrazo y suerte para ti también
Hola, Elena.
Franco tampoco vino a mi casa nunca. Yo solo recuerdo de él cuando se murió porque estuvimos tres días sin tele y con carta de ajuste. Las meriendas de esos días fueron mucho más tristes sin La Casa del Reloj o Los Payasos de la Tele.
¡Qué gran micro!!
Abrazos.
Hola Towanda
Fíjate que yo casi no recuerdo cuando se murió. Supongo que por la alegría o la esperanza de tiempos mejores.
Muchas gracias por tus palabras
Abrazos