44. Simplemente María
Fui destronado en el verano del 72, con el nacimiento de mi hermano Gerardo. Todas las atenciones y mimos cambiaron de protagonista, y yo me sentí –por primera vez en mi vida– como un mueble. María me había dicho que ya era mayorcito para limpiarme el culo, y que no me cantaría más nanas. Aunque llorara sin desconsuelo hasta desgañitarme, ella solo atendería al nuevo príncipe.
No sabía si odiar más a Gerardo o a María.
Pero, ¡oh, sorpresa!, descubrí que todos los días, a las cuatro y media de la tarde, se olvidaba también de Gerardo. Encendía la radio y escuchaba embelesada las aventuras y desventuras de… ¡Simplemente María!
Entonces comprendí que ella, una humilde chica de Santander que trabajaba en casa de mis abuelos, escondía un terrible secreto que la radio se encargaba de airear cada tarde. Adopté la firme determinación de no permitir jamás que nadie la volviera a hacer daño. Ideé romper la radio, pero deduje que sería inútil: me ganaría una buena regañina y comprarían otra. Así que me conformé con escucharla abrazado a ella mientras me acariciaba el cabello.
Cuando la radionovela acabó, a finales de 1973, yo ya me había hecho mayor.
Fernando, entrañabe situacion, dura para un niño, que cuentas fenomenalmente. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda.
Besazos.
Una radionovela que parecía que nunca iba a terminarse, pero, como a todo, le llegó su final, igual que a la niñez del protagonista, sin que se trate de algo traumático, sino más bien de una evolución natural. Era un género con un público muy fiel. En este sentido recuerdo otra radionovela, creo que posterior: «Lucecita».
Un abrazo y suerte, Fernando
Cierto, ängel, se nota que los dos tenemos años. «Lucecita» fue posterior, con tanto éxito o más que «Simplemente María». Ahora parece mentira que tantos millones de españoles se pegaran a una radio para escuchar una radionovela, ¿verdad?
Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad…
Siempre ahí, Ana. Muchas gracias por tus palabras.
Besazos.
Seguro que aquello te izo más duro, aunque no sé si eso es bueno o malo.Abrazos y suerte
Manuel, no es autobiográfica, pero muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Fernando, una historia bien contada. Pobre principe destronado que tuvo que crecer en un año, pero suele ser así con los hermanos mayores.
Un saludo, y suerte.
Muchas gracias, Blanca. Me acordé de las radionovelas y pensé que era un buen filón para el tema del mes.
Abrazos y besos.
Que buena historia desde la mirada de un niño, tuvo que aprender a compartir y eso cuesta.
Esa telenovela si no me equivoco era argentina, y duró una eternidad.
Me quedó una doble lectura de esa frase: Cuando terminó yo ya me había hecho mayor…
Un abrazo y suerte.
Hola Luis, muchas gracias por pasar por aquí. Efectivamente, la radionovela se basó en un guión original de una escritora argentina, creo recordar. Se hicieron muchas versiones, cada una en su país, y luego se hicieron telenovelas también en muchos países, aunque en España nos quedamos solo con la radionovela.
Abrazos.
Desconocía esa radionovela (de hecho debo desconocer casi todas) pero me ha gustado saber de ella. Intentaré profundizar un poco. Seguro que tu relato lleva un montón de guiños que ahora me pierdo. En cualquier caso, muy bien escrito. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias por pasarte, Juan Antonio. Me alegro de haber picado tu curiosidad sobre un género que movilizaba a millones de personas en España y que ahora nos parece muy lejano e irreal. Si investigas te sorprenderás de muchas cosas, ya verás…
Abrazos.
Me quedo con que, en el fondo, a tu protagonista lo que más le gustaba era que ella le acariciase el cabello mientras, embelesada, escuchaba la telenovela. Detecto algo parecido al primer enamoramiento.
¿Me equivoco?
Mucha suerte Fernando.
Ton.
Has dado en el clavo, amigo Ton.
Abrazos y suerte con tu libro, que ya estoy deseando leerlo.
Todo príncipe destronado busca ideas para ser de nuevo coronado, si además añadimos la necesidad de unas caricias por parte de la cuidadora se potencia el ingenio.
Tú lo has sabido mostrar de manera esplendida.
una telenovela que duró lo que a él le duró la niñez.
Un beso Fernando. Suerte.
Tus palabras siempre son bienvenidas como el agua en mi tierra. Muchísimas gracias, Mª Belén.
Entrañable historia, contada desde el rinconcito más intimo .
Eso que narras, lo han vivido muchísimos niños.
Suerte, Fernando.
Muchas gracias, María Jesús.
Un abrazo muy fuerte.
A mi me ha gustado que el muchacho confunda a las dos Marias. Una buena historia de una época que conocí.
Abrazos
Cuántas Marías hubo, hay y habrá por el mundo, ¿verdad? Me alegra que te haya gustado, Javier.
Un abrazo.
¡Ah, bravo, Fernando!
El chico hizo de la necesidad virtud y encontró la manera de resolver su terrible desventura con una aliada excepcional: la radio.
Abrazos.
Muy emotivo, Fernando. Una historia tierna sobre el paso de la niñez a la juventud. Me ha gustado mucho. Suerte.