102. La isla de las ondas perdidas (Javier Ximens)
Hay en el cielo una isla de nube a la que llegan todas las ondas radiofónicas que no son escuchadas por nadie. Como las olas del mar que traen la arena, las ondas van dejando las conversaciones, la música e incluso las interferencias en su litoral de agua. Casi todas las tardes bajan a la playa de gotas unos angelitos a jugar con las palabras, las notas musicales y los ruidos. Los querubines construyen castillos de letras, con enes como almenas, oes de troneras, aes de puertas y eles de puentes levadizos. También escarban pequeños hoyos en la niebla, se cubren con oraciones y al levantarse dejan huecos por los que se filtra la luz divina que llega a los hombres. A los serafines les gusta recolectar notas para componer y cantar las alabanzas, recogen semifusas que se colocan como peines entre los rizos, se acercan claves de sol al oído y escuchan el sonido de los humanos. Algunos tronos que iban para diablillos cogen los ruidos y los hacen chocar entre sí, suenan como truenos en días despejados y los hombres alzan la vista hacia el cielo.
Solo cuando llegan llamadas de socorro les avergüenza bajar a jugar.
Dicen que las palabras se las lleva el viento, como buen refrán debe ser cierto, aunque también resulta incompleto, porque guarda silencio acerca del destino de esos vocablos y de las notas musicales, que van a parar a un lugar fuera de la vista de los hombres, más cercano a lo divino. Un relato que demuestra que nada se pierde, que la imaginación puede crear mundos propios y textos simpáticos, originales y tan bien escritos como éste. Su formato de cuento clásico podría hacer pensar que va dirigido en exclusiva a un público infantil, pero nada más lejos de la realidad, como se constata en la última frase, con esas llamadas de socorro no atendidas que avergüenzan a los querubines y también deberían sonrojar a los hombres.
Cuando no me guste lo que escribes te lo diré, pero hoy tampoco es ese día.
Un abrazo y suerte, Javier
Me parece fabuloso, Javier. Hay que leerlo varias veces para poder apreciar todas las imágenes. ¡Y no da ningún trabajo hacerlo! ¡Enhorabuena!!!
Precisos relato Ximens. Me ha parecido un precioso homenaje a la radio (soy una forofa de toda la vida) y así lo he percibido. Ha sido un placer leerte,con relatos así, se queda una con ganas de más.
Besicos muchos.
Bravo, D. Javier. Siempre pones el listón tan alto como tu isla de nubes. Enhorabuena.
Un saludo y reverencia con sombrero en mano.
LuisCar.
Javier, muy buen relato, lleno de bonitas imagenes.
Suerte y abrazos
¡Una genialidad! 😉
Un relato en el que nos llevas a jugar con angelotes, palabras y música, usando metáforas muy bellas y brillantes, pero que termina con un giro de crítica social que lo redondea. Enhorabuena, Ximens.
Hola, Javier.
Me parece un alarde de buen gusto el lenguaje musical y el juego de los sinónimos.
Debe de ser bonito un lugar como esa isla que tú dibujas.
Ya sabes que siento debilidad por ti, así que -una vez más- te deseo toda la suerte que te mereces por lo currante que eres.
Un besazo.
No es cierto que Vd., Sr Ximens, no entienda o sienta al poesia . Este magnifico relato lo desmiente. Me ha tocado la fibra sensible y le felicito por ello.
Saludos cordiales.
Es un relato para leer con tranquilidad para no perder ni una sola de las imágenes. Me gusta esa nube suya, señor Ximens
Mucha suerte
Realmente original esa idea que vas desarrollando de forma tan plácida y bucólica, casi de película Disney de las de antes (me ha recordado la Pastoral en «Fantasía»), para terminar con un aldabonazo despertador de conciencia no divina, pero sí al menos celestial: los subordinados sintiendo vergüenza por las negligencias del jefe. Besos y suerte.
Espectacular, esta isla encantada que te has montado. Repleta de belleza lingüística, a partir de ese ejercicio excelso de imaginación. Y con este final que nos baja de la nube, para depositarnos, de súbito, sobre el firme de lo real.
Me ha encantado Javier. Ojalá que tengas suerte.
Ton.
Bonita nube de músicas y palabras, llena de poesía. Pero me he perdido con los serafines que bajan a jugar. Suerte!
Las ondas escuchadas por nadie, buena metáfora Javier, cada vez somos más sordos, escuchamos y leemos menos. Espero que haya muchas nubes dónde puedan ser recibidas las palabras perdidas.
Hermoso relato.
Un abrazo.
Javier, dejas unas imagenes muy bellas en tu relato, repletas de fantasía y originalidad. Suerte y saludos
¡Cuántos lamentos quedan ignorados en el limbo! Has utilizado una nube para tu metáfora de la incomunicación. Pero en esa nube habitan querubines, quizás todavía haya esperanza…
Saludos cordiales, Javier
No te sabía poeta amigo. Me deslumbraste con el sortilegio de imágenes donde prima la belleza.
Hermoso maestro…
Un abrazo y suerte.
Un trabajo «espeso» no por la dificultad de entenderlo si no porque hay tantas imágenes, ¡tan buenas! que a mi me has obligado a releerlo varias veces. Enhorabuena, porque es un texto que se disfruta.
Un abrazo.
Pero que bonita historia Javier. Ese juego entre las nubes, la arena y las palabras. Ondas que se pierden al no ser escuchadas son recogidas y disfrutadas por esos querubines traviesos. Un relato que emana poesía.
Fantástico, un placer leerte siempre, ya lo sabes.
Besos y abrazos.
Usted siempre orbitando en otras esferas, Sr. Ximens. Original y delicado. Suerte con ello.
Muy buen relato que no tiene una palabra desperdiciada.
Buen tiempo y buenas ondas radiofónicas.
Fabuloso el destino de las palabras.
Felicidades por una historia tan hermosa.
Besos