108. El fin del abuelo
El abuelo vivía pegado a aquella radio antigua y, con frecuencia, me hablaba del respeto y afán que, desde niño, había admirado en aquellos que dedicaban sus pequeñas vidas a informar al prójimo. Yo lo escuchaba indiferente a sus desvaríos seniles, mientras él curioseaba el dial como si descifrara un mensaje más allá de las palabras.
Un día desapareció sin dejar rastro, y con el tiempo lo dimos por muerto. Meses después, se me ocurrió encender la radio y, en una emisora local de madrugada escuché su voz como tertuliano, relatando las peripecias al deslizarse a través de la antena, plegarse por el altavoz y hacerse un sitio entre los circuitos integrados por aquella gente diminuta.
Me gustó Antonio.
Ese desaparecer sin dejar rastro y, como por arte de magia, que su voz retorne desde la radio.
Muy bueno. Suerte,
Ton.
Me ha gustado el sesgo mágico que toma el relato en el segundo párrafo. Besos y suerte.
Relato mágico en todos los sentidos. la magia de la radio y la mágica desaparición del abuelo, para seguir existiendo por arte de magia radiofónico.
Muy original, Antonio.
Me ha gustado ese final del abuelo consiguiendo lo que le ilusionaba. La radio es mágica. Suerte.
Besicos muchos.
Antonio, no desaparecemos del todo, pareces contar con habilidad, nos trasformamos. Suerte y saludos
Me ha gustado esa gente pequeñita que habita las radios. Lo que no sé es cómo llevan lo de la radio por internet.
Saludos cordiales, Antonio
El abuelo no desapareció, solo se internó dentro las ondas donde quiso estar siempre.
Hermoso relato.
Un abrazo y suerte.
Je,je se lo montó el abu.Hermoso cuento.