21. Adán
Estaba inquieto tanto que, por enésima vez, me asome por la ventanilla del transbordador. Había ahorrado lo suficiente para hacer realidad mi viaje al espacio. Claro, quería algo diferente, pues a pesar de tanta insistencia por parte de mis amigos, no quise visitar la desértica luna ni tampoco los coloridos anillos de júpiter. Deseaba llegar más lejos. A donde ninguna persona hubiese estado en el universo. En la agencia me propusieron realizar un viaje hacía un planeta recién descubierto, el cual, si no mal recuerdo, tenía las mismas condiciones atmosféricas de la tierra. Un paraíso en medio de la nada esperando por mí, me dijeron entusiasmados. No lo pensé mucho, así que me embarqué a los pocos días. La ubicación exacta la desconozco. Estoy confiado en el sistema de navegación de la nave. Desde que salimos del sistema solar hemos estado viajando en una oscuridad infinita, brevemente alumbrada por fugaces e incandescentes meteoritos. No falta mucho, me informan los androides con su voz metálica. De vez en cuando recibo mensajes desde la tierra, están felices porque pronto me convertiré en el primer Adán de un planeta desconocido.
Bueno pues espero que cuando llegues te encuentres con una Eva honrada, que no te quiera camelar con una manzana y que podáis, juntos, descubrir ese nuevo espacio en amor y concordia.
Buenas noches y buen aterrizaje.
Héctor, la esperanza está presente en este final abierto e interesante. Suerte y saludos
Seguro que algo tenemos de cualquier confín del universo lejano. Buen guiño a ese comienzo que resulta tan familiar (al menos por estas latitudes). Mucha suerte 🙂
Esperemos que estos dioses de voz metálica sepan lo que hacen. Buen relato, Héctor. Un saludo.
El espíritu aventurero del ser humano está detrás de tu buen relato, Héctor. Te felicito. Saludos.
No me digas que encima de ese periplo cósmico tu prota viaja en pelotas. ¡¡Los hay valientes!!
Un saludo.
Todo transcurre más o menos bien hasta ese «si mal no recuerdo» que me echa del relato, ¿cómo no puede recordar eso? El final tiene su toque de humor, un Adán un poco payaso e ignorante. Suerte.
Yo solo hubiese aceptado hacer un viaje así, tan lejos, si el planeta estuviese plagado de Evas. Algo le han tenido que contar, al respecto, a tu protagonista en la agencia de viajes.
Propuesta futurista a más no poder.
Mucha suerte Héctor. Un saludo,
Ton.