27. La otra cara de las estrellas (Estíbaliz Dilla)
Carlos pasea sus días de jubilado astronauta por la ciudad sintiendo a cada paso la fuerza gravitatoria. Cuando ve un niño intenta sonreír, pero es incapaz. En ese instante le invade la tristeza, un pequeño precio que ha de pagar a cambio de una sensación de alivio para toda la eternidad.
Por las noches no deja de soñar que está a bordo de la nave Smile II de la que fue tripulante a lo largo y ancho de la Vía Láctea. Entonces es cuando aprovecha la oportunidad de hacer lo que mejor se le daba: Emitir sonrisas.
Cuando diagnosticaron aquella terrible epidemia que se propagaba de una galaxia a otra aniquilando estrellas, la NASA no tuvo más remedio que propulsarle al espacio para recargar la iridiscencia del firmamento y evitar colapsos interestelares y formaciones de agujeros negros; y fue así que pasó más de treinta años orbitando por las constelaciones irradiando luz y alimentando la bóveda sideral.
Fue un trabajo de héroes que aplacó las ondas gravitacionales de exponencial negatividad que exhalaba la Tierra, creadas por la inquina humana que atentaban contra el cosmos.
Ahora cobra una pensión de magnitud galáctica que intenta paliar su heredada enfermedad profesional.
Un mezcla curiosa de magia, crítica y viajes espaciales. Muy especial por… espacial. (menuda tonteria la mía)
Un especie de silicosis sideral, propia de fontaneros interestlerares, supongo.
Un relato muy simpático. Como tú, Estíbaliz.
Besos.
Pues a mí tu jubilado me da que tiene mimbres de verdadero héroe. Por la ingente tarea que desarrolló, y por el preciado bien que compartió con esta locura llamada universo. Mucha suerte 🙂
El valor de una sonrisa sincera, la positividad de algunas personas, pueden ser capaces de conjurar cualquier mal aunque tenga dimensiones galácticas. Leí una vez de pequeño que los payasos y los cómicos, en su vida privada, son mucho más tristes de lo que parece, quizá sea ese el precio a pagar por repartir alegría, la otra cara de personas que irradian luz como estrellas.
Un abrazo, Estibaliz. Que sigamos leyendo y coincidiendo. Suerte
No sé que decir, pues la ciencia ficción me cuesta. Interpreto que los años que pasó en el espacio arreglando no sé qué de las ondas gravitacionales le ha producido una enfermedad que consiste en no adaptarse a la gravedad de la Tierra y por eso no le salen las sonrisas, se le caen los labios. Si es así, pues entonces eres una graciosa y simpática galáctica, sino, también.