31. Rescate (Juan Antonio Vázquez)
Mientras los demás niños jugaban yo disciplinaba mi curiosidad sobre el universo importunando el descanso de mi abuelo con mil preguntas. Había sido astronauta, como mis padres, a los que a duras penas recordaba elevándose tras una estela de fuego en dirección al firmamento. De mayor quisieron explicarme los detalles técnicos: el anclaje, un fallo en la Estación… un dominó de fatalidades de las que solo me importaba el desenlace: su transbordador perdido a la deriva con billete de ida a ninguna parte.
Hoy cumplo cuarenta años y ayer nevó. Lleva todo el invierno haciéndolo. Y hoy por primera vez he salido de mi garaje, he desdeñado calculadoras y fórmulas –con el trabajo cumplido–, y he dado un paseo hasta la abandonada plataforma de lanzamiento. He montado la bicicleta, le he conectado los cables, los diodos y he pedaleado hacia atrás. Un copo se ha movido; fue un pequeño espasmo casi imperceptible que se repitió segundos después y que lo agitó levantándolo del suelo y sosteniéndolo en el aire antes de empujarlo con suavidad al cielo.
Sonrío. No pararé de pedalear hasta ver descender la nave. Me subiré con ellos. Y solo entonces dejaré que el tiempo camine por derecho.
Encuentro mucha ternura en tu relato, Juan Antonio. Ejecuta muy bien la narración sobre este personaje que construye su máquina del tiempo, para encontrarse con sus padres. Muy bueno, tus relatos siempre atrapan al lector. ¡Suerte!
Saludos.
Muchas gracias Beto. Lo de atraparos solo un ratito. Que en este sitio hay mucho y muy bueno por leer. Un abrazo 🙂
Me gusta mucho el protagonista que has dibujado, que en esta época tan tecnológica desdeña calculadoras y fórmulas, a quien basta su imaginación, cariño e ilusiones, además de una bicicleta que avanza hacia atrás, para rescatar a sus padres de una muerte segura e injusta. Un relato con el sello de creatividad que siempre late en tus relatos, aparte de una redacción llena de oficio que define perfectamente al personaje. Me encanta ese «dominó de fatalidades» hasta llegar a un «viaje a ninguna parte».
Un abrazo grande, Juan Antonio. Te deseo la suerte que mereces en este relato y en todo lo que haces
Muchas gracias Ángel. Disfrutar de tus comentarios relato por relato cada propuesta es un verdadero lujo. En el de este, mi caso, agradecerte la amabilidad que tienes conmigo siempre. La misma y sincera suerte te deseo en todos tus proyectos de vida. Un abrazo 🙂
Qué buenísimo. Me encantan los juegos espacio-temporales y si además tienen una buena dosis de ternura, mejor.
Hola Paloma. Me alegra que te guste. Compartimos inquietudes entonces. Lo del espacio-tiempo es algo que cada día me interesa más, aunque por más que leo sobre su base científica, cada vez entiendo menos. Muchas gracias y un abrazo 🙂
Me fascina la imagen del copo, señal de que funciona la estrategia y, sobre todo, esa frase final: «solo entonces dejaré que el tiempo camine por derecho» ¡¡Enhorabuena!!
Muchas gracias Alberto. Me alegra que te haya gustado. Tuve que sacrificar alguna cosa porque me iba de palabras, pero lo del copo en este caso tenía claro que quería que estuviera. Gracias de nuevo y un abrazo 🙂
Tierno,uuuu trabajado y tremendamente original. Vete dándoselo Mario para que ensaye…
Muuuy trabajado quise poner
Autocorrectores… Puajj
Jajajaja… Gran Arantza… ya verás como lo leemos en casa XD. Mil gracias escritora. Un abrazo 🙂
Desbordas ternura y genialidad en tu historia. Nos llenas de imágenes bellas, como ese copo de nieve o ese transbordador a la deriva del vacío.
Un personaje que dedica su vida a crear esa sencilla bicicleta que hará retroceder en el tiempo hasta llegar a rescatar a sus padres.
un placer leerte siempre Juan Antonio.
Un beso grande.
Muchas gracias M Belén. El placer de teneros por aquí leyendo y comentando es mío. Esperaba conocerte en persona en Santander. Si tienes ocasión no dejes de ir la próxima. Aquello está lleno de buena gente. Un abrazo 🙂
Me parece tan buena idea que si me deja, enganchamos también mi bici y le ayudo.
Bonito, tierno, una joyita.
Mucha suerte.
jajaja.. Paloma.. tienes patente de corso para hacer lo que quieras. Enganchar la bici, empujarla o tirarla por el barranco. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo 🙂
Qué grande, Juan Antonio. Es muy rico en detalles y da su pellizquito al corazón. Ese copo de nieve lo he visto. Besos y gracias por compartirlo.
Gracias a ti Belén por pasarte, leer y comentar. Un placer coincidir contigo en el Sendero. Muchas gracias y un abrazo 🙂
Una belleza de relato, descrito con mucho candor, desde la mirada de un niño.
Te felicito por haberlo expuesto de esta manera, Juan Antonio.
Hola María Jesús. La mirada de los niños muchas veces ven mucho más allá que la de los adultos. De ellos es el futuro. Me alegro que te haya gustado. Muchas gracias y un abrazo 🙂
Hola, Juan Antonio.
Cuánta falta hacen los padres a los niños, ¿a que sí?
Me gusta mucho el personajes que, a pesar de ser ya un hombre hecho y derecho, sigue con la ilusión intacta por reencontrarse con los suyos.
Es un micro entusiasta, a mí me lo parece, de alguien que no se va a resignar nunca; de un luchador, de alguien optimista («he pedaleado hacia atrás. Un copo se ha movido»). Y ese pedaleo y esa bici me hacen recordar a nuestro querido Elliot llevando en la cesta de su bici a ET al encuentro de los suyos.
¡Qué original, Juan Antonio y qué preciosa idea!
Un besabrazo muy grande, mi admiración y mis deseos de que el jurado se fije en este rescate.
Muchas gracias Towanda. Tus palabras son tan reconfortantes como tenerte cerca y escuchar todas esas buenas noticias que me has dado de los tuyos de un año a esta parte. Gracias por pasarte y comentar, que sé que tiempo no te sobra. Un besopinovoltereta Towi. 🙂
Me ha gustado mucho, Juan Antonio. El pedaleo incansable hacia atrás, que le da un toque de ternura y desesperación al personaje; deseo versus realidad.
Buena propuesta.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Cristina. Por todo. Un placer teneros cerca aunque pudiéramos hablar poco. Un abrazo compartido 🙂
¡Qué ganas de pedalear hacia atrás me han entrado de repente! Claro que antes tendré que aprender a hacerlo hacia delante… Igual se me hace tarde y la nieve ya esté derretida. 🙁
Edita. Seguro que pedaleas como los ángeles. Para adelante, para detrás, y para los lados. Muchas gracias y un abrazo 🙂
Un niño que detiene el tiempo en su mente y sacrifica su infancia en pos del conocimiento necesario para alcanzar su objetivo, salvar la vida de sus padres y empezar la suya. Unas imágenes llenas de ternura que nos hacen pedalear con el protagonista en busca del tiempo pasado. Genial, Juan Antonio. Abrazos y mucha suerte.
Muchas gracias Salvador. Me alegra que te haya gustado. Mucha suerte para ti también, que ya sabes cuánto me gustan tus relatos. Un abrazo 🙂
¡Cuánta paciencia! La de tu protagonista y, sobre todo, la tuya para introducir tantas imágenes dentro de un copo de nieve.
Un abrazo, Juan Antonio
Paciencia la vuestra, que siempre sacáis tiempo y ganas de leer los relatos y comentarlos. Muchas gracias Margarita y otro abrazo para ti 🙂
Ínclito Juan. Mil gracias. Después de haber tenido el placer de ponerle por fin rostro, aún tengo más ganas de poder cruzar palabras con alguien de su altura intelectual y literaria. Mil cosas tengo que aprender de usted. Aprovecharé si de da el caso, para agradecerle tamaña comparación, de la que seguro me hace merecedor en gran medida su cariño. Reciba un cordial saludo 🙂
Una historia conmovedora. Tu protagonista paró su tiempo emocional el mismo día que vio desaparecer ese transbordador con sus padres dentro y, crédulo e ilusionado, no ha parado de buscar la manera de dar marcha atrás para reunirse con ellos. Muy bonita historia y muy bien narrada, Juan Antonio. Felicidades y un saludo.
Muchas gracias Inma. Me alegra que te haya gustado. Me ha encantado el concepto de parar el tiempo emocional. Me has hecho pensar. Muchas gracias y un abrazo 🙂
Una historia llena de humanidad y entrañables sentimientos, aunque en mi opinión su principal atractivo está en ese sentido de lo asombroso, de lo extraordinario, que has sabido transmitir con el movimiento de un solo copo de nieve. Mágico relato, Juan Antonio, escrito con ese estilo sobresaliente que ya anticipa su gran primera frase.
Enhorabuena y suerte.
Un abrazo.
Muchas gracias Enrique. Comparto contigo la idea de escapar de vez en cuando a ese sentido de lo asombroso. Si escribes es un sitio que no puedes dejar de visitar de vez en cuando. Muchas gracias y un abrazo 🙂
He leído que tu personaje cumplía cuarenta. Luego se ha montado en la bici y se ha quitado treinta de encima. Dan ganas de dar un abrazo a ese niño de diez años, mientras pedalea incansable y piensa en sus padres.
Muy tierna esa imagen. Que no sé muy bien por qué me la he imaginado en forma de viñetas de cómic.
Mucha suerte.
Muchas gracias Esperanza. No se me había ocurrido una interpretación en clave de cómic, aunque ahora que lo dices, me alegra que el relato haya entrado en simbiosis con ese increíble imaginario que tienes. Un abrazo 🙂
Entrañable esa imagen en que la ilusión por recuperar lo perdido a toda costa, hace mover la energía del universo.
Un copo precioso de vida que se desprende y que augura buenos presagios.
Bienvenidos los copos de nieve.
Salud y suerte.
Gracias Mercedes. Bienvenido todo lo que venga empujado por sentimientos que como bien dices, son los que deberían mover la energía del universo. Un abrazo 🙂
Bonita historia, bien pensada, desarrollada y (sobra decirlo) finalizada, aunque no si la luna brilla con suficiente intensidad para permitir ver todos sus cráteres. Abrazos varios (jaja) y saludos diversos (jaja) para ti y para la tropa.
Muchas gracias José Ignacio. No sin mi tropa. Ya lo sabéis. Un abrazo y gracias por comentar 🙂
Me resulta muy tierna y conmovedora la historia. Y me encanta que nieve, que los copos acompañen este despegue.
¡Enhorabuena!
Gracias Patricia. A mi me encanta leerte. Gracias por tu lectura y tu comentario. Un abrazo 🙂
Ese copo, ese copo…¡ay ese copo!… Otro que no para de crecer.
Besos, compi y suerte.
Hola Eva. Lo de crecer me cuesta, lo mío es más un ponerse de puntillas y saltar a ver si en alguna veo lo que hay al otro lado. Y si no se consigue nada que lamentar, y celebrar siempre vuestra compañía. Un abrazo grande grande 🙂
Muy entrañable el protagonista de tu relato; contagia esa ilusión y esa esperanza que mantienen los que esperan ver sus sueños cumplidos. Precioso, Juan Carlos. Suerte y abrazo.
Perdón, quería decir Juan Antonio.
Muchas gracias Juana. No encuentro mejor compañera para los viajes difíciles que esa ilusión a la que te refieres. Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Un abrazo 🙂
Juan Antonio, bella historia de lucha y esperanza por los ideales. Bien contada. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda. Lucha y esperanza. Qué binomio más bonito. Un abrazo y gracias por tu lectura 🙂
Entran ganas de pedalear en un tándem con tu protagonista…
Preciosa historia, Juan Antonio. Es un placer leerte.
Felicidades y mucha suerte.
Un abrazo.
Un placer que pases por aquí, me leas y me comentes. Y si además te gusta… mil sobre hojuelas. Muchas gracias Gabriel 🙂
JUan Antonio, muy bonito tu relato y con mucha ternura. No ha parado hasta conseguir reunirse con ellos, en el tiempo, galaxia o donde quieran que estén. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias Nani. No hay que renunciar nunca a las personas que queremos por lejos que estén. Un abrazo enorme 🙂
Dicen que a partir del quinto kilómetro temporal, todo es de bajada.
Ánimo para el protagonista y suerte para el autor.
Hola Carles. Con ánimos así no hay pendiente por empinada que esté con la que no se atreva uno. Me ha encantado tu comentario. Gracias por tu tiempo y tu lectura. Un abrazo 🙂
Bueno, ilusión no le falta.. que lo logre, es otra.
Qué bien narras esta historia, y la estructuras de fábula, da gusto leerte, Juan Antonio.
Suerte con este trabajo, y con ese libro que ¡ya estoy esperando!, con ese otro peasssso de monstruo.
Un abrazote.
Muchas gracias Rosy. Lo mejor de libro ha sido sin duda poder trabajar con Lorenzo. Le hago extensivo a él también tu comentario. Mucha gracias 🙂
Dos de mis pasiones juntas en el mismo relato: nieve y bicicleta.
Por lo demás: genial, entrañable, perfecto, conmovedor, la hostia.
Desde ahora mismo quedas apuntando en la libreta de los GRANDES del micro.
Suerte con tu libro, que para este relato no la necesitas.
Saludos,
Ton.
jajaja.. muchas gracias Ton por este comentario que seguro viene ponderado por el cariño. Grandes sois vosotros; grandes personas y mejores escritores a los que os tengo el gusto y la enorme suerte de poder leer en esta casa. Y que dure . Muchas muchísimas gracias 🙂 🙂
Aprendo al leerte, y tu claridad para explicar historias dan ganas de seguir escribiendo, o al menos de continuar haciéndolo para alcanzar eso que tú tienes. Tu visión, ya sea la de este relato u otros que tienes, siempre consigue arañar la piel, las tripas, el corazón, el hígado, la mente…no sé. La cuestión es que siempre logras que algo se resquebraje por dentro. Genial. Enhorabuena Juan Antonio. Un saludo.
Muchas gracias Sergi. Yo admiro de ti esa capacidad que tienes para crear y hacernos disfrutar por todos esos encantadores vericuetos por los que nos haces caminar con tus historias. Disfruto mucho leyéndote, con tus letras y con tu singularísimo punto de vista. Si algo me sale bien, es porque antes he sido yo el que he aprendido de vosotros. Un abrazo 🙂
¡Qué rescate tan hermoso el tuyo! La ternura va invadiendo tu frase precisa, esas palabras justas y atinadas hasta llegar al logro de la idea y la forma de ese copo crepitante y retrógrado. Una maravilla. Enhorabuena.
Muchas gracias Eduardo. Me alegra mucho que el relato os guste. Al final esa es la entelequia de mi escritura. Un abrazo enorme 🙂
Pues muy poco puedo añadir, porque las palabras que me vienen a la mente para describir tu relato ya están más que dichas. Mira tú que a mí la frase que más me ha zarandeado del texto es «hoy cumplo cuarenta años y ayer nevó», por el extrañamiento que consigues con ella y porque a partir de ahí el relato se transforma, despega y sube muy alto.
Esta vez no digas cosas feas de tu musa, anda, que la tienes loca por tus huesitos 🙂 Besos y suerte.
Muchas gracias Ana. Mi musa y yo somos una pareja irreconciliable. De esas parejas que por la mañana nos queremos, por la tarde nos odiamos y por la noche nunca se sabe. Gracias por tu apoyo y sobre todo por tu amistad. Un abrazo enorme 🙂
Hola Juan, este mes ni se me ha cruzado la idea de escribir, pero al leer tu relato ya me cosquillea, por aquí jamás hay nieve. Tu relato me transporta a la esencia de los sueños que creemos imposibles, volver en el tiempo y atrapar ese amor que nos este no llevó.
Excelso como cada historia tuya, eres el primero que comento. Gracias por compartir.
Un gran abrazo y mucha suerte.
Hola El Moli. Me alegra mucho verte por aquí y agradezco tu lectura y tu comentario. Y si además el relato ayuda en algo a que te animes y a que podamos disfrutar de tus letras, pues sencillamente extraordinario. No dejes de participar que si no escribes se te echa en falta. Un abrazo y mil gracias 🙂
Un relato sobre la pérdida de los padres y cómo se construye una máquina del tiempo. Me ha resultado un pelín «complejo» la segunda parte, pero es lo que tienen los micros, ese no terminar de decir clarito. Me gusta ese sueño infantil que perdura después de cuarenta años. Suerte.
Muchas gracias Javier. Un placer verte de nuevo y poder estrechar la mano de un grande. Cuídate mucho y mucha suerte para ti también 🙂
Qué decir del texto a estas alturas, dicho sea de paso, con los estelares comentaristas predecesores que has tenido. Poco, sumarme a los comentarios y añadir que no resulta fácil, nada fácil apuntar ese momento culminante, crucial por desgracia, de la vida de una personita (la pérdida de sus padres) y hacer que transcurra luego el tiempo, hasta adulta, madura, volando, nunca mejor dicho. Y que siga soñando su posible sueño más hermoso. El contraste entre la maquinaria espacial y su complicado aparataje y la bici me parece fantástico. Como el micro todo en sí. Pedaleado de rechupete. Que vueles con él muy alto.
Un abrazote.
Hola Eduardo. Muchas gracias por tu generosidad, tu lectura y tu comentario. Me alegra mucho que te haya gustado y que veas tantas cosas buenas en él. Lo de volar, con empujones como el tuyo, es fácil. Te estoy muy agradecido. Un abrazo 🙂
No te hace fakta suerte. Que me ha gustao mucho, que es muy completito y rebosa ternura.
Felicidades y un abrazo.
Yolanda… si os gusta ya me voy con sonrisa de oreja a oreja. Muchas gracias y otro abrazo enorme para ti. 🙂
Bonito relato Juan Antonio, recuerdo cuando en algún momento de niños todos hemos pensado lo importante que sería tener una papá astronauta, pero nunca pensábamos que esas aventuras espaciales a menudo acaban mal.
Es conmovedor ver como tu protagonista, aún de mayor quiere rescatar a sus padres, allá donde estén.
Besos.
Hola Asunción. El vínculo con los padres es eterno. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Besos para ti también 🙂
Cuando terminé de leer tu relato, me quedó una sensación ya olvidada; aquella poderosa impresión de que todo era posible cuando de niño acababas de escuchar un cuento. Es una historia que transmite calma, la misma serenidad con la que descienden los copos de nieve. Me parece muy lírica la idea de vencer al tiempo sólo para recuperarlo, de devolver al cielo esos copos a cambio de una infancia.
Un gran micro, Juan Antonio.
Hola Antonio. Celebro que te haya gustado y agradezco mucho que me hayas dejado esa reflexión acerca del recuperar el tiempo y la infancia. Ser niño es algo precioso, entre muchas otras cosas por eso, porque piensas que cualquier cosa es posible. Un abrazo 🙂
Qué tierno relato, y qué determinación la de ese niño, que dedica su vida a calcular y calcular hasta dar con la fórmula que le permitirá hacer volver el pasado a su puerta. Tendremos que darle vitaminas para que, cuando se quede con la edad de un chaval, pueda seguir pedaleando hacia atrás hasta conseguir su objetivo.
[Por otro lado, qué tristeza encierra la historia, cuando ese niño no ha podido crecer, tener infancia, juventud y vida adulta propia, pues parece que sólo se ha dedicado a poder cambiar el pasado.]
Un saludo.
Hola M.Carme. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Esta convocatoria ya se acaba y después de tanta y grata lectura toca pensar en el océano. Un saludo 🙂
Solo para decirte que me gustan tus relatos.
Magnífica la manera como nos llevas en este, del abuelo a la nieve, de la bicicleta a la nave, y al espacio sin tiempo.
Feliz primavera.
Gracias María. Pues me acabas de decir algo que me llena de alegría. Qué más puedo querer yo que escribir historias y que os gusten. Muchas, muchas gracias. Feliz primavera para ti también 🙂
Hola, Juan Antonio ¿te he dicho la excelencia y sobresalencia que son tus relatos? Después de ochenta y resto de comentarios, poco tengo que añadir. Hago mías las palabras de Quinette a su incomparable señora en La Marquesa: «….pido al cielo a diario ser como usted, pero hasta la presente…»
Un beso
Hola Patricia. Me dejas un comentario muy bonito tan lleno de cariño que rebuscando entre exageraciones que no merezco adivino a encontrar una escritora a la que he leído muchas veces, y de la que siempre aprendo. Mil millones de gracias por tu generosidad y tu apoyo. Un abrazo enorme 🙂