MAR59. NI ASI, de Fernando Andrés Puga
Falta poco. El relojito del tablero asegura que cinco minutos. ¡Qué loco! ¿No? Viajar en el tiempo y encima de polizón. ¡Quién hubiera dicho que esa puerta, la única que encontré abierta en el callejón sin salida, con los patovicas pisándome los talones, era de una nave! Ahora, aturdido por el zarandeo, espero que al llegar no haya problemas. ¡Ya tuve bastante con esto de andar buscando el mango para devolverle al Jefe lo que le debo y zafar de sus matones! ¿O será que en el dos mil ochenta y cuatro aún estarán ahí?
¡Uy! Se abre la puertita. ¿Llegamos? De a uno descienden los pasajeros. ¡Qué seriecitos se los ve en esos trajes! Parecen extras de una película berreta. Pero… ¡yo estoy sin traje espacial y no pasa nada!
Detrás del último, alcanzo a escabullirme antes de que se vuelva a cerrar la máquina del tiempo. No hay quien parezca percatarse de mi presencia. Miro hacia el piso y al ver los adoquines descubro que estoy en el mismo lugar del que partí. Alguien se acerca. ¿Serán los muchachos del Jefe? Que no sean ¡carajo!, aunque a juzgar por el fuerte sonar de los pasos…
Cuando el destino te espera en algún sitio no hay forma de escabullirse, Fernando, ni con un viaje en el tiempo. Suerte.
Y sí. A veces es así. Es difícil eludir algunas situaciones. Gracias por el comentario
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