44. Estrofas inoperantes
Mi viaje a Umbriel, el satélite con menor albedo de Urano, “el espíritu crepuscular de la melancolía” de Alexander Pope, no fue apacible a pesar de toda la poesía con la que yo lo había envuelto, porque cuando a un inmenso trayecto se suma una compañía ingrata, todo se enrarece inexorablemente.
Yo ya sabía que ellos subieron a la nave acoplados, pero no me importaba, yo traía mis libros para los ratos de asueto, y lo suyo no era para mi mas que un satélite añadido de rima disonante que podía obviar.
Pero en ingravidez hay cosas que no son distintas a tierra firme, y cuando Nikolái se desconectó de Gertrude y quiso ocupar el lugar de mis lecturas, parecía que no avanzábamos hacía nuestro objetivo.
Ella estaba colérica con él, pero también conmigo, sin saber que yo estaba más que asqueada con sus intentos de ensamblaje hasta que la convencí con palabras tiernas, y algunas falsas caricias, de que yo no era ni mucho menos su rival y que la misión principal se podía llevar a cabo solo entre dos.
La vuelta, técnicamente hablando, era cosa mía, así que decidí hacerla en la placidez de la soledad amable.
Juan, tu si eres grande, tienes la capacidad de alegrar con tus comentarios, yo no lo hago mucho porque para eso soy mendruguete.
Lo de Umbriel ha sido búsqueda y captura. Algo me ha dicho.
¡¡¡Colega!!! ya seguimos.
Abrazotes
Con los pies sobre la tierra o flotando en el espacio, los humanos somos bien complicados. Un relato muy original e interesante, Javier. Enhorabuena y gracias por compartirlo.
Gracias, Belén, por leerlo y comentarlo. Y sí, complicados allá donde vayamos.
Besos
Sirviéndote de un lenguaje tecnológico, en un entorno de viaje espacial y futurista, has creado un espacio casi poético (de hecho, en el título se habla de «estrofas»), pero tampoco exento de gran tensión, en torno a un posible triángulo amoroso entre cosmonautas. Hay situaciones que difícilmente cambiarán, por mucho tiempo que pase. Al contrario del adjetivo que lo encabeza, se trata de un relato compuesto por líneas muy operativas, que funcionan con la precisión de la buena maquinaria.
Un saludo y suerte
Así es, Angel, sin cargar mucho las tintas he querido mezclar poesía y técnica espacial. Me alegra que así lo percibas.
Muchas gracias y un abrazo.
Un viaje poetico y espacial. Donde las relaciones no distan mucho de cuando estás en tierra firme.
Diferente y lograda historia nos cuentas Javier.
Con un titulo que a mi personalmente me encanta.
Suerte y un abrazo.
Gracias, Belén, sobre todo por lo del título, porque les doy muchas vueltas y nunca estoy seguro de acertar.
Besetes
Ciencia ficción y poesía. Nos has llevado a un cosmos ciertamente inexplorado, al que le has dado un punto más que interesante. Me ha gustado. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio, por tu visión del relato.
Un abrazo
Qué interesante visión de un ménage à trois espacial.
Me gusta mucho tu propuesta.
Un abrazo.
Gracias, Towanda. Pero ya ves, aquí al final solo queda uno.
besos
Un relato muy grande. Expresiones como «satélite añadido de rima disonante» o la del final: «la placidez de la soledad amable» lo hacen enorme.
Me encanta, Javier.
Enhorabuena y mucha suerte.
Un abrazo.
Gracias, Gabriel, tu comentario es gratificante y amable.
Abrazos
javier, original y acertado tratamiento para este tema del mes y el de las relaciones en cualquier ambiente. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda, me alegra que así lo veas.
Besos
La convivencia, siempre complicada en situaciones normales, ni te digo enclaustrados allí dentro. Pero tú la cuentas muy bien en este relato tan repleto de matices.
Me ha gustado mucho Javier. Te deseo suerte.
Ton.
Gracias, Ton, me gusta lo de los matices.
Por cierto que tengo tu libro por empezar, últimamente no me cunde.
Abrazos
Esa mezcla de términos de poesía y acoplamientos le dan sentido del humor, y los intentos de ligar de uno y los celos de la otra, pero al final vuelve en soledad, luego les deja allí a los dos. Está bien.
Pues si, Javier, vuelve solita por decisión propia.
Gracias por la visita.
Abrazos.
Ya, primero se alía con Gertrude (no sé si guiñas aquí al amor contrariado) para cargarse a Nikolái y luego se desembaraza también de ella. Film noir a pleno rendimiento, ya estoy viendo a Barbara Stanwyck de femme fatalel medio sonriendo en la placidez de la soledad amable de la nave espacial. Una idea diferente y un final estupendo, Javier.
Muchas gracias, Ignacio. Me encanta que hayas visto un «Film noir» y que se te haya ocurrido hasta la actriz protagonista.
Abrazotes