46. El «orgullo» de una nación
Tenían por delante seis meses en los que compartirían el minúsculo espacio de la primera estación espacial rusa. Yuri Supko y Andrii Ugrumov fueron los elegidos. El primero ingeniero aeroespacial graduado con honores en la universidad de Moscú; y el segundo el mejor físico nuclear de Leningrado.
Nunca se habían visto antes hasta el día del lanzamiento y en la cápsula pronto empezaron a surgir roces. Era pequeña para dos egos tan grandes. Al principio tuvieron discusiones nimias, sobre aspectos técnicos, pero con el paso del tiempo y el aumento de la claustrofobia se fueron enconando y la escalada de violencia verbal fue imparable.
Un día todo saltó por los aires. Un choque involuntario dentro del habitáculo prendió la llama y se enzarzaron en una patética pelea a puñetazos, levitando. Por la ausencia de gravedad no podían golpearse, así que empezaron a morderse. Dos hombres, rodeados del infinito silencio del espacio, batiéndose en una frenética batalla a dentelladas que nadie sabe como acabó.
Por lo que he podido indagar después, se cuenta que Moscú intentó contactar con ellos, y aunque no lo dicen a las claras, lo único que trasmitieron durante días fueron gemidos, susurros y risas ahogadas.
Divertidísima historia, Miguel, contada con enorme frescura y extraordinario ritmo. La he leído con ganas y en un santiamén, llevado por el interés de lo que narras y la agilidad con que lo haces. De su final deduzco que, a pesar de todo, puede que haya asistido al comienzo de una gran amistad.
Enhorabuena y mucha suerte. Un fuerte abrazo.
Me parece brillante, Miguel. Como Enrique, también me ha divertido muchísimo y lo he leído con sumo agrado con esa batalla de egos y dentelladas ingrávidas.
El final también me ha gustado, dejándolo abierto para que pensemos si han acabado haciendo las paces, o siguen su lucha de bocados inciertos.
Muy bueno.
Un abrazo.
No sé por qué… pero lo he visto venir. Si es que el roce…
Me gustó mucho. Suerte!!
Seguramente en las agencias espaciales se cuida al detalle el elemento técnico en detrimento del factor humano, cuando algo tan esencial como la convivencia puede llevar al traste la más importante misión. Estos dos individuos no habían elegido conocerse pero han decidido encontrarse, por qué no y si ellos quieren, con «orgullo». Lo que una el espacio que no lo separe el hombre.
Un abrazo, Miguel. Mucha suerte
Del odio al amor solo hay una fina capa de espacio, y cuando la gravedad te aleja los pies de la tierra todo es posible.
Fantástica batalla a dentelladas la que nos narrado. Divertida y rápida lectura, que se hace grata en cada una de sus líneas.
Un abrazo grande y suerte Miguel
Divertida historia que una vez más nos recuerda que si hay hombres de por medio, el tamaño del universo puede parecer que no es lo suficientemente grande para albergarnos a todos… en paz. Muy original. Mucha suerte 🙂
Hola, Miguel.
¿Y se sabe algo más de ellos?
Me encanta cómo has abordado el tema propuesto y lo ágil que se lee el micro.
Felicidades y unos abrazos.
Tener que convivir en un lugar con tantas estrecheces no podía acabar de otra manera que con los dos protagonistas acoplándose. 🙂 Me he divertido mucho leyéndolo, con las imágenes de la pelea a cámara lenta y con ese final con el que disparas la imaginación y la carcajada. Me ha gustado un montón, Miguel, me alegra verte a ti también por aquí. Un beso.
Y fueron felices y comieron perdices. Muy original tu relato, Miguel. Me gusta ese final con «polvo de estrellas». Mucha suerte y un beso.
Ah, muy bien, Miguel. Sólo por imaginar tales problemas de convivencia en una misión espacial ya mereces un aplauso.
Y resulta una buena metáfora, además, del espíritu belicoso del ser humano, que lleva consigo adonde quiera que vaya.
Saludos cordiales
Miguel, tu historia comienta siendo un -relato salvaje- hasta que lo giras hacia este final tan inesperado y bueno. Suerte y saludos.
Solo a los rusos se les puede ocurrir lanzar a dos seres humanos al espacio, sin antes haberles hecho una encuesta de compatibilidad.
Si es que con que haya dos terrícolas tenemos cristo asegurado.
Lo pintas tan bien, que me los estoy imaginando bajo los efectos de la ingravidez.
Es muy bueno Miguel.
Ton.
Aunque el tema de la homosexualidad ya está tratado en los micros tu particular visión espacial arranca sonrisas. Suerte.
Un buen micro, divertido y bien estructurado.
Felicidades y suerte.