56. NOSTALGIA
Nací bajo el signo de Acuario la noche en que la marea decidió engullir a mi padre y escupir solo su barca y las redes vacías. La abuela siempre maldecía a mi madre por aquel amanecer en que se fue a bañar al océano nueve meses antes de que yo naciera y siempre me mantuvo alejado de esa masa de agua que rugía pidiendo más, hasta que sucumbí a la llamada de un temporal. En cuanto puse los pies en la arena, un remolino de olas me rodeó y me empujó hacia sus entrañas sin que pudiera evitarlo. He aprendido a convivir con anémonas y langostas, a sortear tiburones y pirañas y a entonar canciones al anochecer con las ballenas beluga. Practicaba con la magnifica cola repleta de escamas en la que se han convertido mis piernas echando carreras con el pez vela, hasta que hace dos meses me capturaron y encerraron en esta pecera donde soy el centro de atención de miles de visitantes. Ayer vi a mi madre y solo pude besarla a través del cristal entre los flashes de las cámaras. Se alejó llorando entre la multitud. Quiero volver a casa.
Esperanza, tu historia cuenta mucho, y bien, mas de lo que dices. Los afectos familiares afloran con sus variantes generacionles, y nos involucran. Suerte y saludos
Una hija del mar y también de la tierra, a caballo entre dos mundos, que acaba por responder a la llamada paterna. El problema surge cuando un tercero en discordia, el hombre, se entremete, es atrapada y exhibida como un fenómeno de feria. Un final triste que hace desear una segunda parte con un rescate.
Fue un placer conocerte, Esperanza. Que nos podamos ver más veces. Hasta entonces, te mando un abrazo y te deseo suerte
Hola Esperanza.
Tu relato nos cuenta realidades y mitología. Y lo refundes muy bien en torno a la atracción poderosa que ejerce el océano sobre los seres humanos y no tan humanos.
Me gustó tu historia. Un abrazo preñado de suerte,
Ton.
Vivir entre dos mundos siendo libre y terminar condenada en una pecera. Triste final. Deseo que al por fin pueda volver a casa para de nuevo ser feliz en tierra o en mar.
Un relato lleno de preciosas imágenes marinas.
Me ha gustado como has tratado el tema.
Un beso bonita. Suerte.
Volver a casa, ¿es su casa el mar?
Como cuentas, si, me temo que haríamos con ella algo así, una pena y de las gordas.
Buen micro, felicidades por él.
No obstante, pongo una pega, las pirañas son de agua dulce. Y… mejor que no estén, con los tiburones ya tenemos bastante.