88. OFRENDA (Cristina Requejo)
El mar es una ballena que se lo traga todo.
Su oleaje, la ciclotimia de sus mareas, la sal que irrita los ojos, el hombre que, desde una roca apartada, observa a una niña, mientras con una mano, juega dentro de su ceñido bañador, ajeno al vaivén de las gaviotas. El mar es dolor. Lo sueño como una inmensa vasija de semen capaz de preñar a esa ballena que se lo traga todo.
Conocí a un hombre que estaba sentado en una roca, vertiendo sus fluidos en el agua. Quiso volar conmigo una cometa. Jugamos hasta que esta se desprendió del hilo, y entonces él se entretuvo con mi pelo.
Pasado un tiempo dibujé aquella tarde de juegos en un papel y la pinté por encima con acuarela blanca, para que permaneciera oculta.
El mar sigue doliendo.
Hoy, deseando que lo devore, he ofrecido mi dibujo a la ballena.
Dicen que el mar nunca devuelve nada, pero tal vez con mi inocencia, decida hacer una excepción.
El mar puede con todo, ha sido testigo de muchas catástrofes, a diario es contaminado y sabe regenerarse de toda tropelía, pero las personas no tienen esa capacidad casi ilimitada para aceptar realidades crueles, sangrantes naufragios. La protagonista quiere que le sea devuelta la niñez que le arrebataron, algo que nadie, ni siquiera el poderoso mar, podrá volver a darle. Sin embargo, esa esperanza que mantiene en que todo vuelva a ser como antes, puede ser la fuerza que le ayude a seguir adelante. Aparte, con un poco de suerte, la marea se tragará al depravado.
Un abrazo grande, Cristina. Suerte
La esperanza siempre es un buen pilar para sostenernos, Ángel, aunque lo que se arrebata en la niñez, no suele recuperarse. Las mareas harán justicia, en cualquier caso 😉
Gracias por leerme y por pararte a comentar. Un abrazo.
Tu relato oculta mucha magia ¿negra? en sus profundidades. Y si lo que espera que le devuelvan es su virginidad, mal lo veo que se la devuelva el mar. Me gustan mucho las imágenes que tú también has dibujado con tus letras, sobre todo, las más crueles, la del bañador y la de la acuarela blanca.
Suerte, Cristina.
Calla, calla, déjate de magia negra 😉
Quién sabe si el mar, en un arrebato de generosidad, le devuelverá la niñez dentro de una botella…
Gracias, Lorenzo. Abrazo grande.
¡Pedazo de relato! Cuánto horror tras las inocentes palabras de una niña. Apuntando alto.
Suerte, Cristina.
Besos.
Ay, Rafa, me alegra mucho que te haya gustado. Horror e inocencia van en ocasiones de la mano, tristemente.
Muchas gracias y un beso.
Me ha gustado mucho tu micro, aunque he de reconocer que un poco de miedo también he sentido. El frío y la oscuridad no han dejado que ese verde agua colmado de espuma blanca,que siempre nos gusta tanto, haya salido por ninguna parte. Bueno, no había más remedio ¿verdad?
Mucha suerte en las letras y en la vida.
Mercedes, espero que el miedo haya pasado. Me encanta el mar, pero en esta ocasión, le tocó el disfraz de malo.
Gracias por tus palabras y por el cariño que desprendes.
Un beso.
Buenísimo tu relato, Cristina, me encanta la sutileza con qué describes algo tan bestial.
Mucha suerte y abrazo
Muchas gracias, María Jesús. Si he logrado esa sutileza, me doy por satisfecha.
Un abrazo, compañera.
Terrible, magistralmente contado pero terrible al fin, un relato q llega al centro de la náusea, aunque toque también el corazón. Enhorabuena.
Nada de vomitar aquí, ¿eh? 😉
Menéndez Miranda, agradezco mucho tu comentario, y si te ha tocado el corazón, todavía más.
Un abrazo.
Mañana me pongo a leeros, que he estado liada y se me ha acumulado el placer de hacerlo.
Uf, Cristina, qué historia tan horrible y tan frecuente, por desgracia.
Ojalá que ese océano le devuelva la inocencia o, al menos, que devore las entrañas de ese personaje tan nauseabundo.
Maravillosamente contado. Es de esas historias que las hueles, las sientes y te hacen adorar a sus protagonistas.
Besos, guapa, y suertísima.
Cierto, Towanda, hay personajes que deberían ser devorados. Pero la vida juega a su antojo, y a veces se devora a sus víctimas.
Eres muy generosa con tus palabras. Me alegra haberte hecho oler, sentir y adorar 🙂
Un beso grande y gracias.
El mar siempre se nos aparece en el imaginario como algo amable, con sol de vacaciones, al menos para mí. Por eso en contraste se hace más duro ver que también encierra momentos terribles que jamás debieran haber ocurrido.
Me ha gustado mucho, un abrazo
Todo lo bello, o amable, suele tener dos caras, Asunción. Yo me quedo con la belleza del mar, pero como dije por ahí arriba, esta vez le tocó ser escenario de lo terrible.
Gracias y un abrazo.
Muy buena tu reflexión, Ana. Agradezco que te hayas parado a leerme y a comentar, y me alegra que te hayan gustado tanto el texto como el título.
Un abrazo.
Filigrana de salitre y sentimientos que erizan el alma. El mar es voraz siempre, su belleza solo es un canto de sirena que arrastra a su terrible fuerza oculta. Felicidades Cristina y mucha suerte. Un beso.
Qué bonita descripción haces, Eva, sobre la belleza y la voracidad del mar.
Gracias por tu comentario.
Beso grande.
Tremendo relato Cristina, duro y sutil, pero con mucha fuerza. Nos arrastras al dolor de esa niña y el deseo que el mar haga justicia.
Un abrazo y suerte.
Hola, Moli, si te he ‘sumergido’ en el relato, el objetivo está cumplido y yo me alegro.
Muchas gracias por pasarte, compañero.
Un fuerte abrazo.
Me ha gustado bastante. Solo la estrofa final, creo que aclarar lo de la inocencia quita un poco de inocencia. Quizá solo hacer notar la fe y la esperanza en el mar que tiene el niño. Igual me encantó. Saludos.
Hola, Elizabeth, en primer lugar, quiero darte las gracias por pararte a leerme y a comentar el telato. Le estuve dando muchas vueltas al cierre, barajando uno sugerido y otro explícito. Finalmente me decidí por ese, pero siempre quedan dudas y uno se cuestiona si ha acertado o no. En cualquier caso, ahí está, y que el jurado nos pille confesados, jajaja.
Un beso y gracias de nuevo 🙂
Quise escribir ‘Relato’, que ‘Telato’ es muy feo 😉
Un magnífico relato, Cristina, de los mejores que he leído. Aunque, confieso que la primera vez que lo leí, no me hice con él. Ahora he vuelto y ¡menos mal!, no me hubiera gustado perderme esta joyita.
Enhorabuena y suerte.
Pues me alegra que le hayas dado un segundo repaso, Rosy, y que en esa otra lectura te haya gustado 🙂
Muchas gracias.
Uf, qué relatazo. Me quedo con esa frase: el mar es dolor. Enorme. Besos y enhorabuena, Cristina.
Muchas gracias, Belén 🙂
Un beso.
Hola Cristina.
Me parece magistral tu prosa, y cómo la has utilizado, para tratar un tema tan abrupto y delicado. De entre la crudeza y la perversión que supone un abuso, has sabido extraer imágenes que rebosan belleza. Enhorabuena y mucha suerte.
Ton
Qué generoso eres, Ton. Me alegra que hayas visualizado así esas imágenes.
Mil gracias por tus palabras.
Besos.
Cristina, encuentro ternura y dureza habilmente mezcladas en tu cuento. Suerte y saludos
Gracias por leerme y comentar, Calamanda. No sé si hay habilidad por mi parte en esa mezcla, pero sí era mi intención mostrar los dos aspectos.
Un beso.
No solo el mar sigue doliendo. Tu relato también lo hace, aunque esté oculto bajo una acuarela blanca.
Suerte y saludos.
Rafa, supongo que las heridas, aunque se tapen, duelen. Al menos hasta que cicatricen…
Gracias y un abrazo.
Que dificil es que le devuelvan esa inocencia…
Un relato duro pero tratado de una manera delicada. Un hilo de cometa que se rompe lo mismo que el candor de la niña. Que triste es saber que hay gente tan depravada que pinta las vidas de oscuro.
Buena historia y diferente para la propuesta.
Suerte Cristina. Un beso.
Muchas gracias por pasarte (y pararte), MªBelén.
Un beso 🙂
Tal vez la inocencia jamás regresará, pero el mar tiene memoria y en su grandeza acogerá gustoso la ofrenda y devolverá una brisa que ayudará a cicatrizar heridas. Tremendo y genial relato, Cristina. Abrazos.
¡Qué buen relato! Me gusta un montón.
Besos veraniegos.