102. Maldita la duda.
Te acuestas cansado; exhausto por el entrenamiento, cada vez más intenso, cada vez más duro. Enseguida concilias el sueño y te ves en la última curva, ante el último esfuerzo. El estadio está lleno, notas su rugido, percibes su aliento, y aprietas los dientes, dándolo todo hasta el final, y conteniendo la respiración con el miedo a que el más mínimo suspiro sea la décima de segundo que necesitas para ganar.
Cruzas primero, cae el record del mundo, que queda a tus pies, asombrado por tu hazaña. En ese momento te dejas llevar. Vuelta de honor, fotos, abrazos; todo reconocimiento es poco.
En el podio, con el himno de fondo, la emoción te embriaga, y apenas reparas en sus caras.
Vuelves a la tierra y te fijas en ellos, que siguen mirándote; y entonces te das cuenta. Te señalan. Vuelves la vista y la ves, clavada en tu brazo, delatándote.
Te despiertas sobresaltado, enciendes la luz y te tocas los brazos. Nada. Suspiras aliviado; pero maldices en voz baja y saltas de la cama. En la cocina abres la nevera; coges esa caja del fondo y la abres. Sigue ahí. Y tú sigues maldiciendo. Maldita la hora. Maldita la duda.
Nos propones un relato muy bien formulado, haciendo que nos veamos en ese sueño y sintamos, también, esa desconfianza que humaniza al personaje. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Impactante y muy bien tratado el tema. Posiblemente esa duda asaltará durante la noche a muchos deportistas de varias disciplinas (atletas, ciclistas, gimnastas…). ¡Enhorabuena!
Me gusta mucho. Mucho, mucho.
Un besote.
Auro.
Un sueño Olímpico que muchos deben tener, y el amargo despestar de aquello que precisamente, sólo en eso, Sueño.
Me gustó.
Suerte, Alfonso
Hablas del dopaje, para mi sí. El lado oscuro del deporte, que acecha, y el temor a que te descubran, supongo.
Cuánto cuesta a veces una vistoria!!!!
Espero haberlo interpretado bien. Ya me cuentas.
Suerte!