106. Lanzamiento de Jabalina
Lo que más le costó fue introducir la jabalina calibrada entre el resto. Unos pocos dólares, una sonrisa y una promesa la noche anterior fueron suficientes para la voluntaria. Cuando sopesó su centro de gravedad, pensó que no podía fallar. No se trataba de enviarla lo más lejos posible, sino de acertar. El lanzamiento apenas duraría un par de segundos. Para cuando quisiera darse cuenta, sería tarde.
Uno. Inició la carrera. Concentrado en el objetivo. El ruido de los golpes tras la puerta. Dos. Estiró la zancada para acelerar la carrera. Sus gritos insultándola. Tres. El pie sobre la línea de lanzamiento. Ella tirada en el suelo, sangrando en un sordo llanto. Cuatro. Lanzamiento. El golpeándola en el suelo. Blanco.
El lanzamiento fue perfecto. Todo el mundo lo vio. Las lágrimas mojaban sus manos que ocultaban su cara a las cámaras, como lo hacían las de su madre, en una habitación al otro lado del mundo. Dulce néctar de libertad.
Al instante los titulares de prensa inundaron la red: ”Desgracia en la familia olímpica. En un error de lanzamiento de jabalina, atraviesa a su padre, juez de pista, ante la mirada horrorizada de millones de telespectadores”.
Impresionante la historia que nos traes. Pareciera que los años de sufrimiento precisos para alcanzar la élite olimpica también sirvieran como preparación de esta venganza o reposición de la justicia, su justicia, aunque, como casi siempre, no sirva de gran cosa, a la larga. Un alivio moméntaneo pero sin padres, sin medalla, señalado por muchos y, seguramente, en la cárcel. Me ha encantado. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Medalla de oro doble por el buen tiro de jabalina y por la buena puntería. Eso sí, un horror, la escena, quiero decir.
Suerte!