FEB47. EL RETRATO SILENTE, de Juan A. Pérez Guadilla
Sus ojos se hundían en los míos. Me seguían, profundamente abiertos. Protagonista y dueña de aquel desnudo espacio, ella hablaba en silencio con su gesto.
Los primeros martes de cada mes yo acudía puntual y volvía a encontrarla. La contemplación de aquella mirada producía en mi un estado fugaz de catalepsia. La gente permanecía ajena a sus indicaciones y ese sordo murmullo que emitían, sin duda, iba a enojarla. También ellos me observaban.
Inquieto, comencé a pasear de un lado a otro del pasillo, obsesionado con aplacar las voces de mi interior, que con un ritmo trepidante, habían comenzado a hostigarme. Un sudor frío recorrió mi frente. En ese preciso instante en que la cabeza iba a estallarme, salió una enfermera y su voz me devolvió a la realidad: “Don Fulgencio Pastrana, Sala de Psiquiatría. Consulta nº 12. Schsss! por favor, se ruega silencio.”
Es ella! Ella es la enfermera del retrato! “ Hoy sí he sido bueno, verdad señorita?”
Engañas muy bien la ambientación y las descripciones. Un museo y un retrato muy particular y popular el tuyo. Buena sorpresa final. Felicidades.
La verdad es que no me gustaría tener que visitar
este particular museo con demasiada frecuencia.Con enfermera o sin enfermera 😉
Me ha gustado mucho tu micro, Juan A., muy bien mantenido un suspense entre silencios y murmullos, catalepsias y presencias, hasta desvelar una realidad posible: la enfermera del retrato ¿Enfermera? ¿Retrato? ¿Ambas cosas? ¿Locura? Superb! Abrazo. Marcos.
Ese era el juego del relato.Veo que le has sacado todo el jugo, Marcos. Gracias. Un abrazo
Hasta el mismo nombre de Fulgencio me lleva a un psiquiátrico de salas amplias y batas blancas con cofia. Esas escapadas al pasillo me llevan esta vez a un retorcer de manos y mirada perdida y obsesiva al suelo. Como comprobarás, me has metido en tu relato, lo has conseguido, y no es fácil. ¡Sí!,¡hoy has sido bueno! Enhorabuena
Hoy TAMBIÉN voy a ser bueno y voy a darte las gracias. Fº Fulgencio
( En buena me han metido éstos. Tú no les hagas caso cuando te insistan!)Un abrazo
Muy bueno , al pricipio parecía un relato de un enamorado
pero a medida que lo leía descubría el trasfondo. el nombre curioso jiji. muy bueno, estas hecho un escritor.
un beso
Un escritor? Yo? ha sido todo una larga historia de contagio. Creo que voy a tener que ir al Ambulatorio y encontrarme con la enfermera del retrato
Eres como una paleta de pintor. Un retrato de colores. Juanan; eres un genio.
Es que yo sí plancho. Y a veces hasta tengo que echar la basura.
Un abrazo
Juan, cuantas veces nos han encontrado esos ojos de tu enfermera del cuadro. Suerte y saludos.
Cierto, cuántas veces.Asimismo,no te desearía que te lo encontrases tú tampoco, la verdad.Gracias
Me gusta el proceso.Primero nos haces creer que estamos
leyendo la descripción previsible del típico retrato que impresiona, valiendote de algo conocido como «la mirada..»…..»en un desnudo espacio…»Lo de siempre.
Ya con «los primeros martes de cada mes» recurres al procedimiento de la alerta, pero de forma tan leve que no llegamos siquiera a sospechar que lo es. Más tarde, nos confundes al describir en primera persona una situación de estrés que desemboca en lo que ni de lejos
habíamos previsto. Y al final lo desvelas por asociación de ideas, que es más elegante que la forma directa. Este tipo de relatos son los que gustan a ese
lector al que le agrada sentirse engañado hasta el final, como es mi caso.
Y como guinda, te permites el quiebro de añadir que hoy sí ha sido bueno. Doble mortal.
Tus análisis siempre son esperados por el autor, por temidos y certeros. Pero al final tú también has caído.;)
Muy bueno Juanan, esta vez no has matado a nadie.
Se ve en tu relato muchas horas de hospital con la carpeta de representante esperando la salida del quirófano del esquivo galeno. No me extraña que esos ojos te dejasen huella.
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
Por ahora.
Cierto, pero más huella me dejó el hecho de que en una ocasión, visitando un psiquiátrico por temas de trabajo, un paciente como un armario me siguió para
pegarme cuando me vio hablando con la monja.
Muy apropiado este fragmento de Quevedo! Un abrazo
-en susurros _ pssssttt.. senillamente genial …. Siguiente por favor
Uy! que pareces la enfermera! «siguiente por favor.» Que no, que lo he pillado 😉 Gracias! Un beso
Muy original y con un final imprevisible.
Suerte.
Un saludo.
Bueno, eso del final… no sabéis lo que pasó detrás de la puerta!
Muchas gracias. Un saludo