20. Arraigo letal (La Marca Amarilla)
Hoy, como ayer y otros muchos días, amanece achacosa.
No se queja. Cuando abre los ojos siempre piensa aliviada: “me he despertado”, antes de levantarse para vivir su rutina diaria.
Después de desayunar sin apetito da de comer a los gatos, sobre todo al tuerto y al que le falta una pata.
Acto seguido recoge los pocos huevos que ponen las gallinas y, acompañada por sus tres perros, remienda cómo puede el pequeño y destartalado corral, donde los conejos entran y salen a su libre albedrío.
Más tarde, un ataque de tos le obliga a dejar los pesados aperos en el suelo para recoger los esputos en un pañuelo.
Una vez recuperada se dirige al huerto rodeado de frutales que hay detrás de la casa.
El perezoso sol de esta húmeda mañana, que apenas ilumina al pueblecito abandonado y a su solitaria anciana, se refleja en el individuo con uniforme de plástico amarillo y escafandra que se acerca:
– Mamá, por favor, sal de la zona radioactiva.
– Ni hablar, nunca me iré de mi casa.- Y hastiada por la insistencia, se gira y respira profundamente un aire que para ella es el más puro.
Gracias por tu comentario, Juan!!! 😉
Un saludo!!
¡Qué buen relato, Marca! Una achacosa anciana curtida en mil faenas, con la voluntad y obstinación que imprime la vida rural…, se le podría dar un giro a la historia de mil maneras, pero solo a ti se te podría haber ocurrido esta. Genial quiebro. Un beso.
Cuántas personas habrá como tu personaje. Lo que las mantiene vivas es permanecer aferradas a lo que han conocido, como en este caso y a pesar de todas las dificultades y sufrimientos que nos muestras y de los que ella es consciente. Muy bueno. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Marquita, lo sabes.
Cuando te zambulles en el mundo de la sci-sfi eres imbatible.
Ojalá este sea tu bimestre. Lo mereces.
Un abrazo, bandarra.
Tu micro, Modes, parece una descripción normal de la vida de una anciana en lo rural hasta que, hacia el final, sorprendes sobremanera con la referencia a la radiactividad. Me ha encantado.
Un abrazo.
María José
Jaja, te he llamado Modes… ¡debe ser la edad! Disculpa, Marca. El comentario sí era para tí, sin duda.
Un abrazo.
María José
Tu protagonista está tan apegada a la tierra que abandonarla supondría su muerte. Prefiere quedarse, aunque ello incluya un pasaporte para un desenlace lento. En un lugar o en otro el final es inevitable, pero poder elegir cómo ha de ser el camino hasta llegar a él es un acto de dignidad.
Qué apocalípticos nos hemos puesto tú y yo este mes. No soy quién para hablar del mío, pero el tuyo es un pedazo de relato.
Un abrazo y suerte, campeón.
El giro final me ha fascinado. Broche de oro para una sencilla historia rural.
Mucha suerte, Miguel Angel.
El título es magnífico, la historia sobresaliente y el final, alucinante.
Están perfectamente colocados esos esputos en el pañuelo en medio de una narración que continua suave hasta el impactante final. Para pararse un buen rato a disfrutar y aprender.
Qué bien desarrollas la convivencia entre el cáncer de la libertad causado por el enfermizo arraigo a lo propio y el cáncer real producido por su demente empeño de vivir entre la radiactividad.
Chapó, Marca. Enhorabuena.
Un abrazo.
Una lectura pausada con imágenes que sorprenden, una rutina en su anciana vida, una enfermedad que se muestra, un cansancio que se siente.
Un giro al final que hace entender cada una de tus palabras. Una decisión de vida, mejor respirar el aire libre radioactivo que condenarse escondiéndose bajo un traje que le priva de la libertad.
Fantástico Marca. Si hemos de morir que sea con dignidad y en el ambiente que siempre hemos habitado.
Un abrazo.
Triste realidad para infinidad de personas que la sociedad les arrebata de una manera u otra.
Besicos muchos.
Cada día se sorprende de estar viva, una anodina existencia que para ella es real y única, el apego y el amor a su tierra. Muy bueno, Marca. Abrazos.
Un relato muy visual, con un final hermoso y a la vez terrible. El arraigo en su máxima expresión.
Muy bueno, MARCA; me gustó.
Cariños,
MAB
En cuanto aparece el hijo… cobra todo el sentido el escrito.
Muy bueno, otro que está entre lo mejorcito…
Un abrazo
Miguel Ángel, llega muy bien tu cuento, es facil sentirlo. Suerte y saludos
Me ha gustado todo el desarrollo, salvo ese final apocalíptico, no por ti, si no por mí. El apego de los ancianos, lógico.
Un relato rural diferente. Me gusta.
Felicidades
¡Qué bueno! No esperaba tal desenlace, claro, para eso está ahí, para sorprender. Conseguido. Otra manera de ver el campo, en este caso, ese aire puro radiactivo, me ha dejado con miedo a respirar.
Un saludo.