FEB40. LA IMAGEN DE LO QUE FUI, de Alfonso Carabias Antúnez
Aún sin saber muy bien porque sigue colgando de la pared del salón lo cierto es que su sola presencia es como un analgésico para mi maltrecha conciencia, un espejismo, un retazo de lo que fui y ahora no soy; y un anhelo de esperanza en la desencantada existencia por la que deambulo.
Cuando lo veo recuerdo lo que era, una persona con un camino bien trazado que decidí abandonar, como un barco bien dirigido que quedo varado y se hunde sin remisión.
Movimientos autómatas me ajustan la corbata mientras repaso la agenda del día. Despedir personas hace años que no me produce remordimiento alguno; da igual su situación, hijos, edad. La escarcha que desde hace tiempo rodea mi corazón hace que cualquier sentimiento de culpa resbale y me sea indiferente; casi ni oigo sus lamentos. Supongo que por eso soy bueno en este trabajo.
Al salir, antes de cerrar la puerta, otro automatismo en forma de última mirada, dejando lo mejor de mí, lo único bueno, dentro, colgando de ese retrato de lo que una vez fui y nunca más seré.
Es un retrato al revés. Atesora lo bueno y deja al personaje con lo malo. Da pena ese ser sin remordimientos, realmente ese autómata que dices, aunque en el fondo es consciente de sus carencias.
Me gustó mucho lo de la escarcha en el corazón, por poético.
Buen ritmo y buen final.
Suerte.
Gracias por tu comentario Antonia. El personaje abandonó hace tiempo el camino de la serenidad y deambula por la vida sin sentimientos.
Un saludo.
Un exponente de lo que está sucediendo en la actualidad, en la que muchos directores de recursos humanos despiden a trabajadores que han entregado sus vidas a su empresa sin sentir remordimientos. muy bueno. Gloriaarcos
Gracias por tu comentario Gloria. Aunque no se debe generalizar, pienso que estas figuras deben ser muy fuertes psicológicamente hablando. Mi relato no deja de ser ficción, pero habla de un personaje sin conciencia que bien podría ser real en ese puesto.
Un saludo.
Alfonso, ese retrato retrata mucho. Como, aún siendo consciente, pierde la frescura de su vida, y endurece su caracter hasta automatizarlo; quiza así viva más cómodo, aunque, seguramente, menos apreciado. Suerte y saludos.
Calamanda, realmente creo que el personaje ni vive cómodo ni aprecia demasiado su vida, más bien yo diría que malvive sin darse cuenta.
Gracias por el comentario y un saludo.
Un personaje frío, sin escrúpulos, endurecido, aunque en la última frase, pudiera ser que en el reconocimiento de: lo que una vez fui y nunca más será, tal vez sienta algo de pesadumbre por ser así.
Sería una lástima una absoluta falta de remordimiento.
Saludos y suerte
Ana J R
Buena reflexión Ana, sería injusto no sentir algo de remordimiento, y en cierto modo algo hay en el relato.
Un saludo.
Me gusta la forma en que está escrito, además de los sentimientos que trata :la culpa o no culpa, la resignación, el tedio, la nostalgia de lo que fuimos y ya no somos.
Enhorabuena
Me alegra que te haya gustado Miguel Ángel.
Un saludo.
Muy buen relato. Es una clara referencia a la vida cotidiana de muchas personas que se han visto obligadas a hacer de verdugos y que después del primer año haciéndolo han tenido que blindar su corazón para dormir por las noches. Además se trata de echar o ser echado.
Me ha gustado. El único pero que te pongo es que al principio por qué va separado y acentuado.
Mucha suerte, Alfonso.
Saludos.
Gracias por tu comentario Ricardo; y por el apunte, del cual tomo nota. La verdad es que el corrector del word no es todo lo bueno que debiera.
Un saludo.