FEB32. EL ESPEJO, de Margarita Clemares
No era un fantasma quien surgió del vapor del agua caliente. Era mi imagen, la primera del día. Esa que cada mañana me costaba reconocer, esa que me estremecía ya por cercana, ya por lejana. Me había acostumbrado a no mirarla, aunque a veces no podía evitar echar una mirada de reojo para comprobar que seguía ahí, torturándome, arañándome lágrimas de unos ojos ya secos. Una mañana, la niebla del espejo se resquebrajó como el hielo en invierno y la imagen no apareció. Tampoco la eché de menos. Me había acostumbrado a ignorar su presencia. Pero ese día noté que había en mi pecho un agujero que a pesar de la ropa no conseguía tapar. Y al final añoré la imagen, una imagen que me negaba a reconocer como mía pero sin la que no podía seguir viviendo.
¡Que extraños somos a veces!!
Besicos muchos.
Muy bueno. Me ha gustado mucho. Tanto en la hipérbole como en el posible trastorno psiquiátrico de la protagonista que, a diferencia de Dorian, no sabía por qué no le gustaba su imagen.
Suerte.
Sí unos necesitan ver su reflejo y otros no lo soportan;pero no sabemos que pasaría si nuestro deseo de no vernos a nosotros mismos se cumpliera… me moviste. Me gustó. felicidades.