DIC22. VISITA NON GRATA, de Edita Nogueira Tallón
Ya está aquí. Como siempre, se presenta sin previo aviso. Se instala en casa y ya no se va hasta después de Reyes. Me acompañará a todas partes; estará presente en mis compras, mis dudas, mis decisiones y, sobre todo, en las fiestas, haciendo que las odie tanto como a ella. En plena velada de Navidad o Noche Vieja, cuando todo el mundo destile alegría, me recordará:
-¡Qué pena que falte papá, con lo que disfrutaba en estas celebraciones…!
Tendré que encerrarme en el baño para enjugar las lágrimas, y también allí sufriré su presencia. Los demás ni se enterarán; así no podrán echarme una mano para sacármela de encima. Estoy acostumbrada a disimular, nadie tiene la culpa de que ella se haya obsesionado conmigo y no me deje respirar. Esta vez todavía será peor, porque no vendrá mi hijo. Se queda con la novia y su familia. Normal. Pero en el momento que menos me lo espere, saltará ella:
-Si, la familia de la novia… ¿Y tú, qué?
No sé lo qué daría por dar un salto en el tiempo y aparecer a mediados de enero. Cualquier año ocurre una desgracia. ¡Maldita depresión!
Muy bien expresada la angustia que provoca ese ser.
Qué angustia, es verdad. Es terrible tener que hacer algo a la fuerza y encima guardar la compostura. Cuanta gente habrá ya temblando… jejeje. Saludos.
Tu relato es muy bueno y está muy conseguido. No hay nada más terrible que una depresión, cuya presencia se nota, como muy bien has expresado. Y nada peor que pasar estas fiestas cuando te faltan tus seres queridos.
Enhorabuena
Muchas gracias. Edita.
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Edita reflejo de una triste realidad, mucha gente lo pasa mal en estas fechas por la falta de seres queridos. Me ha encantado. Abrazos.
Lo que cuentas es tan típico en Navidad como los adornos que iluminan nuestras calles. Muchos serán los que tiemblen ante la llegada de estas fechas.
Un abrazo.
Edita, si, se presenta sin invitación y aprovecha la mínima ocasión para dañar; lo has expresado bien. Suerte, saludos y felices fiestas
Edita, me he identificado un montón con tu relato.
Me suena lo de las lagrimillas a escondidas, lo de poner buena cara porque tu hijo no va a estar presente, lo de querer despertar el diez de enero…
Lo único es que no, gracias a Dios, no soy una persona depresiva, pero eso no implica que la tristeza no me acucie alguna vez.
Muy buen relato.
Un abrazo.