63. La novedad (Susana Revuelta)
—¡Nunca había visto nada igual! —aullaba la muchacha señalando fuera de la gruta.
―Tranquilízate, Mika ―gruñó la madre alargándole un cuenco con un mejunje verde.
—¿No hay nada para picar?
—¡Deja eso, que es el aperitivo de tu padre! —exclamó arrebatándole una escudilla llena de lombrices—. Toma ―añadió ofreciéndole un trozo de carne sanguinolenta―: hígado. ¿Qué ha pasado?
—Pues que estaba haciéndome un collar de flores…
—En eso no has salido a mí —la cortó disgustada—. Siempre dispersándote con tonterías. ¿Cuándo sentarás la cabeza?
—¿Continúo —bostezó Mika— o me echo una siestecilla?
—¡No! Sigue…
—Fue un espectáculo. Comenzó a llover y cayó un dios del cielo, como decís papá y tú. Pero era un rayo; no, no pongas los ojos en blanco, mamá: era un rayo normal y corriente. Entonces partió el tejo donde estaba apoyada, menudo susto. Y ahí que aparece el Gori.
―¿Y qué hizo el mamarracho de tu marido?
―Agarró una rama encendida y corrió donde los otros cazadores. Fíjate si será memo que se le cayó encima del mamut descuartizado y se pusieron todos a comer ¡carne quemada!
—Por favor, ¡qué asco!
—Sí…
Mika se quedó pensativa, salivando, contemplando el humo a lo lejos.
Pues ahora que vuelve a estar de moda el carpaccio y el tartar, no sé yo si seremos nosotros los que volvamos a las cavernas, por lo menos en el arte culinario. Susana, sí que mola esta escena de trogloditas aderezada con una aparente antecesora de hippie colgada. Y suertuda, le vino caída del cielo la solución a su hambre canina, si le dejan algo los machos dominantes, claro. Enhorabuena. Suerte y saludos.
Algo dejarán de comer, Jesús, espero. Me apetecía hacer un relato paleolítico adaptado al siglo nuestro en cuanto a roles. Lo que es seguro es que me reí mucho montando la trama.
Un beso, majo.
Esta Mika promete. es testigo de fenómenos naturales, como el del rayo, que al contrario que sus padres, no atribuye a la furia de los dioses; su pensamiento es realista, empírico y científico. Cuando la madre pone en cuestión las bondades de la carne asada del mamut, que los cazadores descubren por casualidad, a ella le entra una duda razonable sobre si esa práctica accidental no podría generalizarse para el futuro. Esos puntos suspensivos tras el «Si» final la definen como una visionaria.
Divertido y diferente, Susana.
Un abrazo grande y suerte
Vaya análisis más bueno, Ángel, gracias. Visionaria o no, a la muchacha le olió a barbacoa y le entró hambre, jaja, aunque ella no comprendiera aún la cosa. Pero para eso soy en este relato la voz omnisciente, aunque escondida tras los diálogos.
Beso.
Olé, olé y olé tu arte, tu gracia y tu relato.
¡Me alegro, J u a n P é r e z de que te haya gustado. A las mujeres hay que homenajearlas siempre. A los hombres, por qué no, también.
Beso grande.
Gracias, Anita. Donde más disfruto es creando personajes y haciéndoles interactuar. El cuento sale, muchas veces y sin proponérmelo, de ahí.
Un beso.
Lorenzo, me has hecho sonreír. Gracias, amigo.
Divertida escena «cotidiana» de otra era. Mira por donde no solo descubrieron el fuego, sino la carne a la brasa, todo en uno.
Otro escenario para gentes de campo y como siempre vital importancia la de las mujeres.
Un abrazo.
Hola, Asunción. Buena observación al relato. Posiblemente si hubiese contado con 2.000 palabras en lugar de 200 les monto un jacuzzi paleolítico en algún bajorrelieve.
Beso.
¡Mira por donde! Ya nos has descubierto, cómo descubrieron que la carne estaba mejor asada…
Buen micro, Susana, divertido pero con mucha miga.
Un besote de los gordos, preciosa.
Aunque sintetizado en una escena jocosa, podría haber sido así, ¿no? Lo de descubrir sabores y eso. La cerveza, según un reportaje que vi en la tele, apareció porque olvidaron al sol un canastillo lleno de grano que fermentó. Mira qué bien, porque sino habría que haberla inventado de otra manera.
Beso de vuelta, Rosy.
El proceso del descubrimiento de la carne asada. Un rayo cae por casualidad, se carga el tejo, prende una rama, el Gori la pilla, echa a correr, y se le cae encima del mamut descuartizado. Muy humorístico, aunque en este caso el inventor fue un hombre rural, las mujeres lo único que hicieron fue llamarle mamarracho y memo. Y decir… “¡qué asco!” por comerla. No fueron muy participativas en el desarrollo de la vida sabrosa en nuestro planeta.
Suerte, Susana
Se puede ser reivindicativo hasta por aquí, José Luis, como bien puntualizas. La mujer (las mujeres, en este caso) son las protagonistas indiscutibles del micro, que habla de la brecha generacional ante un evento (la aplicación del fuego a la vida cotidiana) que ni ellas imaginaban el alcance que iba a tener.
Un saludo.
Llega hasta aquí ese olorcito rico, rico, a barbacoa de mamut. Ahora solo hace falta que Mika, que se ve que es una troglodita bastante avispada, mezcle aceite, sal, vinagre, ajo, ají seco molido, hierbas aromáticas… y nos invente una rica salsa Chimichurri para acompañar. Muy ocurrente y divertido relato, Susana. Un saludo.
Un divertido relato con el que nos deleitas con el olor a carne a la brasa, es que me he quedado como la protagonista, extasiada con el humo y pensando en su sabor. Menos mal que no todos se niegan a innovar, de lo contrario aún estaríamos comiendo carne cruda, bueno, también la comemos en según qué ocasiones. Nada, que me gustó mucho y me han divertido las reacciones de tus personajes, muy lograda esa visión prehistórica.
Un saludo.
Nuestras antepasadas salen victoriosos en este jocoso relato.
Felicidades enredadas en humo.