77. EL ARIETE (Jesús Redondo Lavín)
Por la vaguada, bajo la casa de tía Finuca, corría un regato. El tío Jesús construyó un azud en el que insertó un tubo que enlazaba con un artilugio que llamábamos ariete. Era como un balón de baloncesto de hierro; en su base continuaba el tubo truncado por una válvula con un émbolo móvil que por presión hidráulica, tras producir un golpe seco, escupía por su base dos cortinillas de agua; luego descendía para volver a ascender. Por ese sistema un hilo de agua llegaba al depósito, a 33 metros sobre el río, que surtía al lavadero y al abrevadero del ganado, adjuntos a la casa.
Fue la última obra de aquel ganadero inquieto por el progreso. Una enfermedad, de aquellas que esperaban al descubrimiento de la penicilina, se lo llevó. Mi tía, todo un carácter, logró sacar adelante a sus cuatro pequeños. Nunca se sintió sola en aquella casa aislada en la curva de las Callejas, hoy muro desmochado.
Aquel “pum-flash”, “pum-flash» del ariete eran el diástole y el sístole del valle. Los trajines de las horas de luz atenuaban aquel sonido que de noche era patente. Finuca nunca se sintió sola, oía latir al corazón del tío Jesús.
Ese onomatopédico «pum-flash», que aunque extraño a la naturaleza llega a formar parte de ella, sirve de acicate a esta mujer para sacar adelante a cuatro retoños, algo fácil de decir, pero no de cumplir, sin desfallecer a causa de la soledad. Toda una obra de ingeniería la del tío Jesús, cuya calidad queda probada al prolongarse en el tiempo.
Un abrazo y suerte, JEsús
Una gran muestra de ingenierïa popular, y además de útil, perenne. Si no el artilugio, sí el recuerdo de su hacedor. Un gran homenaje a todos los tíos Jesús que, en épocas difíciles, hacían de sus carencias, virtud. Me ha gustado mucho, Jesús. Suerte y saludos.
Siempre has bordado los temas relacionados con el mundo rural y este no iba a ser menos. Felicitaciones! El premio es tuyo.
Un abrazo, Jesús.
Esta historia «sabe» a verdad.
Un reflejo de la vida difícil, pero rica, sabia de la gente del campo.
Jesús, se nota que has mamado la vida del campo, se refleja magníficamente en tu relato.
Y me ha encantado ese corazón latiendo en la tierra: “pum-flash”, “pum-flash”
Un abrazo
Una crónica bastante completa de la significación de la vida rural o e campo.
Conoces bien el lenguaje, y nos has obsequiado y enseñado términos que a muchos se nos escapan.
Buen trabajo, tocayo.
Aquí me tienes midiendo presiones, calculando alturas, analizando émbolos móviles y adivinando qué pueden ser esas dos cortinillas de agua que se presagiaban el escuchar un golpe seco.
Me he puesto a revisar el Artificio de Juanelo Turriano para despejar por dónde iban los tiros del tío Juan. Técnica casi mágica subir esa agua para abrevar y regar las huertas que, lo reconozco, creo y admito como cierto y verdadero, por esa seriedad tuya en plasmar hechos e historias reales y vividas. Si lo llega a escribir otro, habría pasado olímpicamente de la carga hidráulica y del vértigo de los 33 metros.