105. Horario de oficina
A Brígida la contratamos porque es el paradigma de lo que estábamos buscando: Lleva el pañuelo anudado en la cabeza bajo un sombrero de paja, viste ropas anchas, tiene las palmas de las manos cruzadas por enormes surcos, acostumbra a mirar inconscientemente al cielo, como si estuviese olisqueando una tormenta que no termina de llegar y huele a paja y heno: en fin, todo un prototipo de mujer rural. Está a la entrada de la empresa, siempre manipulando las hortalizas del pequeño huerto que le hemos instalado en el hall, para que se sienta como en casa. Su contrato es en estricto horario de oficina, pero ella llega antes de que salga el sol, la costumbre, dice. Te preguntarás que para qué queremos una mujer rural en una empresa que se dedica a la fabricación de cabezas nucleares. Digamos que le pone el toque ecológico a nuestro negocio, tan injustamente denostado por la sociedad. Nosotros nos dedicamos a rellenar nuestras cabezas mientras ella mantiene el huerto frondoso y productivo. Y le pagamos religiosamente su salario cada fin de mes: para que luego digan que con el uranio no se puede hacer economía sostenible.
Jaja! Excelente relato que termina con un sarcasmo que produce entre risa y pena… que retrata las incongruencias de este mundo de cabeza en el que vivimos. Felicidades José Manuel. Un saludo!
Muchas gracias, María. Y sí, efectivamente es un mundo entre risa y pena
¡¡Saludos!!
Tras ese tono irónico que impregna tu relato nos haces pensar en como, con total impunidad y exagerada facilidad, muchos nos engañan poniendo delante de nuestras narices un señuelo para que no nos demos cuenta de la realidad que oculta ese reclamo. Enhorabuena y suerte. Un saludo.
Tu relato sería un ejemplo de libro de humor puro y fina ironía, si no fuera porque en esta sociedad tan hipócrita y algo enferma una situación así podría darse, cosas más estrambóticas se han visto, se ven y se toman como serias. Original propuesta.
Un abrazo y suerte, José Manuel
Desde luego a Brígida le sostienen la economía, pero no sé yo si eso es suficiente para considerar que están haciendo economía sostenible.
Una historia llena de ironía y supongo que más cerca de la realidad que de la ficción, por todo lo que se puede ver en la economía real.
Mucha suerte con ella Dorrego.
Buenísimo e ironiquísimo, no he podido dejar de reirme.
Felicitaciones mil, José Manuel
José, vaya humor tan fino; el final incluido, aunque sea desesperante pensarlo. Suerte y saludos
Qué bien tirado, José Manuel, el postureo de las grandes empresas hecho relato. Muchas suerte!
Ya se sabe que la imagen lo es todo:una buena imagen, natural, sostenible, y lo que haya detrás queda camuflado. Tan real que da miedo.
Muy bueno. Suerte.
Beso