ENE116. MAMÁ, ¿DÓNDE ESTÁ EL ABUELO?, de Mª del Rosario Val Gracia
Felipe estaba triste. Recientemente había fallecido mi padre y aunque todos lloramos su pérdida, él fue quién más notó su ausencia. Tenían una relación muy especial.
Seguía despertándose por la noche, iba a su cama y allí se quedaba dormido. Llegaba del colegio y lo buscaba. Pensé que sacándole de casa unos días, mitigaríamos su pena. Decidimos llevarle a un parque de atracciones, aprovechando así, las vacaciones de Semana Santa
Cuando embarcamos, para él su primera vez, parecía emocionado. Tomó asiento y sin ayuda nuestra, se puso el cinturón de seguridad. Nos sorprendió lo feliz que estaba, hasta bromeaba con un libro de dibujos que sacó de su mochila…“estamos dentro del dinosaurio más grande, el sauroposeidón, el lagarto dios de los terremotos”. Me congratulé, Felipe sonreía de nuevo.
Cuando alcanzamos altura, contemplaba con insistencia las nubes. Movía su cabeza de un lado a otro para volver de nuevo su vista hacia la ventanilla. Empezó a ponerse algo tenso, en su cara un rictus de impaciencia.
-¿Qué te pasa Felipe, no te encuentras bien?
– Es que no le veo
– A quién cariño…
-Al abuelo mamá, dónde está el abuelo, ¿no me dijiste que estaba aquí arriba?
Pues también me suena a real. Pobre niño. Esto es para que aprendamos a no ser tan condescendientes con los críos, que se quedan con todo y más.
Un abrazo.
Les «engañamos» y ellos son como un disco duro, lo guardan todo.
Un abrazo y agradezco tu comentario
Mªdel Rosario, el sentimiento de esperanza que despertaron en el niño no le ayudó. Suerte y saludos.
No, me temo que al niño lo que menos le interesaba era ir a eurodisney…
¡encontrarse con su abuelo en el cielo! pobre…
Gracias.
Un abrazo
Fantástico, me gusta la vida vista desde los ojos de un niño!
Besos
Hola Juanlu… no sé qué tal lo llevas pero ya sabes que quiero
mi sauroposeidón, je je
Besos
La historia produce mucha ternura hacia ese niño, pero también nos enseña que no deberíamos contar a los peques las patrañas con las que a veces les llenamos la cabeza, creando expectativas a cuya altura luego no podemos estar. Un beso y suerte.
Ana, los niños nos dicen más de lo que les entendemos.
Gracias por comentar este sencillo relato.
Otro beso para ti.
¡Emocionante!, me encantan las historias contadas a través de los ojos de un niño; me saben a gloria y a inocencia.
Rosy, un relato precioso con una carga de amor y de esperanza que me ha enganchado.
Mi chica es la mejor, sin duda.
Un beso muy grande.
La mejor yo, jajajajaj ,sin duda, pero mi relato…
Gracias Towanda, sabes que te aprecio.
Un beso
Oh, qué triste! Tu prosa es muy amigable. Temí por el chico cuando se abrochó él el cinturón, pensé: aquí hay una pista, este niño salta, pero me equivoqué. Tu relato no deja de ser el «daño» que sin querer se hace a los pequeños con esas «mentiras piadosas», y ese doble significado del «cielo». Venga, que tengas suerte en el reparto de piñas.
¡Hola Ximens!, ya empezaba yo a echarte de menos.
Uy… yo en mi pinar, piñas, las tengo todas, je je
Gracias por tus palabras.
Con el cariño y la superprotección cuánto daño podemos hacer a un niño. Emotivo relato.
Besos ^^
Cuánta razón tienes…
Gracias Pilar.
Besos desde mi pinar.
El niño entonces pensaba que ir al parque de atracciones suponía acercarse a su abuelo, ¿no? Muy emotivo.
No, a los niños no los engañan los mayores, sino que les intentan hacer una vida más llevadera y más hermosa. A ciertas edades somos nosotros los que tenemos que cargar con todo el peso, luego, a partir de ciertos años ya tendrán muchos por delante de sufrimientos y angustias.
Un beso 🙂
Claro, se puso muy contento cuando le dijeron que montaría en avión…
A veces no coinciden nuestras expectativas con sus necesidades.
Un besazo
Creo que tendremos que tener más cuidado con lo que le decimos a los niños.
Me ha gustado much tu relato Rosy.
Besicos muchos.
Nani es inevitable meter la pata, queremos evitarles dolor con mentiras piadosas que no pueden sostenerse.
Un abrazo, de los de verdad.