130. Volver
La yaya Mariana carda la lana, aventa la paja, repasa la casa y amasa la tasa.
El nene de Reme bebe la leche mientras la yaya teje; esperan a que la Reme regrese.
Lía que lía, el gatito Fifí juega con él al orí, pero el niño se hace pipí. Mariana le riñe y provoca su hipar infantil.
-No quiero lloros, no des más mocos -lo cambia de hato y lo acuna un rato, pero mira de reojo al gato.
Su único nieto ya duerme quieto. Atrás quedó un duro día, el sol ya huyó, el campo oscureció.
La Reme, cansada, con las manos curtidas por el sol y envejecidas de soledad, mira a su madre, a su hijo y al gato dormidos al calor de la lumbre. Recuerda el día que abandonó la ciudad, nido de maltratadores y cueva de ladrones, para refugiarse en los orígenes de los que -tiempo atrás- renegó.
Ahora sonríe y rememora canciones de su infancia.
Hermoso y evocador relato el que nos dejas, gracias a ese aire de canción de corro que nos trae tanto alegría como tristeza en su añoranza. Suerte y un saludo.
¡Me encanta Fernando!
Huele a canción de infancia, a Gloria Fuertes, a corro de niñas.Te pone en paz con el mundo llegar a ese lugar emocionalmente tan tranquilo de la protagonista.
Te ha sentado bien publicar tu libro. Ánimo, ¡estas en racha!
Un placer haberte acompañado en la presentación, te deseo lo mejor.
Fernando, bonito ritmo en tu historia. Suerte y saludos
Me gusta, Fernando, ese juego de las rimas infantiles con el que vas tejiendo la historia de esta mujer. Original en forma y en fondo.
Suerte y besos,
Las raíces siempre serán una opción, arraigando en la tierra y en la mente, atenuando desdichas y penurias. Precioso relato que nos transporta a un universo de autenticidad. Muy bueno, Fernando. Por cierto, acabo de recibir tu libro y ya ansioso de disfrutarlo. Abrazos y suerte.