131. Neuma-terapia
Dejó la ciudad porque sentía miedo de los grandes edificios que le susurraban malos presagios. Volvió al pueblo. Nunca debió dejarlo, pero allí no podía dedicarse a lo que le interesaba.
Cada mañana cogía su carrito, las latas caducadas del contenedor de su restaurante de sobras favorito y vagaba por las calles recreando dentro de su cabeza lo que ya no podía ver con sus manos, ni tocar con sus labios, ni abrazar con su recuerdo. La gente murmuraba sobre ella, pero realmente nadie conoía a ciencia cierta su historia.
Solo sabía que volviendo a casa encontraría la calma, el aire que necesitaba respirar.
Por eso el día que las aspas del molino abandonado la lanzaron al cielo, ese preciso día, dejó de tener miedo, creyó ver a su hijo desaparecido en el ultimo terremoto y se dejó llevar.
¡Por fin juntos!
Hermosa y triste muestra de realismo mágico donde, al fin, parece que nuestra amiga consigue alcanzar la paz. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Cari, si tu historia es triste y bella a la vez. Suerte y saludos