06. VERGÜENZA (María José Viz)
−¿Tengo monos en la cara o qué?
Esos chavales rubios, de ojos azules y piel de alabastro, se burlaban de ella. No los entendía, pero se daba perfecta cuenta.
Sus padres la habían llevado a esta ciudad, de nombre impronunciable. Por supuesto, no estaba de acuerdo, pero el mundo está controlado por los adultos y solo queda obedecer, pensaba.
No le gustaba nada del país, ni la gente, ni su lengua, ni siquiera el paisaje. Nunca como hasta ahora había echado tanto de menos el verde olor de su tierra y a sus queridas amigas. Odiaba su nueva vida.
Cuando conoció a Hans, su visión comenzó a cambiar. Él no era como los demás, se parecía a ella, con idéntico aspecto latino. Pero algo hizo que se desencantara. Hans era hijo de emigrantes asturianos, y se cambió el nombre porque se avergonzaba de sus orígenes. En cuanto Carmen supo esto, juró que no lo volvería a ver.
Ahora se la ve rodeada de chicos con piel de alabastro, ojos azules y pelo rubio. Intercambian sus culturas, sus anécdotas y, de vez en cuando, algún que otro beso furtivo.
En demasiadas ocasiones, lo que pensábamos inamovible, no lo es, y como nos muestras en tu relato, adaptarse a las circunstancias quizá sea la mejor forma de actuar ante lo que nos resulta novedoso e inevitable. Me ha gustado mucho, María José. Saludos y suerte.
Muchas gracias, Jesús. Efectivamente, en el grado de adaptación y de aceptación de la realidad, reside gran parte del bienestar y de la felicidad del ser humano.
Un abrazo.
Gracias, J. Eres muy generoso en tu apreciación. ¡Buen noviembre, también para ti! Y mucha suerte.
Más abrazotes.
Un alarde de perfección técnica en tu texto. El giro y el nuevo giro para desembocar en un final inesperado aunque trabajado con anterioridad. Un relato de alta tensión. El lenguaje universal del oprobio puesto de manifiesto en la peripecia de esta jovencita de padres emigrantes. Qué complicado para ella casar ambos sustantivos con la losa de por medio de la autoridad de los padres. Y qué claridad de ideas a tan corta edad: la avergonzaba que alguien se avergonzase de sus orígenes. Al cabo se integra, del todo. Muy bien, María José, rozando la plenitud, el centro, la redondez. La más alta de mis calificaciones para ti. Te lo mereces. Un beso.
Martín, haces que me sonroja con tus halagos. Sinceramente, no creo que tenga tantas cualidades… Te agradezco el cariño que transmites y tu gran generosidad. Te deseo la mejor de las suertes, en todo lo que emprendas.
Un fuerte abrazo.
María José, el paso del tiempo cura; tu lo cuentas muy bien. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Tú y yo hemos coincidido en varios concursos y yo me declaro fan de tu escritura. Mucha suerte en todo lo que emprendas.
Un abrazo.
Me gusta tu protagonista, es una mujer con las ideas claras. Estoy con ella, yo tampoco renegaría nunca de mi origen.
Un saludo, María José.
Sí, es cierto, mi protagonista tiene principios y uno de ellos es no avergonzarse de sus orígenes ante nadie. Gracias por tu comentario, Inés.
Un abrazo.
Tu protagonista ha logrado algo que no es fácil, con independencia de la raza a la que se pertenezca: conseguir amigos auténticos y sinceros, que la aceptan como es con todas sus consecuencias y que, al igual que ella, no se avergüenza de lo que son ni de donde vienen, precisamente ahí radica lo apropiado del título. La pregunta es cuándo entenderemos que la Humanidad es la misma allá donde sus individuos se encuentren. Seguro que a muchos les ayudaría leer este relato..
Un abrazo y suerte, María José
Muchas gracias por tu lectura, Ángel. Quizás mi texto tenga algo parecido a una moraleja, aunque confío en que vaya más allá de eso.
Un abrazo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Ana. Es cierto que, como bien dices, «cuanto más aceptamos a los demás como son, mejor nos hacemos». Muchas veces nos cuesta entender a la gente que consideramos diferente. Sin embargo, cuando vemos cine que no es occidental, por ejemplo, somos capaces de entender aquello que mueve a los personajes, porque es lo mismo que nos motiva a nosotros: los sentimientos.
Muchas gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
La integración es lo ideal. Pero los hechos demuestran que en muchos casos es complicado, sobre todo, cuando vienen las épocas de «vacas flacas» en los países receptores. Tu protagonista ha elegido la mejor opción. Suerte. Un abrazo.
Gracias por pasarte, Luisa. Desde luego, tienes razón: la integración es más un ideal que una realidad. Y me temo que esto seguirá así, hasta no se sabe cuando…
Otro abrazo para tí.
Muchos se sienten avergonzados de su origen y quieren pasar como uno más de los autóctonos. Otros en cambio echan de menos su tierra y se aferran a los recuerdos. Duro momento el de dejar todo atrás y comenzar de nuevo en tierra extraña.
Saludos
Gracias, Blanca. Cuando alguien abandona su tierra, seguramente tendrá intención de integrarse en el nuevo país, pero son muchos los factores que hacen que sea dificil hacerlo, por un lado, y mantenerse aferrado a los recuerdos, por otro.
Un abrazo.
La perspectiva de nuestro entorno cambia al compás de nuestros sentimientos, nada es absoluto. La protagonista se integra sin perder su identidad ni el orgullo. La autenticidad siempre es una valor añadido en la vida y en la búsqueda de la felicidad. Abrazos, María José, y suerte.
Has dado en el quid de la cuestión, Salvador. Ser auténtico, en el sentido más noble de la palabra, es necesario para poder disfrutar de otras culturas, de otras costumbres lejanas a la nuestra. No perder la identidad, pero siendo receptivo a lo nuevo que se nos presenta.
Gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo fuerte.
La adaptación es imprescindible para sobrevivir, aunque una puede siempre reproducir su pequeño mundo una y otra vez, aferrarse a lo que se ha conocido, cambiando un poco los nombres.
Este micro analiza el proceso atendiendo a los mecanismos psicológicos del ser humano. Muy buen texto, María José.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu razonado comentario, Manoli. Me alegra saber que lo que pretendía transmitir en mi relato, ha sido comprendido.
Un fuerte abrazo.
Hola, María José.
Los sentimientos por encima de cualquier raza, credo o religión. Una micro que encierra valores que, afortunadamente, por mucho que se empeñen unos cuantos en aniquilarnos siguen estando presentes en las personas.
Precioso, guapa.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Towanda. Yo sostengo que, en esencia, somos todos iguales, los sentimientos son básicamente los mismos, seas de la raza que seas.
Un fuerte abrazo, guapa.
Hola Maria José
El mecanismo que dispara la metamorfosis: el espejo del emigrante avergonzado. En él ve lo que ella no quería ser. O era acomplejada i encerrada en si misma o… qué ?
Eligió ser ella misma tal como era, auténtica. Sólo desde uno mismo se puede llegar al otro, tal como es.
Bravo por el enfoque que le das al tema.
Un abrazo
Muchas gracias por pasarte, Francesc, y dejarme tu amable comentario.
Un fuerte abrazo.
La vergüenza se derrite como un caramelo al sol en el final feliz.
Gracias, Edita. Me gusta mucho lo que dices y cómo lo dices.
Un abrazo.
Adaptarse es un proceso que, básicamente, consiste en asumir lo distinto y tener la valentía para hacerlo. Tu protagonista lo consiguió, pero no a costa de renunciar a su esencia, como hizo Hans que no entendió que adaptarse es un proceso de enriquecimiento. Bien por ella, y por ti, al reflejar tan lúcidamente esta reflexión envuelta en una muy buena historia.
Enhorabuena, María José
Un abrazo.
Muchas gracias, Antonio, por tu comentario tan preciso. Me alegra saber que la perspectiva de la emigración que he pretendido mostrar te ha llegado.
Un fuerte abrazo para ti.
Efectivamente. Lo decía el bueno de Darwin. Sólo sobreviven los que consiguen adaptarse al medio. Y aquí, tu protagonista, lo hace a la perfección, y consigue ser feliz. Aparca todo lo que odia, se olvida de sus padres que le hicieron abandonar sus verdes prados, sus amigas, se olvida también de Hans… Y empieza una nueva vida.
Un abrazo María José
José Luis, muchas gracias por pasarte. Yo estoy convencida de que lo que cuento no es tan excepcional, como pudiera parecer. Como bien dices, sólo sobreviven lo que saben adaptarse.
Otro abrazo para ti.
Según el imperativo biológico, hay que adaptarse o morir. Y esta chica lo supo. Y también supo dejar atrás la vergüenza, por fortuna. Me gustó ese final dentro del final (aunque entre nos, que no prosperara su historia con Hans me dio pena, pero qué le vamos a hacer… cosas de la vida; de su nueva vida).
Me ha gustado mucho tu propuesta para este mes, MARÍA JOSÉ.
cariños,
Mariángeles
Muchas gracias, Mariángeles, por tus cariñosos comentarios. Me sorprende que te de pena Hans porque creía que resultaba ser un personaje bastante antipático o,cuanto menos, infantil en su comportamiento. Se nota que eres muy comprensiva, jaja.
Un fuerte abrazo.
María José
Por un lado es normal que sienta el rechazo xenófobo, pero al final se integra. No llego a entender que por el simple cambio de nombre haya renunciado a sus raíces, pero si la narradora lo dice será verdad. Quizás es un superviviente. Suerte.
Gracias, Javier. En tan pocas lineas no he podido profundizar en el personaje de Hans (que, por otro lado, me parece muy atractivo). El cambio del nombre suele llevar consigo muchos sentimientos encontrados y decisiones firmes en la vida. Es un cambio de identidad tan determinante que, por lo pronto, sorprende a los que le rodean.
Un abrazo.
Hola María José. En encanta cómo nos narras esta capitulación de adolescencia. Quién no ha tenido que sucumbir, dejando a un lado sus más firmes convicciones.
Me gustó tu relato. Te deseo mucha suerte.
Un abrazo,
Ton.
Muchas gracias, Ton, por pasarte. Me alegro mucho de que te haya gustado el enfoque que ofrezco del tema. Un fuerte abrazo y ojalá nos veamos pronto..
Tu historia retrata muy bien las relaciones entre emigrantes: muchos que olvidan lo que son y se avergüenzan y por eso reniegan lo que son y ocultan sus raíces e intentan que otros (los recientes) hagan lo mismo. Una cosa es la adaptación a otro país y cultura y otra es la asimilación hasta perder de vista quienes somos. Estos dos chicos (ella y el supuesto «Hans», alemán wanna-be) nunca iba a fructificar porque él habìa renunciado a sus esencia y se negaba a reconocerse a sì mismo como hijo de asturianos. Al final, ella prefirió encontrarse a sì misma en lo diferente pero verdadero.
Una buena historia con vuelta de tuerca.
Muchas gracias, Patricia, por tu detallado comentario. Me gusta que llames a Hans: «alemán wanna-be». Muy acertado el calificativo.
Te deseo un año 2017 repleto de imaginación y letras, muchas letras.
Un abrazo.