ENE80. INVISIBLES, de Òscar Pareja Bañón
Cuando despertó, continuaba en el centro con los menores que compartían su habitación. Llevaba en él tres años y nada había cambiado desde entonces. Los mismos miedos, esa rabia interior que aún no había desaparecido y la idéntica fragilidad de cuando vivía con su madre. ¡Ay, su madre! Una vez al mes le parecía insuficiente, pero no tenía más. Los putos servicios sociales no querían hablar con ella y por eso continuaba en el centro. La rabia crecía en su interior, convirtiéndose en gritos y golpes a su alrededor sin importar el daño que le pudieran causar. El educador de turno entró en la habitación y él le arrojó un taburete. ¡Ya no podía más!
Cuando despertaron, el educador contenía físicamente a su compañero de habitación mientras gritaba que llamaran al ciento doce.
Cuando despertó, la madre miró a su amante ocasional con dulzura. Recordó un instante de la cena, la misma pregunta de siempre al enseñar la foto de su hijo y respondió como lo había hecho hasta ahora: “Vive en un internado privado donde le enseñan y educan. Es lo mejor para él”. Lo acarició antes de volverlo a besar, guardando su fotografía en el bolsillo.
Fluida y dura esta historia. Suerte y un saludo.
Gracias Calamanda por tus deseos y tus palabras. Gracias, simplemente, por leer y comentar.
La vida trae vivencias intragables y es la mente enferma quien fabrica esos bocados.
Me gustó.
Lines
Gracias Lines por la reflexión y el comentario. Gracias por leer y dedicar ese pequeño tiempo. Gracias.
DurO relato de realidades que por desgracia no me son ajenas.
Suerte.
Besicos muchos.
Gracias por las palabras expresadas. Esta realidad ha formado parte de mí y,también me resulta cercana. Un abrazo y, de nuevo, gracias por el deseo y por el comentario.
Duro y muy bien escrito, Óscar. Felicidades.
Gracias, Nicoleta por tus palabras y el tiempo dedicado a su lectura.