43. CAL VIVA Paloma Hidalgo
El seiscientos y la jaula del canario sobre mis piernas morenas de río y siega. Los pulpos en la baca, abrazando las maletas con tanta fuerza como los parientes a nosotros. Esquejes de alhelí y de geranio envueltos en papel de estraza, que decía mi madre que seguro que agarraban porque en Suiza estaba todo verde. Troncos encalados mostrándonos el camino. Chorizo, pan y queso para cuando estuviéramos lejos. Una botella de gaseosa llena de agua, que mi hermana pequeña pronto aliñó con babas. Mil setecientos kilómetros, casi, para olvidarme del pueblo, de mis amigos, y maldita mi suerte, de Elvirita; mientras el bisturí de asfalto iba diseccionando el paisaje para que mis ojos de doce años investigasen la anatomía de ese país que abandonaba sin conocer con la nariz pegada a la ventanilla. Y llegar al límite de la provincia, y la voz de mi padre clavándose en el silencio:
-Familia, ¿Y si nos damos la vuelta?
Y volver. Mamá cantando, papá desafinando, la niña aplaudiendo. Y otra vez los troncos encalados. Los que me anclaron a maldecir toda mi vida a ese Dios que no quiso que me convirtiera en emigrante, pero sí en huérfano.
Aunque muchos no lo hayamos vivido, creo que casi todos podemos reconocer esa primera escena que con tanta nitidez nos muestras. Cuántas familias no habrán soportado ese largo con la pena de dejar su pueblo y a los suyos, aunque con la esperanza de intentar, por lo menos, salir adelante y ayudar a los que se quedan. Lo malo es que el destino les jugó una mala pasada al tratar de revertirlo. Muy bueno, Paloma. Suerte y saludos.
Siempre puntual, Jesús, tu comentario, llega. Llega tras el trasiego de tus ojos lectores por un texto, que como bien dices, está en manos del destino.
Me alegro de que te haya gustado.
Saludos agradecidos.
Uff! Vaya final tan inesperado.
Me gusta mucho el realismo de esa marcha en busca de la vida y me ha impactado ese final en el que la pierden.
Bonito Paloma.
Muchas gracias Laly, me gusta que te haya impactado ese final inesperado, es parte del trato que firmaste conmigo como lectora, aunque no lo supieras cuando empezaste a leer.
Saludos.
Un trayecto, que más podría ser un cambio de dimensión, descrito con simpáticas pinceladas, muestra fehaciente de una sociedad y de una época. Un retorno inesperado que en realidad es un retroceso que marca al protagonista superviviente. Un Dios o un destino que siempre se ensaña con los mismos.
Qué buen relato, Paloma.
Un abrazo y suerte
Ángel, tú, que también tienes un escalpelo, esa capacidad tuya para diseccionar con tanto mimo y acierto los relatos, sabes bien que a veces las palabras se vuelven tercas y se empeñan en que el final de una historia que intenta llevarte lejos, sea, como en este caso, un golpe de culata, un retroceso. Gracias por diseccionarlo.
Un par de abrazos.
Hola Paloma,que bonito relato, me gusta la metáfora del bisturí. Una historia bien contada y un final inesperado.
La mejor de las suertes y éxito para ti.
Un beso y un abrazo.
Muchas gracias Jean. Me alegro de que te haya gustado.
Ojalá tus deseos de suerte lleguen lejos, sin tropezarse con árboles encalados.
Abrazo y beso en compensación.
Ojo, cuidadín, que sale a la pradera ( o a la palestra) una de las depredadoras en la cumbre del ecosistema enteciano, de la cadena alimenticia, de las almenas y atalayas tróficas. Empieza por gustarme el título (los títulos esos hijos de la gran Bretaña), un título que leído, releído el texto, escalofría. Luego sigue ese insuperable fresco costumbrista encurtido por el humor: ese seiscientos donde cabríamos seiscientos casi, la gasesosa (la pitusa, la casera o la revoltosa) aliñadas con las badas inocentes (pura agua bendita, esa sí) de la hermana pequeña. Ese chori que sabía a gloria (esa sin duda).El pulpo. La baca. la jaula del canario. La siega: el pueblo. Los parientes abrazadores. Esos esquejes de la esperanza. Las flechas de los troncos encalados infatigables de kilómetros agudizando , recrudeciendo la nostalgia: ay, esos amigos del alma, ay esa novieta con nombre de hija del Cid. Y el límite que delimita y hace reflexionar con un golpe de corazón al padre. Y vover, volver, volver a tus brazos otra vez, pueblo que estás en la colina tendido como un viejo que se muere. Y todos que lo celebran y otra vez los troncos encalados, trágicos nuncios, sucios albaceas de la desgracia. Y ese Dios, dios mío, como siempre, crónico y desentendido. Y el joven , claro, que maldice, que le maldice porque todo ese posible repóquer, el de la emigración, se haya quedado en naipes barridos del tapete. Acaso en el casino del pueblo jugando a la Brisca o al Tute. Tú te has zampado la yugular de mi vista mientras iba componiendo el más sincero gesto de placer. Devórame, devóranos en la próxima tanda sobre el pellejo de las sabanas de ESTA NOCHE TE CUENTO. Un besazo.
Qué será de de mi vida qué será…Supongo que el protagonista de este relato bien podría tener esta canción de José Feliciano( ¡Ese pueblo tendido en la colina como un viejo que se muere!) como banda sonora, que los programas de Félix Rodríguez de la Fuente (depredadores, atalaya, ecosistema…)podrían formar parte de sus emisiones favoritas, y que con Lalo Rodríguez y su devórame , quién sabe, a lo mejor aprendió a bailar. Pero estoy segura, sí segura, de que tener entre sus amigos a alguien como tú, con tu capacidad para hacer comentarios como el que acabo de leer, le encantaría.
Ah!, y la gasesosa, La Revoltosa…
Gracias Eduardo. Muchas.
Otro para ti.
Iba a decir rara vez, pero no; aquí, por fortuna, se captan los comentarios, y tú, tela marinera. Eres más completa que un abrigo largo. Amiga, hay que ver como es el amor, literario…, que vuelve a quien lo toma gavilán o paloma, y la paloma, vaya, vaya, que aquí no hay playa, naturalmente, soy yo. Dichoso hasta la coronilla de ser, en plan hermeneuta, nada anfibológico, escasamente críptico, un libro abierto vaya. Soy muy feliz comentando textos, y acaso un pelín más, para qué mentir a estas alturas, los tuyos tan elaborados, redondos como un queso de bola. Y para rematar, más de lo mismo, más de la más sanadora de las medicinas. Ojalá puedas acudir a la fiesta, igual si no me corto las venas y se me acabó la tinta. Es un decir muy pero que muy sincero.
Paloma, te ha quedado un relato redondo desde el principio al final, Suerte y saludos
Siempre tan amable Calamanda, muchas gracias por tu fidelidad lectora.
Saludos.
Paloma, gran relato el tuyo. La escena costumbrista del principio, que nos hace sonreír, se convierte en tragedia, notablemente sugerida. Te felicito.
Un abrazo.
Muchas gracias María José, por leerlo, comentarlo y ser tan generosa. Así da gusto!
Un abrazo.
Me has espetado en tu seiscientos desde la primera palabra y he seguido apretujada todo el trayecto, casi sin respirar, hasta el topetazo final. ¡Brutal!
Me alegro de que hayas salido ilesa!! Y que hayas podido comentar el relato. Ha sido un placer viajar contigo.
Un final inesperado, el destino es lo que tiene. A veces parece que haya algo moviendo los hilos. Lo cuentas muy bien, Paloma.
Un abrazo
Gracias por comentar Inés, tú lo has dicho, a veces, el destino nos sorprende, y se lleva nuestros planes por delante…
Un abrazo.
Cómo me gustan tus sorpresas finales!!!!
Admirada, complacida, contenta de leer tus relatos, Paloma.
En «Cal viva» reúnes imágenes y vivencias palpitantes, originales, ricas… que dirigen al lector a ese final sorprendente, espectacular, inesperado, «lamentable».
Un abrazooo grande, Paloma
Me alegro de que te haya gustado, lo que siempre es un placer es leer tus comentarios!! Muchas gracias por «reincidir» Amparo.
Otro de la misma talla para ti.
Me ha gustado mucho, además me ha recordado aquellos tiempos de árboles con tutú. Unos se mataban al volver, traían coches muy potentes. Suerte.
Es cierto Javier, hubo un tiempo de árboles encalados al borde de las carreteras que fue testigo de los accidentes de aquellos coches tan potentes, que algunos compraban y otros solo alquilaban para regresa a la patria. Me alegro de que te haya gustado.
Gracias por leer y comentar.
Un beso.
Un relato muy bien contado desde el título hasta el punto final.
Abrazos calientitos que espero dártelos en Madrid.
Gracias María, eso espero yo también, 🙂
Todo el viaje es como una cinta que rebobina para mostrarnos una época, a través del paisaje, las características del coche, el sentir del protagonista que vuelve, otra vez, vuelve al recuerdo de ese momento crítico en el que se dieron de bruces con el destino.
Un placer leerte, Paloma. No te deseo suerte porque, en tu caso, ya tienes las mejores cartas e, independientemente del resultado, ganas la atención de los que te leen.
Saludos.
Gracias Manoli, me alegro de que te cuentes entre esos lectores atentos que valoran lo que cuento y cómo lo cuento.
Saludos.
¿Que decir? Me extasío leyendo desde tu relato hasta los comentarios, todo se sublima y no consigo encontrar letras para un relato mío, lo vuelvo a leer con mayor placer y te envidio Paloma. Pero en fin, ya aprenderé.
Te dejo un abrazo y mucha suerte.
Recojo tu abrazo y tu comentario con los brazos abiertos y te devuelvo otro agradecida a esas palabras tan bonitas que me dedicas.
Pasado, presente…y futuro. Es lo que toca. Retazos poéticos con alusiones al ayer, deliciosamente contados. Estos, para su infortunio, deciden volverse y él acaba emigrando a la comunidad de huérfanos. ¿Metáfora sobre la duda exagerada? Alguien dijo: “si dudas mucho, estás vencida de antemano”
Suerte, Paloma
No conocía el dicho, pero me parece muy acertado. José Luis, gracias por leer, comentar y aportar ese granito de arena al significado del relato.
Saludos.
¡Qué duro, Paloma, ¡Qué duro!, esa mezcla de imágenes familiares con el final perturbador y maldito.
Admirable forma de narrar e hincar la pluma en los puntos vulnerables.
Un abrazo.
Después de leerte, tragar saliva y parpadear (que soy de lágrima fácil), solo me queda aplaudirte y admirarte mas aun, si cabe. Ese giro final, tras el giro del volante es fantástico. Mucha suerte y que sepas que no sé si es mayor el placer de conocerte en persona o el de leerte. 🙂
Vaya pedazo de relato nos dejas, Paloma. Ya era grande con las descripciones del viaje, del equipaje, pero vas y lo rematas con un final estremecedor.
Buen trabajo. Abrazos.